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El Telégrafo
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Las calles polvorientas de verano se convierten en espacios llenos de lodo en invierno

Pretoria, la comuna fluminense nació como un ingenio azucarero en los años 20

Los comuneros, cuya jornada de trabajo concluye a las 12:00, se dedican a la agricultura. Los habitantes se reúnen en las noches, en el único parque que poseen. Foto: Cortesía Jammel Arveláez
Los comuneros, cuya jornada de trabajo concluye a las 12:00, se dedican a la agricultura. Los habitantes se reúnen en las noches, en el único parque que poseen. Foto: Cortesía Jammel Arveláez
29 de septiembre de 2015 - 00:00 - Johnny Alvarado D.

El paisaje costeño empieza a cambiar. Los sembríos de arroz, banano y cacao van quedando atrás e inicia una empinada carretera que, según la señalización, lleva a Guaranda.

A un costado de la vía está el cantón Montalvo, Los Ríos, y al otro el desvío a Caluma, una vía secundaria muy angosta y con varios desniveles.

A tan solo 5 kilómetros se ubica el recinto Pretoria, un caserío a ambos lados de la vía que puede pasar desapercibido y cuyos lugareños disfrutan por ser apacible, pero con necesidades.

Desde la carretera parece que las casas no están habitadas, pero tras ellas se descubre una belleza natural, un hábitat colorido, donde se encuentran varias cuadras de plantaciones de cacao, café, maíz y cítricos. Estos cultivos son el sustento económico de los habitantes de esta comuna.

El recinto Pretoria está ubicado a 113 kilómetros de Guayaquil (una hora con 48 minutos de viaje), su cabecera cantonal es Juan Montalvo. Uno de los principales problemas que afronta el lugar es la falta de agua potable. “Aquí lo que tenemos es agua entubada”, dice Manuel Vistín, de 50 años y oriundo del sitio. “Desde que recuerdo nos abastecemos de agua del río Pretoria. Antes por medio de baldes, ahora por tubería, pero esa agua no es potable”, asegura; y añade que cuando bebe de una botella adquirida en la calle el sabor es diferente.

100 familias habitan el lugar

Pretoria es un recinto de calles polvorientas. Ninguna de ellas tiene asfalto, mucho menos pavimento. Pero sus habitantes la reconocen como tierra fértil. El 98% de los lugareños se dedica a la agricultura.

Lleva su nombre gracias a la designación que le dieron los romanos a los lugares donde el presidente de una provincia ejercía justicia.

En 1900, Pretoria era una hacienda cacaotera, que fue adquirida por Don Horacio Espinel, quien instaló una destilería de aguardiente, cuyo producto fue conocido como ‘Mallorca El Roblecito’.

En 1920 la compró Gabriel Núquez, quien mantuvo la destilería y le cambió el nombre al producto, por ‘Mallorca Pretoria’.

La hacienda se convirtió en un lugar próspero e incluso se transformó en un ingenio azucarero en donde trabajaban todos quienes habitaban en las adyacencias.

Así lo recuerda Alcides Menardo Núñez, de 91 años, a quien el pueblo lo reconoce como el hombre más longevo del sitio y quien en 1970 formó parte del Comité Pro-mejoras de Pretoria, como presidente de la junta. Él asegura que ahí habitan cerca de 100 familias y que la población bordea los 500 habitantes.

Núñez cuenta que una vez que se decidió cerrar el ingenio se parceló el lugar y muchos de los trabajadores compraron tierras en donde ahora habitan sus hijos y nietos.

“Las familias que forman parte de la comunidad son el reflejo de una comuna que desea crecer y ser parte del progreso social y económico, aunque con algo de dificultades”.

Sus calles desérticas y polvorientas adquieren algo de ritmo cuando los estudiantes de la escuela Rafael Morán Valverde salen de clases a las 12:30. Un griterío inunda el parque central compuesto por una cancha de índor, juegos infantiles y una capilla que permanece cerrada. La misa se escucha una vez al mes.

Según Wilson García, director de la escuela, los chicos que asisten a la única institución educativa del sector son capacitados por profesores que cuentan con el aval del Ministerio de Educación.

Dice que la educación ha mejorado en el país durante los últimos 8 años. “No soy partidario del gobierno, pero debo reconocer que se ha mejorado y que los niños del país no solo reciben educación de calidad sino también libros, uniformes y colación escolar gratis. Lo que sí necesitamos y aún no tenemos es un acceso rápido a internet”.

Al observar la falta de computadoras con internet en la comuna, la familia Miranda optó por instalar un negocio. Ellos son los únicos que tienen un ‘ciber’ de banda ancha en la sala de su domicilio.

La iniciativa de estos residentes ahorra tiempo y dinero a los estudiantes (usuarios más frecuentes), quienes antes tenían que trasladarse a Montalvo para realizar alguna consulta educativa o deberes.

Una lucha constante por mejoras

Sixto Núñez, presidente de la comuna, es quien asiste a las reuniones que se realizan tanto en Montalvo, (cantón más cercano) como en la Prefectura que está ubicada en Babahoyo. Él está al tanto de los petitorios que se realizan a las autoridades y también conoce de aquellas promesas incumplidas.

Su trabajo como agricultor lo alterna con la dirigencia. Está pendiente del alumbrado público, del agua y está buscando el asfalto para las calles del recinto.

“Si un lugar aumenta su población y consta como recinto de un cantón, debe por lo menos tener cubiertas las necesidades básicas como el alcantarillado, asfalto, seguridad y agua potable. Nosotros también hemos pedido que se coloque una red eléctrica para tener un mejor alumbrado público, pero ha pasado casi un año y no lo tenemos”.

Lo que más le urge a los comuneros es el agua. Para ahorrar el líquido que les llega a la casa, las mujeres lavan la ropa en el río.

Edilma Vistín de 27 años, acude una vez por semana junto a otras amas de casa. “Aquí en el recinto hay agua que, según dicen, es potable, pero no lo es porque es la misma agua del río. En verano llega limpia y cristalina, pero en invierno es demasiado turbia, no sirve ni para los animalitos, peor para el consumo humano”.

Los comuneros coinciden en que uno de los servicios que se ha convertido en la principal necesidad es la falta de alcantarillado: “la comunidad crecerá, por ello es urgente que las autoridades cubran las necesidades del recinto”. (I)

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