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La lluvia y el sol inciden en nuestro estado de ánimo

La lluvia y el sol inciden en nuestro estado de ánimo
16 de agosto de 2015 - 00:00 - Andrea Rodríguez Burbano

Un día soleado puede hacer ‘milagros’. Sí, basta un día iluminado para que el estado de ánimo cambie. El verano espanta la depresión y destierra la melancolía.

No se equivocan quienes aseguran que el sol da buen humor y renueva las energías. Son los científicos los que más de una vez han afirmado que con el sol, la glándula epífisis, localizada en el cerebro, segrega serotonina –la hormona del optimismo de vivir y la alegría–, mientras que en la oscuridad fabrica melatonina, causante del bajón de ánimo.

Cada vez surgen nuevas evidencias de que el clima influye en el comportamiento humano. Incluso, la cantidad de luz recibida, según lo advierte un estudio publicado en la revista Scientific American, tiene impacto en la actividad de ciertas regiones del cerebro que se encargan de ‘manejar’ los estados de ánimo.

Bastan 2 semanas de luz insuficiente para que muchas personas experimenten depresión y desgano. No resulta raro, entonces, que en las épocas calurosas, la gente se sienta más alegre, pletórica y bullanguera.

Estas personas que cambian de estado de ánimo dependiendo de la temperatura que se registre, reciben el nombre de meteorosensibles. Ellas comparten una característica común: sus organismos pueden verse afectados antes o durante los cambios del clima.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más de la mitad de la población mundial tiene esta condición. Una de las disciplinas científicas que estudia los cambios en los estados de ánimo es la fotobiología. Según esta, la luz incide también en el rendimiento laboral y en la salud, al punto de crear ambientes sanos, pero, sobre todo, optimistas.

Aunque los especialistas han constatado cómo el clima incide en los comportamientos humanos, también se han evidenciado mayores casos de ansiedad y dolores reumáticos cuando hace frío. Los meteorosensibles también cambian de actitud cuando sienten calor excesivo.

Si la temperatura sube, experimentan mayor irritabilidad y enojo. Sobre este aspecto, el Departamento de Psicología de la Universidad CEU San Pablo, en España, sostiene que las condiciones climáticas pueden aumentar los efectos negativos en la conducta de las personas, lo cual se ve reflejado en una mayor falta de atención y un carácter más impulsivo.

La psicóloga ecuatoriana Margareth Borniatti indica que las personas depresivas y con enfermedades reumáticas son las más propensas a sufrir cambios en su temperamento, pero —aclara— hay casos en que el frío agudiza un dolor. “Todo dependerá de la personalidad, del control emocional que tenga cada persona para enfrentar los cambios en el clima. Hay mucha gente que no se deprime con facilidad”, explica.

Para Borniatti, vivir en un país con 4 estaciones siempre será renovador, porque bajo estas condiciones puede cambiar de humor, de ropa e incluso de actividades. “En Quito, el clima es casi siempre el mismo. No tenemos un gran verano, porque hace frío en las noches”, comenta.  

El poder de la luz

La luz actúa como un despertador e incide en la parte emocional de la persona para mejorar su estado de ánimo. En realidad, este tratamiento puede ser considerado como un baño de luz artificial.

Estos trastornos afectivos estacionales no son recientes; de hecho, ya fueron descritos por los griegos que destacaron la importancia de los efectos de la meteorología sobre la salud humana en los textos hipocráticos de la medicina clásica.

Los estudios sobre este tema no son escasos. Un grupo de médicos internistas del hospital noruego Diakonhjemmet demostró que durante el invierno se incrementa el malestar de más de la mitad de personas con artritis. “Hay individuos que son auténticos barómetros”, asegura Antoni Bulbena, psiquiatra del Hospital del Mar, en Barcelona, España.

Según la publicación Estar Bien, el trastorno afectivo estacional es una clase de depresión que afecta, por lo general, a mujeres y adultos jóvenes, quienes durante los meses de invierno viven un auténtico letargo del que les cuesta recuperarse. En estas personas, en esa época, los sentimientos más habituales son la tristeza, la ansiedad, el pesimismo, la desesperanza, el cansancio y la pérdida de ganas e interés por actividades que antes disfrutaba.

Si el frío es intenso y lo ideal es quedarse en casa, las personas que tienen este trastorno suelen dormir y comer más de lo habitual. Entre los alimentos preferidos están los productos ricos en carbohidratos y chocolate. Quizás eso explicaría por qué aumentan de peso.

Cuando los científicos hablan de trastorno estacional, lo describen como una fuerte influencia en algunos desórdenes del estado de ánimo, como el trastorno bipolar. En algunas personas que lo padecen se puede ver una diferencia anímica marcada en verano y invierno, independientemente si ambos climas provocan depresión o manía.

Se estima que este trastorno es más común en las latitudes altas de los 2 hemisferios y parece tener una relación con la necesidad de hidratos de carbono en el organismo.

En ocasiones, los afectados sufren ataques episódicos de depresión combinados con la ansiedad por consumir alimentos altos en hidratos de carbono. Además, a pesar de que duermen bien sienten que su descanso no ha sido completamente reparador.

Al mismo tiempo, se sienten somnolientos a lo largo del día y debido a eso tienen dificultades para concentrarse en las tareas cotidianas. Pero en cuanto llega la primavera, recuperan las energías y la creatividad y disminuye su gusto por los hidratos de carbono.

