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El Telégrafo
Sebastián Endara

Craneando la city

15 de septiembre de 2021

La crisis del Estado-nación ha producido la necesidad de promover otras formas de organización colectiva; particularmente me quiero referir a la ciudad, pero no en cuanto espacio o reducto arquitectónico, sino desde la consideración de la ciudad como institución política, como concreción de las formas en las que se ha resuelto y se resuelve, en la inexpugnable temporalidad, la vida colectiva y con ella el diseño de la cosa pública, la res-pública.

Es la ciudad la que revela los rasgos de las antiguas prospectivas y sus múltiples condicionamientos que en definitiva son padre y madre de aquello que es. Naturalmente no se trata de la cristalización de las tensiones políticas, económicas, sociales o culturales como clausura de las contradicciones sociales sobre las que a pesar de todo se levanta la ciudad; más bien se trata de la forma en que esas contradicciones, sin estar agotadas, se resolvieron provisionalmente, determinando los flujos del relacionamiento colectivo.

Estas contradicciones no solo tienen que ver con la organización del sistema productivo y económico, sino, de manera primigenia, en cómo concebimos la idea de la política, es decir la relación entre las personas, pero también el ordenamiento y organización de sus relaciones a partir de unos ideales constitutivos.

Por eso podemos decir literalmente que los fundamentos, bases y cadenas que sostienen a la ciudad no están hechas de piedra, metal, o aleaciones. Las bases de la ciudad están hechas de ideales, entendiendo sus connotaciones más amplias y al mismo tiempo precisas: objetivo, prototipo de perfección, modelo, concepto teórico, valor, aspiración.

La ciudad es un concepto político, quizá el concepto político por excelencia, y es el medio donde el ciudadano existe realmente y ejerce de manera consciente o inconsciente, su acción. Lo interesante de esto es que al parecer tenemos un déficit de pensamiento sobre la ciudad, o lo que es lo mismo, la estamos pensando de una manera estrictamente técnica, lo que implica que no se colocan los elementos fundamentales para su debate. Lo técnico, lo sabemos, se hace sobre lo que es y no sobre lo que debería ser, pero la ciudad fundamentalmente se construye sobre lo que debería ser. Así que sería buena idea incorporar a más pensadores en la planificación de las condiciones colectivas para la realización y gestión de la ciudad.

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