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Por la pinta los reconoceréis (Galería)

Por la pinta los reconoceréis (Galería)
30 de noviembre de 2014 - 00:00 - Andrea Rodríguez

Decidieron reinventarse, quizá para encontrar un nuevo lugar en el mundo. Si la sociedad cambia, ellos también. En principio, su apariencia revela su sentir, su forma de adaptarse y relacionarse con otros, pero, sobre todo, su intención es repensarse para satisfacer sus gustos y preferencias. ¿Viven los hombres una crisis de identidad? La pregunta se la han plantado muchos sociólogos y estudiosos de la comunicación que ven cómo la imagen masculina ha variado con el transcurso de los años.

El sociólogo español Erick Pescador Albiach, ha reflexionado sobre el tema y en uno de sus tantos artículos publicados muestra su posición sobre el tema. “Todos los modelos masculinos que se suceden tienen que ver con la dificultad de encontrar otras formas de ser hombre diferentes de las tradicionales”. Durante mucho tiempo, la concepción clásica ha estado asociada a al hombre fuerte y aguerrido, pero también competitivo y dominante. En su estudio Masculinidades y población adolescente, Erick Pescador, advierte que detrás de cada hombre se esconde una persona que busca conectarse profundamente consigo mismo y con otras personas. “No es fácil descubrir gran parte de esa identidad oculta, pero constituye el punto de partida para el cambio”. En esta búsqueda de ser masculino, han surgido diferentes estéticas. Hace algunos años, aparecieron los metrosexuales, hombres que prestaban atención a su aspecto, que adquirían cremas hidratantes para cuidar la piel y que acudían con más frecuencia a los centros de belleza para deshacerse del vello corporal con técnicas láser y definirse el contorno de las cejas. Para muchos no era bien visto este cuidado excesivo por parte del género masculino, pues se consideraba poco varonil.

Cuando se habla de metrosexual, se alude al término ‘metro’, aquellos que viven en las grandes ciudades y ‘sexual’ porque viven sin complejos con su lado más femenino. Esta palabra fue acuñada en Inglaterra por Mark Simpson, quien definió a este grupo social como los hombres del siglo XXI. Él también es el autor del libro Meet the metrosexual (Encuentra al Metrosexual), en el cual describe las características y conducta del metrosexual. Lo define como el narcisista que está saliendo del clóset y aclara que la conducta sexual es muy independiente de esta clasificación. “Lo importante es el gusto por sí mismo y de que los demás lo noten”.

Para Édgar Vega, investigador y catedrático del área de Comunicación de la Universidad Andina Simón Bolívar, lo metrosexual es una masculinidad plural en el plano estético, es decir, únicamente en el campo de la representación. “En el fondo lo que busca el metrosexual es seducir de mejor manera a las mujeres. Me parece que esto de los metrosexuales, lumbersexuales y otros calificativos son como suturas en falso de esta suerte de grietas que se abrieron en la gran masculinidad hegemónica”.

Precisa, además, que solo se puede hablar de una pluralidad de masculinidades cuando estos sujetos masculinos se hayan comprometido con la erradicación de la violencia de género. “Si esto no ocurre, estas estéticas son y continuarán siendo solo cosméticas. Estos chicos que en apariencia tienen otras masculinidades, en esencia, reaccionan de la misma manera patriarcal”.

Durante algunos años la figura del metrosexual cobró fuerza. La publicación ‘La industria cosmética del metrosexual’ advertía que en el mundo hubo una ola metrosexual marcada por figuras públicas como fue el caso del exfutbolista británico David Beckham, quien es considerado como el arquetipo del dandy contemporáneo, pero con una imagen que proyecta virilidad, seguridad y éxito.

Gracias a esta tendencia muchos negocios florecieron. De hecho, la revista The Economist, en una de sus ediciones, destacó que los hombres metrosexuales contribuirían a generar más ganancias que las mujeres en el futuro, si se toma en cuenta que las empresas consideran que el hombre tiene más disciplina que las mujeres en iniciar y concluir tratamientos para mantenerse atractivos que las propias mujeres. Los lumbersexuales, una apuesta estética que acaba de aparecer, son diferentes o eso es lo que parece. Según lo recoge la prensa internacional, el nombre hace alusión a los leñadores. Lumber significa madera en inglés, y lumberjack o lumberman, leñador. Este término describe a hombres barbudos, muy vinculados a la figura del nuevo hippie y que en teoría, no cuida su imagen. Su aspecto, en realidad, es interpretado como un retorno a la figura del hombre duro, un tanto primitivo, pero, sobre todo, alejado de los cuidados diarios que, con frecuencia, se atribuyen a las mujeres.

