Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el crecimiento de América Latina será un 0,3% (negativo) este año, debido principalmente a la caída del precio de varios productos de exportación, entre los cuales está el petróleo.

Las estimaciones de la Cepal indican que Ecuador crecerá un 0,4% (frente a 3,8% del año pasado) lo que de producirse significaría una desaceleración en el crecimiento económico.

Algunas voces se muestran preocupadas por esta situación. Su ansiedad es una actitud que todos podríamos considerar como “normal” debido a que nos han enseñado que crecer económicamente es algo a lo que siempre debemos aspirar.

¿Qué sucedería si alguien nos dijera lo contrario, es decir, que no debemos decrecer ni crecer, sino mantener nuestros ingresos de manera constante? “¿Hablas en serio? ¿Eres un insensato o qué?”, seguramente sería la respuesta de la mayoría. Sin decir cuál debería ser la respuesta, más allá de un simple sí o no, es oportuno reflexionar sobre algunas de las implicaciones y conceptos referidos al crecimiento económico en los momentos actuales, especialmente sociales y ambientales, para Ecuador y el resto de América Latina.

En 1972 un grupo de científicos, conducidos por la estadounidense Donella H. Meadows, propuso el llamado “crecimiento cero”, que sirvió de base a la obra publicada años después con el título Los límites del crecimiento.

La propuesta advertía que teniendo en cuenta las limitaciones de los recursos, la degradación ambiental, el aumento demográfico y el desarrollo desigual entre los países, el ritmo de crecimiento no era sostenible en el futuro, por lo que propuso la necesidad de alcanzar un estado de equilibrio duradero, mediante el sostenimiento (y no el crecimiento) del Producto Interno Bruto (PIB) por habitante o la renta per cápita.

Las condiciones actuales de degradación ambiental y presión demográfica son más graves que las de hace 40 años. El Informe Planeta Vivo, publicado en 2014 por la World Wild Fund, afirmó que se requerirían 1,5 planetas para producir los recursos necesarios si se quiere  mantener el estilo de vida actual. Si se adoptara el estilo de vida de la clase media de Estados Unidos se necesitarían casi 4 planetas.

Si se lograra alcanzar un estado de opinión favorable (que aún no sucede) para un crecimiento cero se debería reflexionar en torno a dos aspectos: ¿Cuál debería ser el punto de mantenimiento? y ¿Cuáles son las condiciones que necesitamos para sostenerlo? Al menos cuatro condiciones destacan como básicas: uso de más y mejores tecnologías verdes; inexistencia de la pobreza; nuevas reglas del juego en la economía internacional y, sobre todo, una nueva conciencia más solidaria, pensándonos como partes del planeta.

Cambiar las reglas del juego económico internacional no es fácil. Ecuador es un país, como muchos otros, que a pesar de ser uno de los principales productores de  banano, cacao y camarón tiene una escasa capacidad para incidir en la definición de sus precios. Si el mercado internacional condidera que no necesita estos bienes los precios bajan. Y esto es lo que ha sucedido en lo que va del año con el petróleo.

En el caso ecuatoriano, la situación es compleja más que en otros países de América Latina. Por no tener moneda nacional y la fuerte apreciación del dólar se han encarecido las exportaciones.

Economías con monedas propias pueden usar la devaluación como mecanismo para ganar competitividad en momentos difíciles, porque de esta manera los productores internos reciben mayor remuneración en moneda local, con lo cual se puede dinamizar la economía interna.

Esto es lo que han hecho países como Colombia que, según la Cepal, crecerá este año un 2,9%. Esto, sin embargo, a costas de un aumento en los precios al consumidor (la inflación) que en lo que va del año acumuló casi un 5%.

En el informe Perspectivas económicas de América Latina 2015, la Cepal realiza un balance de la situación, indicando que América Latina debe aprender de lo sucedido y aprovechar la coyuntura actual. Para enfrentar la situación recomiendan mayor inclusión social, reforma educativa, diversificación de la estructura productiva, aumento de los ingresos fiscales, fomento de pequeñas y medianas empresas y la innovación.

Haciendo un balance sobre estas áreas, Ecuador ha tenido cambios en la mayoría de ellas. Por ejemplo, si la pobreza afectaba a 37 de cada 100 personas en 2007, en 2014 este número descendió a 22 de cada 100. El país ha aprovechado los años de crecimiento para invertir en una profunda reforma educativa que ha mejorado la calidad en todos los niveles, desde la educación básica hasta la superior. La asignación presupuestaria de educación como porcentaje del PIB pasó de 2,3% en 2006 a 4,8% en 2014.

Como producto de la inversión en el marco del cambio de la matriz productiva, estamos a las puertas de tener ocho nuevas hidroeléctricas que duplicarán la producción actual de energía, que abre la posibilidad de exportar energía y reducir importaciones. Todo esto es fundamental para sentar las bases de una innovación tecnológica que permita pasar de una economía de recursos finitos (energías no renovables) a una de recursos infinitos (conocimiento).

¿Qué hubiera pasado si en este año de dificultades económicas tuviéramos el porcentaje de pobreza existente hace 7 años? ¿Qué deberíamos hacer si no contáramos con una sólida recaudación fiscal? ¿Qué sucedería si tuviéramos que importar energía? ¿Qué pasaría si no contáramos con mejor educación?

Sin duda, Ecuador se adelantó al escenario previsto para este año, que se sabía con antelación que sería difícil. Y aunque es verdad que el escenario es complejo más de lo previsto, lo que ha provocado un recorte presupuestario de $ 2.200 millones este año no se han aplicado recortes en áreas básicas, como salud o educación, así como en obras estratégicas vitales para las necesidades de la población.

Estamos en mejores condiciones para enfrentar al próximo año. Diversas entidades estiman que el precio del petróleo se estabilizará este 2016 proyectando un precio de $ 58 por barril en la primera parte del año. Sin duda, con este tipo de recursos han mejorado las condiciones de vida de muchos ecuatorianos lo que ha sido reconocido por entidades internacionales, como The Boston Consulting Group. Sin embargo, falta cambiar la comprensión de nosotros sobre el planeta y sus recursos. Debemos debatir en torno a la idea del “crecimiento sostenible” ya que de lo contrario no vamos a tener un planeta en el cual vivir.  

Es urgente crear un espacio para todos de solidaridad y sin pobreza. Las instituciones como la economía no son fines, sino medios para el buen vivir. (I)

Datos

Según la Cepal, el crecimiento del PIB de América Latina y el Caribe fue de 3,8% entre 2001-2010.

Un logro importante fue la disminución de la pobreza, que en 2002 afectaba a 44% de los latinoamericanos y bajó a 28% en 2014.

Según el PNUD, entre 2000 y 2012 la clase media (ingresos entre $ 10 y $ 50 diarios) pasó de 21% a 34% de la población.

Los pobres (ingresos de $ 4 diarios o menos) disminuyeron en 16,4 puntos (de 41,7% a 25,3%). Es decir, 56 millones de personas salieron de la pobreza. En Ecuador fueron 1,5 millones.

Según la Cepal, el crecimiento de América Latina se contraerá este año (-0,3%), afectados por la caída del precio de varios productos de exportación.

Ecuador crecerá este año un 0,4%, frente al 3,8% del año pasado, lo que indica la desaceleración de la economía.