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El Telégrafo
Ximena Ortiz Crespo

Las habilidades interpersonales y el aula de clase

29 de abril de 2023 - 00:00

Tengo un recuerdo vívido del tiempo en el que yo capacitaba a mujeres líderes de barrios en Quito. Busqué temas para el currículum de capacitación que tenían que ver con el manejo del dinero, los emprendimientos, cómo llevar una contabilidad, la legislación y otros temas que pudieran ayudarles a desarrollarse personalmente en su vida diaria. Un día invité a una capacitadora en Protocolo y Etiqueta y ¡oh sorpresa! el tema caló en la audiencia como anillo al dedo. Estaban tan encantadas con aprender a llevarse bien con los demás que querían pagar de su propio dinero una capacitación de mayor duración y envergadura.

El interés de esas mujeres tan empoderadas en otros aspectos es común a una gran cantidad de personas en la sociedad ecuatoriana. Muchos han tenido pocas oportunidades de ser educados en el manejo de los modales y la importancia de tratar con respeto a los demás. Se podría decir que esa carencia de inteligencia emocional tiene que ver con haber crecido en ambientes que frecuentemente son de trato duro y aún violento en donde los padres no tienen tiempo ni conocimientos para transmitir la importancia del comportamiento de consideración hacia los demás. Puedo recibir críticas porque lo que digo, porque podría parecer como si yo estuviera encasillando a la gente. Pero lo digo con la experiencia que tengo sobre estos asuntos.

Existen múltiples razones por las cuales una persona tiene dificultades para manejar sus interacciones sociales. Como he explicado antes, la principal es la falta de oportunidades de aprendizaje. Lo que para personas de la clase media son reglas y costumbres heredades de sus padres, para las personas que viven en los estratos menos favorecidos esas reglas son desconocidas. Para ellas, la inseguridad financiera les crea, además, altos niveles de estrés y ansiedad, lo que les dificulta manejar con amabilidad las interacciones sociales. Una mujer exhausta que regresa a su casa a las 8 de la noche después de haber viajado y trabajado todo el día fuera, difícilmente tiene la paciencia para desarrollar una comunicación eficiente y afectiva con su familia.

Otra de las razones de la falta de habilidad para manejar las relaciones sociales es que las personas que crecen en comunidades empobrecidas suelen tener menos oportunidades de interactuar con personas que tienen habilidades sociales avanzadas, lo que limita su capacidad para tener modelos a seguir. Por otro lado, las personas con carencias económicas enfrentan estigmas y discriminación que afecta su autoestima y su capacidad para interactuar de manera efectiva con los demás.

Pero ¿cuáles son los efectos de no saber “portarse bien”? La semana pasada hablaba yo con un grupo de docentes universitarios y uno de ellos me transmitía cuán importantes son estas habilidades interpersonales para el trabajo. Decía él que en una encuesta llevada a cabo entre las empresas de su ramo, la entrevista de trabajo pesaba un 60% en la oportunidad de ser contratado.

Si es así, se vuelve extremadamente importante abogar por políticas y programas que aborden las raíces de la pobreza y promuevan la igualdad de oportunidades para todos los miembros de la sociedad de tal manera que todas las personas y –en especial los estudiantes universitarios–, desarrollen las habilidades sociales que son tan importantes en el mercado laboral.

Enseñar habilidades personales en el aula universitaria es un desafío, pero hay algunas estrategias que pueden ser efectivas. El profesor con el que estuve hablando, el Dr. Mario Bermeo de la Facultad de Ciencias Químicas, me dio algunos consejos que ahora transmito a mis colegas. El primero, –dice él, es que el profesor/a debe modelar las habilidades interpersonales. Los profesores tienen la posibilidad de modelar la empatía, la comunicación efectiva y la resolución de conflictos en sus interacciones con los estudiantes y en la forma en que diseñan y dirigen las discusiones en clase. Me contaba, –por ejemplo–, la forma como él recibe a sus estudiantes:en la puerta del aula, como si fueran sus invitados.

El segundo consejo del Dr. Bermeo es el de incorporar al aula actividades prácticas como el trabajo en equipo, los debates, las simulaciones y los juegos de rol. Estas actividades son útiles para ayudar a los estudiantes a desarrollar habilidades personales en un entorno seguro y controlado.

Como tercer consejo, el profesor utiliza la retroalimentación constructiva para resaltar las habilidades personales de los estudiantes, tanto en su desempeño académico como en su comportamiento en clase. Allí el profesor resalta cómo el/la estudiante expone con claridad sus argumentos, colabora con otros estudiantes o demuestra su capacidad para resolver conflictos.

El Dr. Bermeo me da un cuarto consejo que es el de utilizar recursos externos, como son los de organizar talleres invitando a presentadores para que los estudiantes tengan la oportunidad de conocer otras formas de comunicación o el de proporcionar material de lectura adicional para ayudar a los estudiantes a desarrollar habilidades personales específicas.

Por último, –dice mi colega– “la reflexión es una herramienta poderosa para el aprendizaje y el desarrollo personal”. Aconseja a los profesores fomentarla entre los estudiantes a través de preguntas, diarios de aprendizaje y discusiones en clase.

Enseñar habilidades personales en el aula universitaria requiere una combinación de estrategias prácticas, retroalimentación constructiva y reflexión. Al proporcionar a los estudiantes la oportunidad de practicar y desarrollar estas habilidades en un entorno seguro y estructurado, los profesores pueden ayudar a preparar a los estudiantes para el éxito académico y profesional.

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