Francia despide a Semprún, el más francés de los escritores españoles
Intelectuales, escritores políticos y medios de comunicación galos homenajearon este miércoles al escritor Jorge Semprún, de nacionalidad española pero afincado en París, donde falleció a los 87 años de edad, y que el presidente galo, Nicolas Sarkozy, definió como un "francés de adopción".
"Jorge Semprún eligió Francia como patria", aseguró el jefe del Estado en un emotivo comunicado en el que se refirió a él como "adversario del franquismo y del nazismo" pero también del marxismo, y como "figura tutelar entre los escritores comprometidos del siglo XX".
El presidente destacó al mismo tiempo la contribución de Semprún "a la comprensión de los resortes de los totalitarismos".
La reacción del presidente se produjo un día después del fallecimiento del escritor a los 87 años, en su domicilio de París, fruto de un accidente vascular cerebral que acabó con una vida debilitada en los últimos años por las enfermedades.
Apenas se le veía en actos públicos pese a que durante años había sido un referente de la cultura francesa, una voz escuchada y respetada, como testimoniaba su condición de jurado del prestigioso premio Goncourt.
Las televisiones y radios galas dedicaron espacios especiales al que consideraban un escritor de lengua francesa, idioma que utilizó en sus principales obras.
"Quedará para todos nosotros como una de las mejores figuras del pensador comprometido al servicio del ideal europeo", aseguró el ministro francés de Cultura, Fréderic Mitterrand, quien destacó el que eligiera "la lengua francesa como segunda patria".
En similares términos se pronunció el primer ministro, François Fillon, al manifestar que con Semprún se pierde, no sólo "un gran escritor, sino también un gran testigo de nuestro tiempo, de sus luchas y sus dramas".
La ministra española de Cultura también se trasladó a París, donde visitó el domicilio del escritor y donde rindió homenaje a quien le precedió en el cargo entre 1988 y 1991.
"Fue un magnífico ministro de Cultura. Su manera de entender la política no se doblegaba al pragmatismo, sino que siempre mantenía ese espíritu exigente y crítico de un nivel moral muy alto, y le dio un prestigio al Ministerio de Cultura enorme", señaló la ministra, particularmente atraída por sus trabajos en el séptimo arte.
El apoyo de la clase política se completó con el de numerosos intelectuales, acostumbrados a la voz de Semprún desde el púlpito de los diarios con los que colaboró o del restringido club de los jurados del Goncourt.
Uno de sus colegas en ese pequeño grupo, el periodista Bernard Pivot, padre del célebre programa televisivo de divulgación literaria "Apostrophe", amigo personal de Semprún, afirmó que su obra "cuenta la ferocidad del siglo XX".
"Todo lo que ha escrito habla de su vida, incluidos sus guiones de cine. Semprún encontró en su vida, a menudo heroica, la sustancia de sus libros", aseguró.
Frente a la imagen seria, en ocasiones grave, que tenía el escritor, basada en la crudeza de los asuntos que trató en sus obras, Pivot le definió como "alguien feliz, desenfadado, amante de la buena carne y del buen vino", una persona con buen humor.
El director Costa Gavras, para quien escribió varios guiones cinematográficos, destacó también su "dulzura", que "hacía sentirse bien a quienes le rodeaban".
En declaraciones al vespertino "Le Monde", el cineasta de origen griego puso de manifiesto su "honestidad política" y recordó su intento de ingresar en la Academia Francesa, abortado por algunos "inmortales" a causa de su pasado comunista.
Gavras aconsejó a la izquierda europea leer su última obra, "Une tombe aux creux des nuages". "Ahí está todo, hace un análisis de la situación social perfecto. Hallamos todos los ingredientes para comprender, por ejemplo, las revueltas de la juventud en España y en el resto de Europa", dijo.
El escritor Hervé Chabalier, fundador de la agencia fotográfica CAPA y del "Festival Européen des 4 Écrans", cuyo primer presidente, en 2007, fue Semprún, destacó su "valentía" y el hecho de haber "estado siempre en el buen momento y con el buen tono".
En Francia vivió sus últimos años y ahí reposarán sus restos, junto a los de su última esposa, en la pequeña localidad de Garentreville, a unos 50 kilómetros de París, donde la familia posee una vivienda.
El entierro tendrá lugar el domingo próximo y un día antes Francia le rendirá un sentido homenaje en el Instituto Henry IV, en el que entró en contacto con la cultura francesa cuando llegó exiliado a los 14 años.