Las dictaduras del 70 moldearon la economía petrolera
1. El inicio de la era petrolera.-
Cuando José María Velasco Ibarra fue derrocado por un pintoresco golpe de Estado (el carnavalazo), el 16 de febrero de 1972, las FF.AA. ecuatorianas tomaron las riendas del poder. El reemplazante del dictador renunciado (Velasco ganó en las urnas y gobernó democráticamente entre el 1 de septiembre de 1968 y el 22 de junio de 1970, día en que se proclamó dictador) fue un militar de su confianza: el general Guillermo Rodríguez. El relevo de un peculiar dictador civil -intelectual, austero, demagogo y admirador confeso de Fidel Castro y el “Che” Guevara- por un militar de ascendencia nacionalista -para nada desafecto del general Augusto Pinochet-, supuso para el país el fin de una era y el inicio de otra. La desaparición histórica del velasquismo implicó dejar atrás aquel Ecuador geográficamente ermitaño, socialmente pobre y rezagado, culturalmente rural, y en lo económico, más próximo a la autarquía que al desarrollo. Con la llegada de Rodríguez Lara (arrastrado por la tendencia regional y los petrodólares que brotaron tras el boom del oro negro), el país empezó a abrirse al desarrollismo con tinte cepalino; se inclinó por una temerosa apertura comercial, blindada, eso sí, con esclusas arancelarias y soportes tributarios, ambas, herramientas naturales de lo que los economistas llamaron desde entonces el “modelo de sustitución de importaciones”.
La historia económica nacional tiene ahí todavía un gran agujero negro no resuelto: aún no está bien descifrada ni digerida esta parte crucial de la transición económica, que planteo como pregunta: ¿el golpe de Estado militar fue consecuencia lógica y directa del inicio de la era petrolera advertida por avanzados geólogos ingleses y activos empresarios petroleros estadounidenses, obedeció a la fragilidad del establecimiento político, siendo Velasco su último gran señuelo, o fue el fruto de una acción combinada de ambos factores?
Como quiera que sea el asunto es que, a inicios de 1972, los militares tomaron el Estado y desde ahí trazaron los vectores del desarrollo económico local. Ese giro en el manejo del poder abrió varias esclusas que pronto sacudieron el mapa social, mientras tanto, la macroeconomía se avenía a un escenario desconocido. Rodríguez Lara inauguró la era petrolera y el triunvirato militar que luego simplemente lo desplazó del poder (enero 76 - agosto 79) danzó con el boom del oro negro cuando este llegó a su apogeo por el alza de precios en el mercado mundial. Fue la era del brote espumoso de las finanzas públicas y del intenso ajetreo que siempre terminó atacando y debilitando a la moneda nacional. Entre el 72 y el 79, la economía pasó del semifeudalismo rural y el capitalismo provincial que lo caracterizaba, al atrofiado capitalismo urbano, estatista, dadivoso y rodeado de algunos claveles industrializantes. Traigamos a tiempo presente algunas imágenes que dominaban el horizonte de esos días para comprender mejor el Ecuador durante las dictaduras de los 70: deficiente servicio y cobertura eléctricas; deplorable sistema de comunicaciones viales; telefonía cara y de uso urbano; ausencia de capital, tecnología y apoyo técnico en el campo (salvo en los poderosos enclaves agroexportadores); abundante analfabetismo y deserción escolar crónica; grotesca y ofensiva distribución de la riqueza social; un Estado pobre y desvencijado al servicio del rico y excluyente poder oligárquico... No me extiendo más para evitar que saquen sus pañuelos.
