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El Telégrafo
Fernando López Parra

Encuentro

22 de julio de 2021

Es común escuchar en las organizaciones publicas que no se puede cambiar, porque somos así y nada ni nadie podrá hacerlo. También oímos que las condiciones, históricas, económicas y sociales de cada país son diferentes y sus organizaciones con respecto a las nuestras son mejores. Parecería que nuestras organizaciones han sido las peores y siguen siendo y serán las de más bajo nivel según el criterio epidérmico de la sociedad. Una de las razones de este criterio, y con cierta razón es que se coloca como espacio de comparación a la administración pública con el mal manejo de los recursos.

Se constata que no solamente la corrupción es el indicador negativo sino también la falta de confianza en los gobiernos, la desidia, incompetencia y despilfarro en la ejecución de las políticas públicas, el patrimonialismo, la exacerbación procedimental o la lentitud en la prestación de los servicios, son características que lamentablemente no son exclusivos de todos los países de Iberoamérica con mayor o menor intensidad. Además, muchas de estas características se extienden a los países del mundo cuyo nivel de desarrollo económico y social es similar.

Las administraciones públicas son el medio por el cual la política se hace realidad para beneficiar a la sociedad y para construcción de ciudadanía. Se requiere de una gestión eficaz para cimentar legitimidad y confianza ciudadana. Si por el contrario generan despilfarro, corrupción y fracaso, contribuyen a generar inconformidad y subdesarrollo en la sociedad. Es un pedido y un desafío de uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que pide que los países tengan instituciones sólidas y eficaces.

En la actualidad con la pandemia se evidenció la necesidad de fortalecer la institucionalidad de lo público, del Estado y de sus organizaciones. Pues tenemos que direccionar más recursos para la salud, educación, empleo, investigación y otras. Estamos seguros que si se habrían invertido en los sectores señalados, de forma específica, los daños que seguimos sufriendo habrían sido menores. Lo que hay que reconocer a la fecha, es el gran esfuerzo realizado por el actual mandatario para lograr la meta de la vacunación y que se avizora que si se cumplirá para beneficio de todos los ecuatorianos. Hay otras crisis que tienen que resolverse como es la económica que ha sumido en el desempleo a cientos de miles de personas y ha empobrecido aún más a las capas sociales más desfavorecidas. Hay señales también del gobierno que se pondrá atención a esta complejidad y una de ellas es el fortalecimiento del sistema de planificación gubernamental para entender qué país queremos y trazar de forma técnica los objetivos y los recursos necesarios para una sociedad mejor.

Este gobierno del “encuentro” como se ha calificado deberá construir canales de dialogo y de colaboración con todos los actores estratégicos de la sociedad y uno que es por demás necesario es la academia nacional, por todos los recursos a nivel de conocimiento, y experiencia que ha construido. De manera especial es preciso crear espacios de colaboración mutua con las instituciones que forman gestores de lo público para que apoyen en este “encuentro” para el desarrollo del Ecuador.

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