Hay quienes consideran que la aparición de esta tendencia responde a un capricho propio de la moda. De acuerdo con el diario español ABC, cuando existe un consenso en la moda por ejemplo, desde el metrosexual, cuidado, pulcro y afeitado, surge alguien que se atreve a romper la moda y si además atrae el interés mediático puede conseguir que la gente quiera seguirlo porque es algo diferencial.

En oposición a los metrosexuales, los lumbersexuales pueden lucir algo desaliñados. También se evidencia un interés creciente por mantener la piel cubierta de vello. Incluso en Estados Unidos hay varias clínicas que ya realizan este tipo de implantes, cuyo valor sobrepasa los $ 7 mil. En Internet, un centro médico estadounidense da a conocer los detalles del implante. Advierten que para este tipo de trasplante es necesario injertar solo uno o 2 cabellos a la vez. Por lo general, se utilizan cabellos.

En la ciudad de Nueva York, la barba es considerada como un elemento de distinción tanto para los ejecutivos que quieren resultar más agresivos, los galanes que quieren ser más masculinos o los hipsters que quieren ser más hipsters. Hipster es un anglicismo empleado para referirse a una subcultura caracterizada por tener intereses asociados a lo vintage, lo alternativo y lo independiente; un look y una interpretación de la moda que resulta particulares.

Los lumbersexuales no utilizan ropa de grandes marcas, pero están a la caza de diseñadores independientes.

Édgar Vega precisa que en cada época ha predominado una apuesta estética definida y pone de ejemplo a los andróginos de los años ochenta. La indeterminación se reflejaba en las prendas y costumbres; en el look.

De forma paralela, surgieron las modas andróginas que incluso llegaron a modificar la manera de vestir de los jóvenes.

Hace poco también estaban en auge los ubersexuales y los retrosexuales. Estos últimos eran hombres de mediana edad, de clase media y de pelo en el pecho y de barba sin afeitar. También se los describía como heterosexuales, monógamos y fieles. Hoy son los lumbersexuales barbudos y despreocupados. Mañana qué otras apuestas estéticas aparecerán.

ELLOS

Hay metrosexuales que se caracterizan por su adicción al gimnasio y amantes del arte efímero. Son un foco de interés de las principales marcas de belleza y cosmética del mundo entero.

Muchas mujeres se sienten seguras con la imagen del hombre fuerte. Aunque hay excepciones, pocas se sienten atraídas por hombres con apariencia frágil.

En los años 80 cobró fuerza la figura del andrógino. Sus rasgos externos no se correspondían con los propios de su sexo.

En la última década, firmas de cosmética han lanzado productos exclusivos para público masculino.

Como cualquier moda, apuntan a un público específico, es decir, que se trata de tendencias que solo pueden ser adoptadas por una élite. Al ser exclusivas están condenadas a desaparecer con mucha facilidad

ESPECIALISTA

‘Hay otras masculinidades y feminidades’

“Durante muchos años, el tema de las nuevas identidades estuvo más ligado a lo femenino que a lo masculino. Ya no solo se habla de feminidades, sino también de masculinidades. Hay que entender que hay otras formas de ser mujer y otras formas de ser varón que por un lado cuestionan discursos y que por otro generan identidades alternativas que cuestionan los estándares convencionales. Al mismo tiempo, me parece un tanto peligroso que estas nuevas formas de expresión se encuentran, de alguna manera, atrapadas por el marketing y por la moda. En ese caso, en lugar de ser expresiones de reivindicación o de otra forma de vivir lo masculino, o aquellas masculinidades emergentes, pierden sus posibilidades reivindicativas. Además, se tornan manifestaciones exclusivas del mercado. En este aspecto no solo hablamos de los hombres, porque se trata de una dinámica relacional, porque cada vez son más las mujeres las que buscan un determinado tipo de varón. Es una dinámica que hay que comprenderla desde varias perspectivas. En esa medida, el tema tiene estas 2 caras, 2 visiones.

Alejandra Delgado, socióloga e investigadora de la PUCE.

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