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El índor es el deporte favorito de los pobladores a pesar de las bajas temperaturas

Las hidroeléctricas ponen a soñar a los habitantes de Pindilig

La parroquia de Pindilig, ubicada al este de Azogues, amanece por lo general entre bruma y viento. Fotos: Bianca Valverde / El Telégrafo
La parroquia de Pindilig, ubicada al este de Azogues, amanece por lo general entre bruma y viento. Fotos: Bianca Valverde / El Telégrafo
10 de febrero de 2015 - 00:00 - Bianca Valverde Zea

Pindilig, Azogues.-

El paisaje bucólico del lugar hace -por momentos- olvidar el intenso frío que no perdona a visitantes y propios de esta zona. Armados de ponchos gruesos y varias capas de ropa, los habitantes de Pindilig, parroquia oriental de Azogues, combaten las gélidas mañanas.

El Sol no asomará en la zona sino hasta aproximadamente a las 08:00, cuando se despeja la niebla de la única carretera principal que surca la zona.

Puede que los rayos del sol no salgan, pero la actividad en este paraje de la serranía comienza en medio de la bruma y la obscuridad, al igual que en la mayoría de parroquias agricultoras y ganaderas por tradición. 

Para las 07:00 las calles principales y secundarias lucen adornadas por las cantarillas -recipientes metálicos- a la espera de que cerca de media docena de camiones recojan el principal producto de la zona y orgullo de sus habitantes: leche espesa y con una nata “supergruesa”, como allí la describen.

“Nosotros somos un pueblo netamente lechero, es nuestro orgullo. De aquí parte la leche para ser procesada en Cuenca”, comenta inflando el pecho Sergio Guarquila, una mano trabajadora más del sector pero que, además, funge en la actualidad como teniente político de Pindilig.

Guarquila recorre a paso lento el tramo de la carretera Matrama - Rivera, que cruza su parroquia nativa y que la une con otras comunidades, como Luis Cordero y Taday.

Es hora de tomar el carro, dice, mientras sube a su querida y combativa camioneta. 15 minutos después se muestra ante los ojos de los visitantes lo que en los últimos años se ha convertido en la esperanza de los oriundos de Pindilig: la central hidroeléctrica Alazán, que se conecta con sus similares de San Antonio y Dudas-Mazar. Estas estructuras inyectarán 20,82 MW al Sistema Nacional Interconectado.

La mano de obra en la central en su gran mayoría proviene de Pindilig, aunque también este grupo humano trabaja con técnicos chinos que -fieles a su costumbre- viven en su propio mundo.

La construcción de la central hidroeléctrica de Alazán comenzó en enero de 2012. Más del 70% de sus trabajadores proviene de Pindilig.

A gran parte de los trabajadores locales le llegó la oferta laboral por casualidad. Fue allá en enero de 2012 -cuando arrancó la construcción de la central-, como lo recuerda Jorge Morquicho, un guardia de 35 años, de baja estatura y escaso cabello. Él hasta hace 2 años se dedicaba a la agricultura hogareña, pero surgió la oportunidad de laborar en los proyectos hidroeléctricos. Primero fue albañil y después pasó a convertirse en el celador de la línea de torres en la central de Alazán.

No todos los habitantes de Pindilig recibieron la oportunidad en sus hogares. Hay casos como los de aquellos que regresaron al país para reunificar sus familias y para intentar ganarse la vida luego de una mala experiencia en el exterior.

Esa es la historia de Darío Morquecho -de 24 años- que trabajó en Estados Unidos por un año y regresó a su natal Pindilig en 2013. “Me tocó migrar como muchos lo hacen y regresé, no me gustó la vida de jornalero (en EE.UU.). Los que antes eran migrantes ahora están trabajando por la zona y creo que les va bien, no ha habido ninguna queja”, afirma Morquecho antes de despedirse y partir en su moto dorada.

