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Piqué: La ‘diana de la ira’ de los seguidores de la selección española

Foto: AFP
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Gerard Piqué comienza a resultar apasionante. No hay un solo día que la prensa deportiva de España deje pasar por alto su comportamiento dentro y fuera de la cancha, analizando sus actitudes y reacciones frente a determinados estímulos exteriores y, sobre todo, frente a sus propios estímulos internos.

Estos últimos son, sin duda, los que más ‘ríos de tinta’ están haciendo correr, ya que el defensa del FC Barcelona se ha destapado como uno de los egos más descomunales de la historia de su club, muy por encima de Lionel Messi y Luis Suárez, y en clara competencia por el liderato que todavía ostenta Neymar.

Por enésima vez en su carrera futbolística, Piqué ha tenido que convocar a la prensa para explicar detalles inexplicables de su conducta durante la última concentración de la selección nacional, en plena batalla por asegurar su plaza en la Eurocopa del próximo año. El central culé fue descubierto a altas horas de la madrugada en un disco-bar de la ciudad de Oviedo tras jugar un partido crucial contra Eslovaquia en el que fue constantemente abucheado.

Es cierto que la pérfida prensa que le espiaba omitió que a su lado se encontraban Sergio Ramos, David de Gea, Cesc Fábregas, David Silva o Juan Mata, entre otros seleccionados por Vicente del Bosque. Pero la tormenta solo descargó rayos y truenos sobre su cabeza.

El motivo es que Piqué, del que ha trascendido que posee un coeficiente intelectual superdotado y que podría ganar tanto dinero desfilando por las pasarelas de la moda que dando puntapiés a un balón de fútbol, es un verdadero especialista en coleccionar enemigos. En Madrid le odian desde que en 2010 brindó al Santiago Bernabéu la goleada que su equipo infringió a su archirival con el gesto de su mano extendida hacia el cielo y una sonrisa abierta. Aquello fue un ultraje al sentimiento merengue en su propio santuario. Desde entonces, no han dejado de buscarle las vueltas.

Esta vez ha sido peor porque la decisión de avivar las brasas de la polémica ha sido del propio futbolista, al que se le fue la olla al declarar en vísperas del transcendental duelo contra Eslovaquia que si la selección de Cataluña fuera reconocida por la FIFA, no dudaría qué colores defendería. Ni corto ni perezoso continuó su diatriba reafirmando su condición de catalán por encima de español. Entrar en este terreno hoy en España es como apagar un fuego con gasolina. Fueron tantos los insultos y descalificaciones recibidas que a varios miembros del Gobierno no les quedó otra opción que intervenir a su favor para sofocar las llamas.

Varios exfutbolistas internacionales como Alfonso Pérez pidieron su expulsión inmediata de la Roja “por falta de sentimientos” y otras lindezas como que sea sancionado en el campeonato de Liga. Ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos, la Federación Española de Fútbol ha decidido trasladar a Alicante el partido amistoso que la ‘Roja’ e Inglaterra disputarán en Madrid en noviembre.   

En la conferencia de prensa convocada la semana pasada y donde se esperaba escuchar las disculpas ‘urbi et orbe’ de Piqué en aras de su buena convivencia con Casillas o Ramos, el central blaugrana recuperó los episodios más polémicos para exaltar su antimadridismo patológico, con frases como “quiero que el Madrid pierda siempre”, y su postura favorable a la independencia de Cataluña. Ante la pregunta de por qué, entonces, no abandonaba la selección española, el defensa culé sacó a relucir su intelecto para dejar al periodista sin respuesta: “Si te fijas en mi trayectoria, yo fui a la manifestación a favor del referéndum del año pasado y después jugué con España. Y nadie me silbó. Por lo tanto, no creo que ese sea el problema”.

El problema al que parece que se enfrenta el jugador del Barça, aunque él nunca llegue a entenderlo y siga repitiendo que su carácter es así y nunca lo cambiará, es la sobreactuación. Pese a los 170 puntos que marca su test de inteligencia y de que para muchas jovencitas es el príncipe de sus sueños, hay algo de perversión infantil en su necesidad de regodearse del rival, de humillar al árbitro en la cancha, de no saber ponerse nunca en su lugar.

Y pocas cosas se hacen más desagradables en el futbol que el infantilismo. De ahí que Piqué vaya haciendo tantos amigos por ahí y tantos de sus rivales, por no hablar de miles de aficionados en España, le tengan atragantado. (I)

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