Adriana Dáger es una de las mujeres jóvenes que con sencillez y perseverancia logró marcar una diferencia en el mundo del marketing y la publicidad. Todo gracias al tesón y empuje, al trabajo intenso que realiza en su agencia de publicidad Dagmar, especializada  en educación.

A sus 38 años, Dáger tiene  un masterado en Marketing y en la actualidad  se encuentra inmersa en otro reto más en su vida como directora general de la Unidad Educativa Paul Rivet, institución que dirige con ideas innovadoras.

Ella incursionó en el ámbito de la educación con el objetivo de brindar una oportunidad de formación académica diferente, con el valor agregado de la calidez humana. 

“Buscamos constantemente brindar apoyo, es por ello que a través de la Unidad Educativa Paul Rivet tiene el objetivo de año a año  incorporar a estudiantes que no solo aporten a la sociedad con conocimientos, sino también con valores y el deseo de ser parte de un mundo mejor”, dice Dáger.

  “Jamás guarden rencor porque eso frena al ser humano y  su crecimiento personal y profesional”, agrega en referencia a los obstáculos que las personas  encuentran.

También considera que las personas siempre deben tener buenos sentimientos y que el pilar fundamental del éxito en su vida es la gratitud. “Eso me ha permitido crecer en todo lo que he emprendido, dar servicio al prójimo, a mis estudiantes, a mis colaboradores”.

Es fácil ver a Adriana por los pasillos del colegio mientras conversa con los estudiantes, padres de familia o docentes.

Los alumnos la consideran una persona a la que pueden tener acceso. Lejos quedó la imagen de directiva que es lejana de los estudiantes, de ahí que niños y jóvenes cada vez que la ven se lanzan a abrazarla y a contarle lo que han hecho durante el día.

     A Dáger además de la educación le apasiona la publicidad, por ello ha recibido invitaciones a los premios Effie cuando era gerente de la agencia  de Comunicaciones Dagmar, actividad que por más compleja que sea le permitió combinar sus facetas de mujer, empresaria y madre, sin contratiempos.

“El deseo de superación nace en nosotras. Las mujeres tenemos el campo libre para triunfar. Cuando un ser humano tiene el deseo de ser mejor y trabaja para serlo no hay poder humano que lo detenga”. (I)