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Antonio Quezada Pavón

¿Qué está mal en nuestras elecciones?

27 de agosto de 2020

Setenta países y territorios en el mundo han decidido posponer sus elecciones nacionales y seccionales debido a la pandemia del COVID 19 y de ellos, 28 países pospusieron elecciones nacionales. Por otro lado, 55 países decidieron mantener sus procesos electorales, de los cuales 38 son elecciones nacionales. Y 20 países que inicialmente pospusieron sus elecciones, tomaron la decisión de realizarlas de cualquier manera, siendo 12 a nivel nacional.

El Ecuador a través de su CNE se mantiene firme en que las elecciones nacionales para presidente y asambleístas, se realicen en febrero 2021 y los plazos ya están corriendo; a pesar de que hay mucha discrepancia en sus decisiones y un desconcierto y apatía en el electorado. No sabemos ni siquiera la forma cómo vamos a votar: si presencial, virtual o ambas. Y no confiamos en la imparcialidad de esta institución.

Pero esto es de alguna manera superable. El verdadero problema está en conformar los binomios con los mejores prospectos de cada partido y movimiento político. Y sinceramente, no han hecho un buen trabajo. Mi crítica a los posibles candidatos se basa en cuatro problemas existenciales.

En primer lugar, yo veo una búsqueda frenética de dinero fácil. Y no voy a acusar a todos de corruptos, pero hay un muy mal antecedente en el país desde hace muchas décadas. Varias fortunas actuales se hicieron en los gobiernos populistas de Velasco Ibarra y en los que siguieron: dictaduras militares, gobiernos de facto e interinos. En 1978 creímos que con Jaime Roldos salíamos de un largo proceso dictatorial, pero lamentablemente el Velasquismo dio paso al populismo del CFP que inmediatamente fue cambiado al del PRE y regresamos a lo mismo. No hay duda que llegamos a una malévola perfección de dinero fácil desde hace 14 años.

Se ha creado un ambiente hedonista en casi todos los políticos que buscan el placer como la finalidad y el objetivo de la vida. Con desparpajo y desvergüenza compran lujosas mansiones y viven con intensidad: viajes y reuniones a pesar de que conocíamos su origen y su situación social y económica.

Lo cual los lleva a un terrible individualismo que no les permite interaccionar con el electorado. Más bien conforman sus pequeños grupos para violar la ley y conseguir impunidad.

Cínicamente proclaman un relativismo ético y aún religioso con el cual pretenden convencer al pueblo, cuando realmente lo que hacen es confundirlo y han fomentado un ambiente de violencia y corrupción. No son más que sepulcros blanqueados.

No propongo posponer las elecciones, pero sé que votar por los prospectos de candidatos que tenemos es una aberración.

 

 

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