La migración, dolor que no pasa

Durante las tardes, en Pindilig es común ver a ovejas, cerdos, vacas y caballos arreados por jinetes o personas que van a pie con cuerdas amarradas a los cuellos de los animales.

“Esa es nuestra costumbre, la de todos”, explica Ana María Nasput a los  jóvenes y niños que retornan de la jornada de estudio. Este periplo de regreso a los estudiantes les puede tomar media hora, dependiendo de los horarios de los pocos buses que pasan a lo largo de la vía principal en Pindilig.

Una vez que se bajan del transporte, inician una caminata por las calles secundarias polvorientas de la comunidad, un escenario que los jóvenes usan para ponerse al día en sus temas personales, en sus problemas, en sus alegrías y penas.

El tema de la migración no deja de ser uno de los más tratados. Cañar -junto a Azuay y Loja- es una de las provincias donde más personas partieron luego de la crisis financiera del siglo pasado.

José Daizela tiene 19 años y desde hace 13 no ha podido abrazar a sus padres que se encuentran indocumentados en EE.UU. En esa ausencia, él y sus 2 hermanos, de 17 y 14 años, han estado al cuidado de su abuela y solo han intercambiado fotos con sus progenitores para registrar el paso del tiempo.

Esta parroquia oriental solo cuenta con una vía principal asfaltada. Las rutas secundarias aún están en condiciones precarias.

Daizela luce el equipo de educación física del colegio Manuel S. Ormaza, con un peinado que le cubre gran parte de la frente. A pesar de su edad, está en primero de bachillerato porque perdió años de estudio cuando trabajó como carpintero. Sus actividades transcurren entre los estudios, la cocina para sus hermanos y el indorfútbol. Todavía no sabe qué hacer después del colegio, pero su meta es terminarlo lo más pronto posible. Se despide y sigue su trayecto hasta su casa de adobe, unos kilómetros más hacia el norte.

La muerte de la tarde es señal del fin de actividades laborales en Pindilig, aunque el frío nuevamente invade el sector esto no impide que los más jóvenes salgan a las canchas improvisadas de índor.

Un grupo de futbolistas amateur toca la ventana de la casa de Guarquila para pedirle que les preste un balón. El teniente político deja por un momento su agua aromática y concede el favor a los muchachos.

Son las 21:00, Guarquila ya tiene que dormir, su rutina empezará nuevamente en 5 horas para atender en el comedor que tiene.

Mientras da los últimos sorbos a su bebida caliente, reflexiona sobre su pueblo.Acepta que ya no está tan olvidado como antes, que las hidroeléctricas han traído trabajo en la zona, pero lamenta que aún falten centros educativos.

DATOS

La parroquia Pindilig tiene una población de 2.000 habitantes, tanto en el centro urbano y rural.

Pindilig  y Taday fueron descritas como anexos de Azogues.

El 23 de febrero se celebrarán los 157 años de parroquialización de Pindilig. Los habitantes de esta localidad son devotos a San Juan Bautista de Pindilig. Su fiesta se celebra el 24 de junio de cada año.

Pindilig está ubicada a 32 kilómetros de Azogues. Toma aproximadamente una hora llegar hasta allá desde la capital provincial. Se puede ir en transporte público, que pasa en la mañana y en la tarde.

Esta parroquia cuenta con 7 comunidades: Shal, San Pedro, Zhoray,  Dudas, Queseras, Shabluth, Carchi-Corral.  

Al momento no hay señal para celulares en la zona y sus habitantes solo tienen acceso a un canal de televisión.

El proyecto hidroeléctrico de Alazán iniciará sus pruebas a mediados de marzo.

En la parroquia hay 7 unidades educativas que todavía no están en óptimas condiciones.

Pindilig será sede de la quinta edición del Carnaval de las Mancomunidades que se realizará el domingo 15 de febrero.

Entre los platos favoritos de la zona están los cuyes con papas, dulces de manzana y los panes hechos en horno de leña.

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