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El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

El imperialismo bailará salsa

07 de febrero de 2019

En los antiguos imperios occidentales se cultivó la idea de que un grupo superior tenía fuero divino para usar la fuerza, a fin de convertir a otros pueblos en servidumbre productiva, obtener tributos y apropiarse de recursos naturales. El ejemplo clásico es el de Roma, un modelo que colapsó cuando por efecto de su propia alucinación, sus riquezas fueron sacadas a través de la Ruta de la Seda hacia China e India (60 d.C.).

La cepa del viejo imperialismo combinada con el modo de vida capitalista, basado en la creencia de la reproducción automática del capital, hizo aparecer posteriormente el monstruo del imperialismo moderno, cuyo mayor legado no ha sido la prosperidad social, sino las más feroces guerras, la afectación ambiental, la miseria de las mayorías y la enfermedad psicológica de millones, quienes malsueñan con vivir como ricos.

El imperialismo moderno ha sido una realidad y una amenaza constante en América Latina. Después de la imposición del orden colonial español, hizo su danza el imperialismo económico inglés, hasta el aparecimiento de EE.UU., sobre el cual se dice: “Ningún imperio en el siglo XX ha sido más poderoso e indiscutible, aparentemente, que el de Estados Unidos en América Latina (Hobsbawm. 2016).

El poder del imperio norteamericano se sustenta en la capacidad bélica. Su espíritu mesiánico y guerrerista se altera mucho más, cada vez que el mercado de armas se contrae, o cuando otros imperios amenazan con controlar sus áreas de influencia.

Acerca de temas geopolíticos se puede tener posiciones diferentes, pero respecto de la posibilidad de que se produzca una invasión militar de EE.UU. a América Latina, la respuesta debe ser unánime: nosotros queremos ser una región de paz, no queremos ni colonialismo ni azotes imperialistas. Eso no conviene ni a América Latina ni al mundo en precario equilibrio. El imperialismo tiene una enorme oportunidad de aprender que la guerra no es el camino, que América Latina no es un botín, ni una colección de minas ni un mercado.

América Latina existe por su propia capacidad creativa, es todo un pueblo con singularidades, un campo de culturas ancestrales y humanismo hispanoamericano, sobre el cual el mundo desarrollado incivilizado tiene mucho que aprender. Si quieren conocernos, lean nuestra literatura, o escuchen nuestra música y al instante bajarán las armas. (O)

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