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Xavier Guerrero Pérez

No aman; peor se aman

24 de junio de 2025

Considere dos hechos siguientes:

A: una persona de sexo masculino, con practiamente un decalustro de edad cumplida, con cierto nivel de popularidad, que ha tenido varias parejas formales con quienes ha llegado al grado del matrimonio pero cuyo desenlace ha sido la separación ergo fracaso. Todo lo anterior más o menos conocido por las audiencias. Sin  embargo, lo que no era conocido, hasta ahora: una persona joven de sexo femenino ha declarado que ella y él mantuvieron un vinculo sexo-afectivo hace un par de años.

Rescato uno de los aspectos que alarman: él, en ese momento, estaba casado y se colige que mantenía su rol y cumplía con su pareja como esposo.

B: una persona de sexo masculino, quien mantiene una relación formal en el grado matrimonial, y que muestra ante la sociedad que su vocación de vida la respeta y la abraza. No obstante, trasciende la acción de la infidelidad; y su consecuencia: una vida creada con la tercera persona.

Destaco uno de los aspectos que llaman la atención: la infidelidad (muy frecuentemente se da con base en motivaciones absolutamente sexuales) ocurre al mismo tiempo que él está con su esposa, configurándose una forma de ‘doble vida’.

Pregunta para ambos casos: ¿Existen más individuos que se comportan de esta manera?

En el primer caso, las bases morales y humanas del primer sujeto han sido cuestionadas y experimentan turbulencia. En el segundo caso, las bases morales y humanas han quedado por los suelos, dado que la evidencia es indiscutible (una vida engendrada). Y respondo la interrogante planteada: lamentablemente sí, hay hombres así, y hasta con conductas más lacerantes, tanto para ellos mismos como para quienes los rodean.

En el primer caso, él ha disfrutado de la mujer joven (mi Madre manifestó: “Se le ha llevado la juventud”). Sin entrar en mayores detalles, incomprensible es que un hombre que le lleva más del doble de la edad, y estando casado, entre en el juego del “ji-ji-ji / ja-ja-ja” con una jovencita. De paso, obtuvo lo que quiso y gratis. No pretendo ser juez de moral, pero -como mi Madre piensa-: si estuvo con ella, y se percató que ella necesitaba, lo humano (dentro de una especie cuestionable de bajas pasiones) estaba en darle algo de apoyo, no en sacar provecho al grado de reducirla a un mero objeto que ahora desechó.

En el segundo caso, jamás pero jamás comprenderé la conducta de la ‘doble vida’. Si se da el paso sagrado y ‘para toda la vida’ del matrimonio, por qué lacerar a la cónyuge quien entrega día a día su vida, lastimando hijos de ese matrimonio (si los existen), y todo por unos minutos de placer. Pero lo más escandaloso aún, luego de haber fallado es seguir ‘regándola’ al pretender burlarse de una tercera persona al desconocer las obligaciones contraídas (responder ante Dios y ante la Ley) ya que se es “machote”, o, como dicen en México: o por creerse ‘muy salsa’.

En ambos casos: no aman (a nadie); peor se aman. Cabe aplicar la frase del Padre Pío de Pietrelcina (que se la dijo a su amigo fraile, cuando estaba viviendo una turbulencia espiritual): “… todo se paga en esta vida”.

 

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