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¡Feliz Día Mundial de la Población! Eh... ¿no me creen? Pues sí, panas, hoy 11 de julio se celebra esta fecha desde 1990, para atraer atención y generar conciencia sobre los desafíos poblacionales, desde que ya éramos cinco mil millones de personas en el planeta. Y no, no vamos a hablar de fertilidad, pirámides poblacionales ni recursos limitados. Aprovechando la ocasión, quiero más bien proponer un giro y centrarme en algo distinto: la importancia de dejar nuestra huella.
Hoy, en la Tierra, habitamos más de ocho mil millones de almas. Eso es un ocho seguido de nueve ceros: 8.000.000.000. Para ponerlo en perspectiva, solo ayer nacieron unas 280.000 personas y murieron 132.000. Entonces viene la gran duda, ¿cómo es siquiera imaginable dejar huella si hay tantos otros como yo?
No se desanimen, panas. Más que un número, somos posibilidad. La clave está en dejar huella a nuestra manera. ¿Quieren hacer en su vida $100.000, $1.000.000 o lo justo y necesario para vivir sin miedo? ¿Quieren viajar a cien países, a cien ciudades o quedarse en su comunidad, donde está todo lo que aman? ¿Quieren terminar un doctorado antes de los treinta, estudiar cuatro maestrías antes de los cuarenta o nunca pisar una universidad y especializarse en lo técnico, lo artístico o lo que les haga felices? ¿Quieren salvar a la humanidad y conseguir la paz mundial o simplemente vivir en paz consigo mismos?... Todo está bien.
No vengo a hablar de propósitos, ni a jerarquizar metas. Porque, inclusive, aunque vengamos del mismo hogar, cada uno tiene su historia, y no existe manual que dicte qué está bien o qué está mal desear. Hagan lo que quieran, pero háganlo seguros y felices. Porque entre más de ocho mil millones de personas —ese ocho con nueve ceros— la huella que ustedes dejan es única. Recuerden que “el aleteo de una mariposa en Hong Kong puede desatar una tempestad en Nueva York”.
Tengan aventuras. Creen. Enseñen… o no. Pero, sobre todo, gocen su vida a su manera. Esta existencia es corta, irrepetible, y la suma de nuestras huellas —sí, la de todos— es lo que hace que este mundo tenga sentido.
Su historia importa. El mundo necesita saber que estuvieron aquí.