Cuando Pacho Gangotena me ilustró acerca de cuál es el secreto para lograr una agricultura sana y sustentable, me pareció que la suya era una manera clara, franca y didáctica de hablar. Teniendo a la tierra y al agua como recursos básicos para desarrollar la agricultura, la mierda ha sido desde siempre la más recomendable y eficiente forma de cultivar, pues constituye un abono natural ideal. Cuando los químicos reemplazaron a la sabiduría ancestral, en el mundo entero estalló la revolución verde. Y todos los “cidas”, como dice también Pacho: pesticidas, fungicidas, herbicidas, nematicidas, no solo dieron nutrientes artificiales a la tierra sino que mataron todos los elementos que contiene la tierra y con los que naturalmente se refuerza. Los campesinos y agricultores pasaron a depender del gigantesco negocio de las transnacionales que controlan los químicos mientras la tierra se transforma en un desierto.

Venimos de la tierra y a la tierra regresaremos, por eso nuestra relación con la Pacha Mama es sagrada y la debemos honrar, no solo por creencias sino por la confirmación científica del peligro de depender principalmente de productos químicos para la producción de alimentos.

En la actual ExpoMilan el tema central es, precisamente, ‘Alimentar el Planeta, Energía para la Vida’, y son muchos los países que comienzan a promover una nueva relación del hombre con la tierra. Los saberes ancestrales y las culturas agrícolas son respetadas y constituyen el centro de atención internacional. Los países  andinos tenemos una riquísima historia de cómo vivir en armonía con la naturaleza, por eso debemos pensar en reemplazar el tratamiento nocivo de los suelos por uno que tome en cuenta su calidad y la salud de todos los seres de la naturaleza. Esta es una trascendental tarea para avanzar hacia la sociedad del buen vivir, siguiendo el ejemplo de héroes anónimos como Pacho.