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“Harta” (2025) es una película del controvertido director Tyler Perry. Trata de un caso de una mujer, en el suburbio de alguna ciudad norteamericana, que, apremiada por la falta de dinero para pagar algunas deudas y sobre todo por la imposibilidad de cuidar adecuadamente a su hija debido a dicha causa, acude a un banco donde se le confunde con una asaltante.
El contexto es un barrio afroamericano en el que la mujer de nombre Janijah vive con su pequeña hija Aria. Se entiende que es madre soltera, muy entregada a cumplir con su oficio donde recibe un miserable sueldo. La trama, en dicho contexto, se muestra cruda y carga las tintas al extremo, concentrándose en un solo día donde la protagonista atraviesa una serie de avatares que el director se encarga de convertir en acontecimientos que, sumados unos a otros, conducen a un desborde de su conducta.
Digamos que el filme tiene el tono de algunos filmes en los que se muestran estados psicológicos de personajes que terminan descontrolándose; en este marco, se me viene a la mente “Tarde de perros” de Sidney Lumet o “Un día de furia” de Joel Schumacher, claro está con las diferencias del caso. Se puede decir que tanto “Harta” como los filmes mencionados y otros que podrían considerarse, nos presentan la realidad de alguien que en principio pareciera ser el de un día normal con sus problemas, hasta el de una explosión bordeando lo psicótico.
A Janijah, en efecto, le sucede lo indecible: tiene una hija enferma, la escuela le pide el pago de algo, la casera del departamento donde vive le exige la cancelación del arriendo (además atrasado) con la amenaza de botar sus pertenencias a la calle, no tiene dinero y es fin de mes; asimismo, en el supermercado donde trabaja enfrenta la presión e incomprensión de su jefe, sin descontar el maltrato que sufre de algunos clientes displicentes de sus servicios. A esto se suma un fortuito choque con un auto policial por el cual el policía conductor termina intimidándola. Aunque estos pueden ser los ingredientes de una trama que nos lleva a preguntarnos sobre cómo las personas en condiciones de pobreza deben solucionar el día a día, Perry los complica al hacer cruzar el destino de la protagonista con un asalto al supermercado, que lleva a Janijah a una acción desesperada para protegerse y salir además con un cheque ensangrentado.
¿Qué es lo que vemos en esta serie de hechos-acontecimientos? Cabe señalar que considero los hechos, los resultados de las acciones que día a día realizamos, y los acontecimientos, la complicación de estos hechos que muchas veces podrían llevarnos a situaciones extremas impensadas.
Pues bien, Perry nos lleva a reflexionar en torno a los hechos-acontecimientos, cuestiones como la pobreza en los suburbios de muchas ciudades, no solo norteamericanas, sino también mundiales. La pobreza en el desarrollo de la película implica bajos salarios, vivir con lo justo y necesario, una cierta falta de solidaridad, el desinterés a momentos de la sociedad, la reinterpretación de los hechos que se suscitan, ya sea por miedos o por insensibilidad hacia la vida de los demás.
La cuestión de la pobreza trae aparejada la marginalización de la vida. El retrato de la sociedad contemporánea en “Harta” implica que cada individuo vive su vida acorde a las circunstancias. Lo que se muestra es un mundo donde la deshumanización conlleva la falta de consideración y respeto hacia el semejante; la misma condición de pobreza de todos hace que la sociedad, el propio entorno, marginalice a quienes deberían formar una comunidad más bien interesada en superar por sí mismos sus problemas. En otras palabras, el filme de Perry propone mirar una sociedad sin comunidad, por paradoja: el individualismo lleva a la exclusión e incluso a la falsa acusación. La sociedad sin comunidad, de este modo, supone una sociedad sin cohesión, sin relaciones duraderas, en la que los individuos no son considerados personas, sino sujetos a expensas de ser violentados por quienes deberían hermanar.
Hasta aquí, quizá el filme de Perry es sugerente y nos conduzca a cavilar sobre la condición humana en la actualidad, minada esta por el individualismo, las relaciones efímeras, la falta de pertenencia y compromiso, la desigualdad social alentada además por los entramados del poder, el escepticismo ante la palabra y la valía de las personas que, asimismo, abre las puertas de la malicia.
Y digo que, hasta lo señalado, la película de Perry es reflexiva, pero pronto satura por el exceso. Janijah, así, quiere cobrar el cheque que logra rescatar de un fallido asalto perpetrado por otros en el lugar donde trabaja y del cual es despedida. El cheque ante la cajera despierta suspicacias, además porque en el preciso momento ya se empieza a informar por la televisión de aquel acontecimiento. Como todo cine norteamericano que carga las tintas, queriendo aprovechar la tragedia, llevándola al extremo, entonces vemos en “Harta” una maquinaria de especulaciones donde se entrelazan los medios de comunicación, la policía e incluso la transmisión en vivo y en directo (vía el celular de una funcionaria del banco) de lo que se convierte el supuesto cobro del cheque por parte de Janijah, es decir, en un supuesto atraco al banco. Alguien podría decir que así funciona la realidad, más aún si estamos en la sociedad del espectáculo analizada críticamente por Guy Debord y los situacionistas. Pero el problema radica en que el exceso de hechos, de complicaciones, de frases equivocadas, etc., de “Harta” coloca a este filme en la encrucijada de ser uno más del espectáculo o una obra que inquiere la conciencia de los espectadores. En este contexto, la película puede conmover, puede despertarnos iras contenidas, puede hacernos ver, como en un espejo, cómo somos cómplices de formar parte de una sociedad sin comunidad y que encima no hagamos nada al respecto, pero creo que “Harta”, termina banalizando lo que no debería. De acuerdo con ello, prefiero “Tarde de perros”, una cinta de 1975 dirigida por Sidney Lumet. Con esto no quiero decir que el trasfondo de lo afro en Norteamérica no sea importante, pero la obra de Lumet comparada con la de Perry la considero más política, donde la clave no es el espectáculo, sino la cuestión psicosocial que está en juego. Aunque Perry en el final incluso nos dé un giro de guion que sorprende y desconcierta, este golpe efectista vacía de contenido lo que parecía una denuncia.