Según un informe publicado por el diario español La Vanguardia, la correlación con los ritmos de luz (no con las temperaturas ni el calendario laboral) es porque en el hemisferio sur los meses más depresivos son junio y julio, aunque las personas estén de vacaciones.

Melancolía invernal

De acuerdo con un artículo publicado en la edición electrónica de la BBC de Londres, Dinamarca es uno de los mejores lugares para vivir en el mundo. Además, es considerado el mejor sitio para formar una familia y para ser madre. Es la región con el mayor índice de igualdad y la menor corrupción, sin embargo como nada es perfecto en esta vida, este paraíso también tiene un pero: el clima.

Según la BBC, ni los británicos ni los estadounidenses desearían vivir durante mucho tiempo ahí si supieran realmente cómo es. Quienes habitan en este país tienen que acostumbrarse al frío y a la oscuridad. La diferencia entre el verano y el invierno es realmente abismal.

Una española que vive en ese país comenta que durante el invierno todos van por la calle con las caras largas y nadie se mira, pero en verano todos son amigos de todos.

Para algunas personas, como Diego Campana, el invierno es una época que le provoca tristeza. “Me cuesta mucho salir adelante en los días grises. Me cuesta levantarme y cumplir con mis actividades laborales. Aunque lo intento, siempre me pongo triste en algún momento del día. Mis familiares me dicen que me pongo nostálgico”, cuenta.

Esteban Andrade también comparte esta sensación cada vez que los días se tornan grisis en la capital del país. Cuando esto ocurre, intenta no dejarse vencer por el desánimo e intenta realizar actividades que le permitan olvidarse de la lluvia y el mal tiempo.

“Una vez me funcionó invitar a mis amigos para divertirnos con los juegos de mesa”.

Aunque los psicólogos insisten en que cada persona experimenta la depresión de una manera diferente, hay patrones que se repiten. La mayoría de personas se sienten fatigadas y quieren dormir más. Incluso hay quienes tienen dificultades para concentrarse.

Años atrás, el psiquiatra Michael Terman, uno de los pioneros de la cronoterapia, encabezó un estudio que mostraba que las variaciones lumínicas y de temperatura son decisivas incluso en el ambiente urbano.

En Nueva York, la mitad de las personas analizadas perdía parte de sus energías en otoño y en invierno, el 47% ganaba peso, el 31% dormía más y otro 31% perdía interés en las actividades sociales.

Entre los encuestados que declararon cierta disminución de sus energías en determinada época del año, aproximadamente el 50% la refirieron al otoño y al invierno, solo el 12% se sentía así en verano.

Clima y conflictos

Por otro lado, hay evidencias de que los cambios de clima también generan conflictos en la humanidad. Esta es una de las revelaciones hechas por los investigadores de las universidades de California, en Berkeley, y de Princeton que analizaron distintas regiones de la Tierra y su vínculo con los conflictos y problemas como la sequía.

Tras los análisis, los autores concluyeron que la influencia del cambio climático en la violencia es sustancial y que el cambio climático, inducido por los seres humanos, no solo provocaría una elevación del nivel del mar y un aire más sucio, sino que podría generar tasas amplificadas de conflicto humano que van desde la agresión individual hasta la inestabilidad política.

Aunque nos cueste creerlo, la cantidad de luz influye en nuestras vidas, pero de una forma inconsciente.

Sol y lluvia

Hay que recordar que el clima afecta según la personalidad y la predisposición que tenga un individuo para encarar el día.

Todavía no se conoce cómo llega la luz desde la retina del ojo hasta la epífisis. Lo que sí se sabe es que la glándula está situada en un lugar decisivo dentro del cerebro, en el hipotálamo, una región desde la cual se controlan funciones claves del cuerpo.

Se ha constatado que en invierno muchas personas experimentan debilidad y desgano por todo. Cuando se prolonga y no existe una causa aparente hay que consultar al médico.

Algunos científicos advierten que el descenso de horas de luz también resulta beneficioso, pues aumenta las sensaciones de relajación: el sosiego y la calma, pero también la melancolía.

Testimonio

“En Dinamarca, en la temporada de invierno, se incrementa el índice de suicidios”

En Dinamarca, empieza el invierno desde noviembre hasta febrero. En esa época, la temperatura baja y los días son más cortos. Hay días en que ya está oscuro a las 16:00. En esos días, lo importante es tratar de mantenerse ocupados y no dejarse vencer por el clima.

Las personas que nacimos en Latinoamérica, estamos acostumbradas a despertarnos con el sol. Salimos a trabajar con el sol. Cuando vine a Dinamarca por estudios y cuando los días eran muy oscuros, tenía que poner la alarma para poder despertarme a las 08:00 y no quedarme dormida. Hay gente que prefiere quedarse en casa por temor al frío intenso.

Hay casos de personas que se deprimen mucho en esa época del año. Hay días en que no hay clases y no hay motivos para salir, pero hay que encontrar la forma para no quedarse encerrados. Especialmente en Dinamarca, en esas fechas, aumenta el índice de suicidios. Todo está oscuro y, en algunos casos, los centros comerciales también cierran temprano.

Erika Astudillo, estudiante ecuatoriana.

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