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El directorio revolucionario defendía una plataforma de Nacionalismo, Democracia y Socialismo

El DR del 13 de marzo: Un ejército de la libertad (I)

El DR del 13 de marzo: Un ejército de la libertad (I)
16 de mayo de 2014 - 00:00 - Por Julio César Guanche, especial para EL TELÉGRAFO

El 29 de agosto de 1956 José Antonio Echeverría y Fidel Castro suscribieron en la capital azteca la llamada ‘Carta de México’. Por vez primera en la historia cubana, el presidente de una organización estudiantil, la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), suscribía un pacto con el líder de una agrupación política, el Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR-26-7), para poner fin por las armas al régimen imperante en el país.

La declaración certificaba ya no la ineficacia de las soluciones legales para resolver la “crisis cubana” sino el propio carácter “infame” de tales remedios. Constituía una declaración explícita de combate contra las dictaduras, de unidad en los propósitos revolucionarios y sobre la necesidad de triunfar libre de compromisos electoralistas con el ancien régime.

En el contexto de la lucha insurreccional cubana, la firma de la ‘Carta de México’ plantearía, particularmente para la FEU y el Directorio Revolucionario (DR) -órgano surgido en relación con aquella-, cuestiones trascendentales que marcaron no solo el devenir de ambas organizaciones durante la gesta insurreccional, sino su futuro una vez alcanzada la victoria revolucionaria y que, para más, contribuirían de modo decisivo a definir el propio perfil del liderazgo revolucionario.

Entre esas cuestiones que estaban, fuese en la base o en las derivaciones que traería la Carta de México, se encuentra la determinación del papel de la FEU en la insurrección; el perfil político del Directorio Revolucionario; la táctica a seguir en la lucha revolucionaria;  la necesidad de la unidad revolucionaria a solo 2 décadas del fracaso de la Revolución de 1930, con la vigencia latente de las secuelas de su frustración y con la mayor parte de sus protagonistas vivos; y así la definición de los contenidos de los consensos y de los disensos en la búsqueda de tal unidad, y el signo que tendrían las relaciones entre la FEU, el DR y el MR 26-7 después del triunfo revolucionario.

El DR es hijo de la inspiración socialista democrática al uso a mediados del siglo XX. El apego a la constitucionalidad, típico del consenso surgido de 1940 -que era una idea fuerte de la cultura política cubana en general-, guió desde 1952 las demandas de quienes serían luego miembros del DR.

La evolución ideológica que experimentó este organismo, con el decurso de la lucha, lo condujo a repudiar tanto el 10 de marzo (la fecha del golpe de Estado comandado por Fulgencio Batista) como el “9 de marzo”, es decir, a hacer la denuncia integral del estatus al que habían conducido 12 años de reformismo.

La definición ideológica primaria del DR se encuentra en su rechazo hacia los métodos corruptos, en su necesidad de desplazar del liderato de la oposición a Batista a las formaciones políticas tradicionales. De ellas, la corriente más fuerte correspondía al Partido Revolucionario Cubano-Auténtico (PRC-A) al que el poder le fue arrebatado por el golpe de 10 de Marzo de 1952.

Desde el punto de vista ideológico, el DR estaba cercano, tal como se muestra en la Proclama leída en su acto de constitución, al Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), de Rafael García Bárcenas, quien afirmaba en su manifiesto programático que: “(El MNR) se enfrenta en lo económico al comunismo, y se dirige a superar el capitalismo. Se opone, en lo social, a las exclusiones sociales o clasistas y a toda forma de totalitarismo” y concretaba en “un trípode ideológico su pensamiento doctrinal: Nacionalismo, Democracia, Socialismo”.

Del mismo modo, la proyección del DR coincidiría con las perspectivas sociales de la ‘Carta a la Juventud’, de Aureliano Sánchez Arango, ahora líder de la organización conocida como Triple A y antiguo miembro del DEU de 1927, al igual que Bárcenas.

La adherencia programática del DR a la democracia social, que defendía la soberanía nacional, el régimen democrático, la autonomía universitaria y la solidaridad americana sobre la base del pensamiento de José Martí, tampoco sería muy diferente a la de los atacantes al cuartel Moncada, liderados por Fidel Castro, que en su ‘Manifiesto de los Revolucionarios del Moncada a la Nación’, del 23 de julio de 1953, hicieron “suyos los programas de la Joven Cuba, ABC Radical y del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo)”, aunque los postulados del DR contra la injerencia norteamericana sobre Cuba no estaban presentes en dicho Manifiesto.

Si bien las ideas de la FEU y del DR sobre la necesidad para Cuba de “libertad económica y justicia social”, hacia un régimen “libre de trabas con naciones extranjeras y libre de influencias también y de apetitos de políticos y personajes propios” podían comulgar con las de otros grupos revolucionarios, había otros asuntos que salían a relucir con la rúbrica entre Echeverría y Fidel Castro de aquel documento en México, algunos de ellos quizá imprevistos por los firmantes. (Continuará).

DATOS

Nacido el 24 de febrero de 1956, el Directorio Revolucionario (DR) fue una organización de jóvenes intelectuales de Cuba contra el régimen de Fulgencio Batista.

José Antonio Echeverría, presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), Fructuoso Rodríguez, Faure Chomón y Joe Westbrook fueron los fundadores del DR.

El 29 de agosto de 1956, Echeverría y Fidel Castro firmaron la llamada ‘Carta de México’.

13 de marzo de 1957: el DR intenta un fallido asalto al Palacio Presidencial. El organismo agrega la fecha a su nombre en homenaje a Echeverría, muerto ese día.

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El líder cubano asistió a 2 ceremonias de posesión: a la de Rodrigo Borja, en 1988; y a la de Lucio Gutiérrez, en 2003. Su primer arribo fue en 1971, en Guayaquil. Quito y La Habana habían roto relaciones diplomáticas 10 años antes. En 2002 fue invitado a la inauguración de la Capilla del Hombre, obra de su amigo Oswaldo Guayasamín, quien había fallecido 3 años antes. En 2002 se registró un hecho político inesperado: su reunión con el expresidente León Febres-Cordero, en El Cortijo.

Desde joven se involucró en la defensa de las causas justas de su país. Hace 57 años lideró una rebelión contra la dictadura de Batista. Sus allegados destacan su humildad y capacidad de aprendizaje, pero también su severidad y exigencia. Sus reflexiones son respetadas a pesar de su retiro. Su historia es la de un revolucionario profesional.

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