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El Telégrafo
Juan J. Paz y Miño C.

¿Diálogo sobre cuál economía?

05 de junio de 2017

La actitud del presidente Lenín Moreno para acudir al diálogo, tendiendo puentes con todos los sectores sociales, trata de ser manipulada por quienes buscan que prevalezcan los intereses privados sobre los nacionales.

El eje más importante se expresa en la economía, y a diario se bombardea con una sola visión de la realidad, que argumenta por la disminución del gasto público; escandaliza contra el supuestamente elevado monto de la deuda externa y contra la reciente emisión de nuevos bonos; exige revisar los impuestos para, sobre todo, suprimir el de salida de capitales y el pago anticipado del impuesto a la renta; plantea la defensa absoluta de la dolarización; insiste, con su enfoque aperturista, en atraer al capital extranjero, y que el BCE no maneje el dinero electrónico; parece coincidir con las alianzas público-privadas, esperando que también avancen las privatizaciones; pero, además, pide flexibilizar el trabajo, considerando como excesivos y hasta inconvenientes una serie de derechos y garantías laborales conquistados durante décadas de ascenso de la legislación y la conciencia sociales.

En el fondo de estos planteamientos se moviliza una persistente reacción contra el Estado, los impuestos y la primacía del trabajo sobre el capital, una trilogía que caracterizó al comportamiento de las élites oligárquicas de Ecuador desde 1925, cuando los gobiernos nacidos de la Revolución Juliana inauguraron el activo papel del Estado en la economía, crearon por primera vez un sistema de impuestos directos en el que pasó a ser rector el impuesto a la renta, y fundaron los derechos laborales y la seguridad social bajo el principio pro-operario. Hoy a esas tradicionales reacciones se suma la visión empresarial/neoliberal que todavía confía en que el mercado libre y el sector privado son los ejes naturales de la economía.

Un gobierno progresista y democrático, y más aún si se identifica con la nueva izquierda, solo puede tomar las ideas señaladas como el punto de vista de un sector minoritario de la sociedad ecuatoriana, aunque con poder; porque debe primar el peso mayor que está en los medianos y pequeños empresarios, los campesinos, indígenas y montuvios, los trabajadores de todo tipo, las clases medias y, en general, amplios sectores populares, cuyos intereses no son coincidentes con los que han mantenido las élites tradicionalmente dominantes en la economía del país.

En mucho, las propuestas aludidas siguen reviviendo viejos conceptos que dan cuenta de un sector privado que aún no se moderniza, que todavía no comprende sus responsabilidades estatales y sociales para un futuro distinto al del pasado latinoamericano.

Y, finalmente, lo que Ecuador requiere es continuar y profundizar la redistribución de la riqueza, la democratización de los factores de la producción, la seguridad social universal, la potenciación de los servicios públicos en educación, salud, medicina, seguridad y obras públicas, el fortalecimiento de la economía social y solidaria. Son las prioridades a las que cabe unir una clara conciencia de superación del capitalismo. (O)

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