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El Telégrafo
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Lea la entrevista con la autora en la próxima edición del suplemento cultural cartón piedra

“Las historias reales me hacen sentir segura”

Guerriero dicta talleres de crónicas, es columnista de diario El País, de España, y se dedica a contar historias desde los márgenes de lo real. Foto: Miguel Castro / El Telégrafo
Guerriero dicta talleres de crónicas, es columnista de diario El País, de España, y se dedica a contar historias desde los márgenes de lo real. Foto: Miguel Castro / El Telégrafo
18 de agosto de 2015 - 00:00 - Redacción Cultura

A Leila Guerriero (Junín, Argentina, 1967) la realidad, como materia prima, le parece fascinante. Ha recibido propuestas editoriales para introducir narraciones de ficción en sus crónicas. A ella le parece increíble que alguien pueda pensar que una historia real es más conmovedora y fascinante con dosis de ficción, que documentar una historia volviéndose invisible frente a sus entrevistados.

“A mí me sirve aplicar curiosidad, derrochar paciencia y cultivar discreción:preguntar como quien no sabe, esperar como quien tiene tiempo y estar allí como quien no está”, dice Guerriero en la introducción al perfil de Homero Alsina, el periodista y crítico cinematográfico por quien escribió Vida del señor sombrero.

Leila Guerriero tiene un pacto con sus entrevistados. Todo lo que pasa con un entrevistado en el momento en el que se acordó una visita puede ser escrito. Aunque la grabadora esté apagada. Leila Guerriero está esperando siempre el momento que pueda resultar revelador y no la declamación de la persona a la que le interesa hacerle un perfil durante una entrevista. “Para mí está claro que todo lo que hago, miro o escucho puede terminar en el texto”.       

Está consciente de que su primer compromiso -como periodista- es con determinada cantidad de límites.“Los límites del periodismo son en realidad uno solo:uno no puede inventar lo que no está”, dice.

Esos límites -cree- han jugado a  su favor. No sabe cómo funciona la cabeza de un escritor. Le da pavor pensar en cómo sería inventar una historia, aunque siempre parta de algo real -agrega-. “Los límites de las historias reales me hacen sentir más libertad, más segura y cómoda. No son límites. La realidad me hace partir de un suelo seguro”, dice.  

Es consciente de que el periodismo funciona como la fantástica excusa para introducirse en el mundo en el que jamás alguien se metería. Le pasó con la historia de El amigo Chino, Ale, “el hombre que me alimenta”, dice en su relato.             

Durante varias semanas logró dejar de ser la compradora, aunque él -según cuenta- sabía más de su consumo que cualquier cosa que podría saber ella sobre sí misma. La historia se la habían pedido e introducirse en la migración, un tema universal, a través del perfil de Ale fue entrar a un mundo que nunca pudo entender bien. Por eso lo escribió en primera persona. “Una a veces hace una crónica y no tiene una respuesta concreta”, dice Guerriero, quien considera que a menudo es más valioso llenarse de dudas que pretender dar certezas.

La convicción y la duda son instrumentos constantes. Desde que empezó a escribir perfiles, que en un principio llamó artículos integrados, tiene una fascinación por los márgenes. Cree que una de las grandes deudas de los periodistas es no contar las historias de la gente vinculada con el poder. “No logramos establecer la misma distancia óptima que logramos con lo más sórdido”, dijo.  

Leila Guerriero fue una de las invitadas a la Feria Internacional del Libro de Guayaquil. Ahí habló de su trabajo en lo real, sorprendida de una audiencia que buscaba saber más sobre su obra “desde un lugar tan lejano” y donde llegan muy pocos de sus libros. (I)

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