Especial La Iglesia católica en crisis
El Papa rompió el formalismo para escuchar a las víctimas
El 13 de marzo de 2013 hubo humo blanco en el Vaticano. El 28 de febrero se conoció la renuncia del papa Benedicto XVI y, tras la quinta votación efectuada durante el segundo día de cónclave, surgió el nombre de Jorge Mario Bergoglio para reemplazarlo. Habemus papam.
Este bonaerense, que en ese entonces tenía 77 años, asumió la dirección de la Iglesia católica cuando las críticas arreciaban ante los casos de abuso sexual a niños por parte de sacerdotes. El mundo exigía que la Iglesia tomara acciones concretas.
Para el padre Andrés Ulloa, párroco de la iglesia Jesús Resucitado, del cantón Lago Agrio, provincia de Sucumbíos, este escándalo es lo peor en la historia de la Iglesia. “La credibilidad y la confianza están afectadas”, dijo a EL TELÉGRAFO.
Bergoglio, quien asumió el nombre de Francisco, llegó con un estilo diferente al de sus antecesores. El líder religioso rompió el formalismo y se mostró abierto al diálogo, contrario a la imagen de institución cerrada que muchos tienen de la Iglesia, eso que James A. Gagliano, analista legal de la cadena CNN y exmiembro del FBI, denominó “el arraigado conservadurismo de la Iglesia católica”.
“El Papa es visto como alguien cercano, tiene carisma por su capacidad de dialogar con las personas, meterse en temas actuales y hablar con palabras sencillas. No habla aburrido. Por eso su imagen es positiva”. Así lo considera el padre Ulloa.
El sacerdote señaló que el discurso del Papa cambió, sobre todo en el estilo. Francisco es un pontífice para la era de la tecnología y las redes sociales, cuando todo se conoce de manera inmediata y la opinión pública se viraliza a través de Facebook, Twitter, Instagram y WhatsApp.
Él habla de todos los temas. No ha temido pronunciarse sobre los abusos sexuales cometidos por sacerdotes, el cambio climático, el empoderamiento de la mujer en la sociedad y los derechos de la comunidad LGBTI. Además, se reúne con diferentes grupos y escucha sus voces.
“Francisco recogió el discurso de cero tolerancia ante los abusos sexuales que inició Benedicto XVI. Estos casos han puesto en juego su capacidad de liderazgo”, analizó Ulloa, “puesto que la gente espera reacciones inmediatas”.
Además de seguir el trabajo de Benedicto XVI, él endureció la legislación sobre el tema.
Diego Fernando Ospina, decano de la Facultad de Teología, Filosofía y Humanidades de la Fundación Universitaria Católica Lumen Gentium en Cali, Colombia, señaló que el Pontífice “creó una comisión para tutela de menores y comienza a darse una disposición para que en todas las diócesis haya una oficina de tutela a los menores”.
En diálogo telefónico con este diario, el teólogo indicó que hay una acción contundente del Papa, pues antes se creía que todo se resolvía solo con cambiar de sitio al sacerdote. “No se asumía que, además de ser una patología, lo sucedido era un delito. Ahora, con las oficinas de tutela, se busca prevenir y estar vigilantes”.
Ospina recalcó que hay un sector de la Iglesia que aún ve la fe cristiana en una clave muy conservadora, “que no va con el mundo contemporáneo, con poca atención a las demandas que el contexto nos exige. En buena hora Francisco llegó a abrir la Iglesia a los gritos de tantas situaciones. Por ejemplo, haber hecho un documento sobre el cambio climático y pisar callos a los poderosos del mundo que decían que eso era un invento”.
El Papa continuó con la separación de sacerdotes implicados en estos hechos. Ha pedido perdón y se ha reunido con víctimas de varios países. Uno de los pasos más importantes fue convocar a una reunión de los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo (más de 200), para analizar a profundidad el tema de los abusos sexuales y buscar soluciones definitivas. Entre el 21 y el 24 de febrero de 2019 se cumplirá este encuentro en el Vaticano.
Una muestra de la apertura y el reconocimiento del problema que enfatizó Francisco es la misiva titulada “Carta del papa Francisco al pueblo de Dios”. Esta carta se hizo pública el 20 de agosto de 2018 y en ella, el Pontífice se refiere al tema de los abusos sexuales.
“Si un miembro sufre, todos sufren con él” (1 Co 12,26). Estas palabras de san Pablo resuenan con fuerza en mi corazón al constatar una vez más el sufrimiento vivido por muchos menores a causa de abusos sexuales... cometidos por un notable número de clérigos y personas consagradas. Un crimen que genera hondas heridas de dolor e impotencia”, dice el documento en uno de sus párrafos.
Al respecto, el periodista estadounidense Gregory Joseph Burke, director de la Oficina de Prensa y Portavoz de la Santa Sede, considera significativo que “el Papa se refiera a los abusos como un crimen, no solo un pecado, y que pida perdón”. (I)