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El Telégrafo
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Pese a conocer su procedencia aún se mantiene el nombre de ‘Panamá Hat’

Las casas exportadoras de sombreros de paja toquilla, propiedad de judíos

La paja toquilla era llevada de Manabí a Azuay y Cañar, donde era tejido el sombrero. Cinco empresas judias controlaban antiguamente esta industria en Cuenca. Foto: José Luis Llivisaca / El Telégrafo
La paja toquilla era llevada de Manabí a Azuay y Cañar, donde era tejido el sombrero. Cinco empresas judias controlaban antiguamente esta industria en Cuenca. Foto: José Luis Llivisaca / El Telégrafo
12 de octubre de 2014 - 00:00 - Ágatha Rodríguez, Cátedra Abierta de Historia. Universidad de Cuenca

La industria del sombrero de paja toquilla constituyó por varias décadas el principal ingreso económico de las provincias de Azuay y Cañar, desde sus inicios en el siglo XIX hasta cuando alcanzó altas cifras de exportación en la primera mitad del siglo XX llegando a representar el segundo producto de exportación a nivel nacional. A partir de los años cincuenta dicha industria cayó drásticamente y nunca volvió a recuperar su anterior prosperidad.

El negocio de la toquilla se desarrollaba en distintas etapas. En primer lugar al llegar la materia prima desde la provincia de Manabí a manos de las tejedoras de Cuenca, Azogues, Biblián, Gualaceo, Chordeleg y Sigsig, estas tejían un sombrero cuya elaboración podía llevar más o menos 2 semanas. Los sombreros eran comprados por los llamados ‘revendones’ o ‘perros’ quienes trabajaban buscando el producto para entregarlo a los comisionistas, que a su vez eran quienes se entendían directamente con los dueños de las casas exportadoras, todas ubicadas en la ciudad de Cuenca.

Generalmente el negocio de la toquilla no terminaba en las casas de exportación sino en las casas de importación en Nueva York, quienes recibían un producto todavía por terminar, agregando detalles como la decoración de acuerdo con el mercado en el que se iba a distribuir, proceso que tenía lugar en las casas de acabado en Estados Unidos.

La mayoría de casas exportadoras eran del extranjero

Luis Monsalve Pozo en su artículo ‘El sombrero de paja toquilla’ señaló que las casas exportadoras se dividían entre mayoristas y minoristas. A partir de los años cuarenta serían 10 las casas mayoristas que controlaban la industria, en sus palabras: “de estas 10 casas, las 5 son extranjeras, siendo sus principales de nacionalidad judía… (sic)”.

Exactamente se refiere a: La K. Dorfzaun (1939), La Ernesto J. French (s/f), La Emenco (s/f), La Lukaiser Corp. S.A. (1939) y La Brandon Hat Co. (1950) que, en distintas fechas y por múltiples circunstancias, habían sido iniciadas por familias judías o por caballeros judíos en asociación con cuencanos.

Por ejemplo hay que señalar los pormenores de la casa exportadora K. Dorfzaun de propiedad de Kurt Dorfzaun judío-alemán y el caso de Rodolfo Sydow, también judío, de quien se tiene registro se dedicó a la industria de la toquilla pero no se conoce, hasta el momento, si fue propietario de una de estas casas mayoristas, pues no consta en su expediente de naturalización. Ambos huyeron de la persecución nazi y encontraron en el negocio de la exportación de sombreros de paja toquilla la forma de insertarse económicamente en el país que les había acogido, de acuerdo con las leyes que pedían dedicarse a una industria que favoreciera al desarrollo nacional. Asimismo, en los años que empezaron sus operaciones las exportaciones decayeron debido a la Segunda Guerra Mundial teniendo a partir de 1946 un repunte que garantizó el éxito de quienes se dedicaban a este negocio.

Por otra parte están las casas exportadoras Lukaiser Corp. S.A. y La Brandon Hat Co., la primera de propiedad de Henry Lukaiser, judío-norteamericano, en sociedad con ecuatorianos y la segunda le pertenecía al señor Stanley Brandon y a su hijo Stanley Brandon Henríquez, probablemente judíos-norteamericanos que mantenían una sociedad con Marcelo Jaramillo, cuencano. En este caso no huían de una guerra sino que creyeron firmemente en la industria toquillera y en el éxito que podrían conseguir si se dedicaban a este negocio.     

Ernest John French M., de nacionalidad inglesa, según consta en una lista de extranjeros que se radicaron en Cuenca a mediados de 1940, tenía por profesión comerciante y fundó la Ernesto J. French, que llegó a ser una de las casas mayoristas, y que finalmente desapareció al igual que la casa Brandon Hat que tenían un plazo de funcionamiento de 20 años. La antes mencionada desaparición de casi todas las casas exportadoras está relacionada con el paulatino decaimiento de la industria del sombrero de paja toquilla que, aunque nunca desapareció del todo, sí fue perturbada por los cambios del mercado mundial.   

La Emenco S.A., también fue propiedad de un extranjero, según Monsalve Pozo se trata de un judío, pero no podríamos asegurarlo pues no se ha encontrado datos tan exactos como en el caso de las otras casas exportadoras.  

Alemanes que llegaron a Cuenca luego exportaron sombreros

Interesa destacar que la última fase del negocio de los sombreros de paja toquilla tenía lugar fuera del país, como ya se había señalado, las casas importadoras de EE.UU. fueron el último sitio al que llegaba el producto y de ahí se distribuía al mercado norteamericano y europeo. Los llamados importadores mayoristas —dice Monsalve Pozo— poseían “unas 6 casas de este orden de propiedad judía casi todas…”. Así, las casas exportadoras en Cuenca se convertían en agentes exclusivos de las casas importadoras de Nueva York por los lazos familiares o amistades ya consolidadas, haciendo rentable el negocio y convirtiéndolas en las más exitosas tanto en el país como en el extranjero.

Tal es el caso de la exportadora K. Dorfzaun fundada en 1939 por un emigrante alemán. Sobre la llegada de su familia a Ecuador, Alberto Dorfzaun relató que “por casualidad su tío tenía un sombrero de paja toquilla, en este se indicaba su procedencia, por esa razón escogieron venir a este país”, su tío abuelo fue quien inició el negocio en Cuenca pero en 1945 su padre Kurt Dorfzaun tomó a su cargo la exportadora mientras que su tío se encargó de la importadora en Nueva York, es un ejemplo de lo que indicó Monsalve Pozo. La K. Dorfzaun es la casa exportadora con más tradición de las fundadas por extranjeros y la única que se mantiene en la actualidad trabajando en Cuenca.

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