El Telégrafo
Ecuador / Martes, 26 de Agosto de 2025
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Cultura Organizacional: Motor de cambio y transformación

En la dinámica y desafiante realidad del siglo actual, la cultura organizacional se ha posicionado como un pilar estratégico de las instituciones sin importar su finalidad o tamaño o si tienen estas una estructura formal o informal. Más allá de estructuras robustas, diseño de planes estratégicos o recursos económicos disponibles; lo que distingue hoy a las organizaciones sostenibles es su capacidad de forjar una cultura organizacional alineada con sus objetivos y con las demandas de una sociedad en constante transformación.

La cultura organizacional no es un concepto abstracto sino un marco vivo de valores, normas, prácticas y narrativas que define las interacciones dentro de una institución y su relación con el entorno. Es el cimiento que guía la toma de decisiones, la resolución de conflictos, la comunicación entre equipos y la proyección de una organización en la sociedad. En esencia, es el ADN que da coherencia e identidad a una institución.

En el ámbito académico y específicamente refiriéndonos al rol de la universidad en la sociedad, la cultura organizacional adquiere una relevancia singular, pues no solo se trata de impartir conocimientos, sino de moldear actitudes y valores a través de prácticas internas. Desde el fomento a la investigación hasta el reconocimiento del mérito académico, pasando por la relación con estudiantes y docentes o la apuesta por la internacionalización, cada acción refleja una cultura que puede ser inclusiva, innovadora y participativa, o, por el contrario, rígida o anclada en el pasado.

El desafío radica en alinear esta cultura con la misión y visión institucional. Una cultura sólida no implica uniformidad, sino la capacidad de integrar la diversidad, adaptarse a los cambios del entorno y cohesionar a sus miembros en torno a metas compartidas.

Aquí, la comunicación estratégica desempeña un papel crucial en la generación de mensajes claros, consistentes y auténticos, que permitan la construcción de un relato común que fortalezca el sentido de pertenencia y oriente el rumbo colectivo.

Construir una cultura organizacional sólida exige más que buenas intenciones. Requiere un liderazgo coherente, políticas inclusivas, reconocimiento de los aportes individuales y colectivos, y espacios de participación, que hagan sentir a todos los miembros como protagonistas del proyecto institucional. En el caso de las universidades, implica fomentar la creatividad, la autonomía y un compromiso profundo con lo social.

En un mundo marcado por la incertidumbre y el cambio acelerado, la cultura organizacional es el intangible que otorga identidad, cohesión y resiliencia. Las instituciones que inviertan en fortalecerla con autenticidad y visión estratégica no solo estarán mejor preparadas para enfrentar los desafíos del presente, sino que dejarán una huella perdurable en la sociedad.

Una cultura organizacional sólida no solo impulsa el éxito institucional, sino que transforma realidades y una comunicación permanente es un pilar fundamental para ello.