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Una persona mayor experimenta sensaciones felices de igual intensidad que un joven

¿Ha llegado a pensar que la felicidad se va con los años?

A medida que avanzan los años, las personas adultas mejoran el manejo de los afectos, por lo que tienen sus propias particularidades de crecimiento personal. Foto: John Guevara / El Telégrafo.
A medida que avanzan los años, las personas adultas mejoran el manejo de los afectos, por lo que tienen sus propias particularidades de crecimiento personal. Foto: John Guevara / El Telégrafo.
16 de agosto de 2014 - 00:00 - Kléver Paredes B.

Para abordar el siguiente tema partamos de una pregunta -en la que pueden participar hombres y mujeres, sin importar su edad-, a manera de sondeo: ¿Son felices las personas viejas? Tómese su tiempo para responder.

La felicidad por lo general se asocia con la juventud y tiende a disociarse a medida que pasan los años. Seguramente a su mente vendrán aquellos anhelosde la niñez de ‘conquistar el mundo’ durante la ‘juventud, divino tesoro’.

Es muy probable que las primeras canas lo pongan alerta. Y ni qué decir de las arrugas, cuando empezamos a creer realmente que llegar a los 40 años significa empezar a vivir cuesta abajo. Más aún si en ese proceso se evalúa lo que consideramos éxitos o fracasos individuales.

Si su respuesta es ‘no’, los viejos no son felices, debe empezar a cambiar ese criterio a fin de que viva con alegría a medida que pasan los años.

La felicidad es una valoración subjetiva que mejora y se incrementa conforme envejecemos. No es el envejecimiento el que resta la felicidad, sino las circunstancias que solemos asociar a la vejez.

Un estudio realizado en 2006 por VA Ann Arbor Healthcare System junto con la Universidad de Michigan (EE.UU.) así lo demuestra. Los participantes (divididos en 2 grupos de 21 a 40 años y mayores de 60) fueron invitados a evaluar y predecir su propia felicidad, según su edad actual, a los 30 años y a los 70 años, a fin de expresar la felicidad que, a su modo de ver, tenía la mayoría de la gente en esasedades.

El análisis estadístico de la encuesta reveló que los mayores se sentían mucho más felices que quienes tenían menos de 40 años y que todos los participantes, en general, opinaban que a los 30 años se era más feliz que a los 70, y que la felicidad disminuía con la edad.

Según Rocío Fernández, catedrática de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad Autónoma de Madrid, una persona mayor experimenta emociones con la misma intensidad que personas en la juventud, así como los mayores sienten emociones positivas con igual frecuencia que la gente más joven.

A criterio de Fernández, en un artículo publicado en la red del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, existe una fuerte evidencia de que la experiencia emocional negativa es menos frecuente a partir de los 60 años. A esas edades existen más expresiones de felicidad, gratitud y contento frente a la frustración, tristeza o rabia.

La conclusión de la mayor parte de autores que investigan el mundo afectivo de los mayores es que en la vejez existe mayor complejidad y riqueza emocional. Es decir, que en la vejez se incrementa el manejo adecuado de los afectos y, por tanto, existe mayor ‘madurez afectiva’.

Cuando pensamos en el fenómeno del envejecimiento miramos solo el aspecto biológico. Tendemos a pensar que a partir de una determinada edad nos espera con los brazos abiertos la dependencia, el declive, el deterioro. Esos son prejuicios y estereotipos negativos sobre la vejez, elementos comunes de nuestro imaginario sociocultural, debido a la valoración positiva de la juventud, la belleza, etc.

El envejecimiento no es visto como una etapa natural de nuestro ciclo vital, que tiene sus particularidades, posibilidades de desarrollo y de crecimiento humano, que no es una etapa de involución.

Si bien en la etapa adulta se sienten algunos ‘achaques’ y la enfermedad acecha, en términos de felicidad existe la equivocada creencia de que los días más felices en la vida de una persona se producen durante la juventud.

El apoyo familiar, clave para lograr el bienestar

Los investigadores de la Universidad de Granada publicaron un artículo en la Revista Journal of Happiness Studies (2013). En él exploran sobre la felicidad actual (en el momento del estudio) y pasada (a lo largo de la vida) de hombres y mujeres mayores de 65 años, con diferentes características personales y sociodemográficas.

Los datos obtenidos hacen referencia a que las personas mayores de 65 años son más felices cuando, a su vez, han disfrutado de una vida feliz. Además, aquellos mayores que no sufren de depresión, que cuentan con apoyo familiar y que pueden ejercer su actividad diaria sin depender de otros, están más satisfechos con su vida.

Laura Carstensen, directora y psicóloga del Centro de Longevidad de la Universidad de Stanford (California), asegura que las personas mayores son (al menos estadísticamente) ‘más felices’ que las jóvenes. Se pidió a personas de entre 18 y 90 años que llevaran un diario de vida enfocado en sus estados emocionales y descubrió que la frecuencia con que jóvenes y mayores experimentaban emociones positivas era muy similar, pero que los mayores experimentaban menos emociones negativas. Además, comprobó que en las personas mayores los estados positivos duraban más y los negativos menos; es decir, con la edad las personas se recuperaban antes cuando se sentían tristes y que cuando estaban alegres, la sensación les duraba más tiempo.

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