2. Las mieles del poder petrolero.-
Eran, pues, los días de las vacas gordas, del alegre engordamiento fiscal con cargo a las cuentas petroleras, de las visitas al país de jeques y emires árabes, de los pomposos viajes al exterior del dictador ecuatoriano de turno para defender el poderoso cartel de productores de la OPEP del cual Ecuador ya formaba parte. Por cierto, para ilustrar el ambiente y el entorno de las mieles del poder petrolero de esos días, creo pertinente leerles este pequeño párrafo escrito por un enorme maestro del periodismo mundial, el ya fallecido escritor inglés Anthony Sampson:
“Observaba la llegada de los delegados al Palacio de las Naciones en Argel, en marzo de 1975, sintiéndome tan deslumbrado y perplejo como ante el desenlace de una larga ópera. Bañados por el resplandeciente sol africano, iban apareciendo bajo el arco triunfal con una pompa y fervor que sugerían más bien un desfile victorioso o una concentración evangelizadora. Penetraban en grupos, frente a la guardia de honor argelina con turbante blanco y capas verdes que jugueteaba inquietamente con sus espadas, mientras los funcionarios a la espera dedicaban a cada grupo una salva de aplausos. El emir de Abu Dhabi, con su impecable barba negra apuntada, pasó con revuelo de deslumbrante vestimenta blanca, acompañado por una partida de embozadas siluetas blancas a las que solamente los zapatos de alto tacón permitían distinguir. El menudo presidente del Ecuador, general (Rodríguez) Lara, luciendo entorchados y medallas, entró a paso vivaz rodeado de sus imponentes ayudantes. (...)” (The Seven Sisters, Anthony Sampson, Hodder and Stoughton, London, 1975).
3. Las cifras que muestran el cambio.-
A inicios de los 70, Ecuador tenía 5,9 millones de habitantes y un PIB que promediaba los 1.000 dólares por persona. El 60,5% de su población era rural y el 39,5% urbana. De manera que, para decirlo en frase abreviada, la política se hacía en las ciudades (sobre todo en Quito y Guayaquil) mientras que la economía fluía por las venas del agro. Esa dicotomía histórica no se zanjó con la llegada de los militares al poder y con el estallido del boom petrolero, en realidad, todo se volvió más complejo desde entonces. El inusual movimiento geográfico de la sociedad fue muy evidente desde 1972 en adelante, cuando el Estado empezó a captar petrodólares a borbotones y fluyó -de arriba hacia abajo, con los cedazos políticos y las cortapisas económicas de rigor- el gasto social, la inversión pública, el consumismo urbano a través de una nueva burocracia dorada y de una clase media floreciente. Como telón de fondo emergió el (celebrado por pocos y condenado por muchos) “endeudamiento agresivo”, un demencial mecanismo financiero puesto a la orden de los militares por los grandes especuladores del dinero, deseosos de apalancar el proceso económico anterior y todo lo que hiciera falta... siempre y cuando el Ecuador tuviera con qué pagar.
Mírese el gráfico y el cuadro adjuntos que elaboré para explicar mejor este tema de profunda raíz histórica. Los datos del Banco Central no dejan dudas:
i. En 1971 el petróleo representó menos del 1% de todas las exportaciones del Ecuador, casi nada. Pero en 1972 su peso sobre el total vendido al mundo subió hasta el 18,4%. La tendencia quedó sellada el año siguiente, en 1973, cuando las exportaciones petroleras se convirtieron en el factor dominante del comercio exterior ecuatoriano, con el 53,3% de ingresos generados, y qué decir con lo ocurrido en 1974: 62 de cada 100 dólares que ingresaron al país por exportaciones fueron por ventas petroleras. En general, esa matriz productiva sustentada en la renta petrolera, básicamente, se ha extendido hasta nuestros días, en que se anuncia un cambio estratégico por parte del actual Gobierno.
ii. El modelo desarrollista-industrializante que las dictaduras auparon en los 70 para, supuestamente, superar el subdesarrollo, implicó destinar recursos para importar bienes de capital (maquinaria, equipos, materias primas, etc.). Así se hizo, sí, pero la expansión de un híper Estado (que demandaba bienes y servicios), el aumento de la burocracia y el crecimiento de nuevas áreas económicas (sobre todo en las industrias relacionadas con el petróleo, siderurgia, construcción y electricidad), pronto ampliaron la fuerza laboral y la frontera de la clase media. Eso implicó también más consumo interno y un mayor gasto de las familias, vale decir, el mercado interno se expandió notablemente y los viejos patrones sociales y culturales del país se vieron afectados irremediablemente. Si en el año 1972 todas las importaciones del Ecuador no superaron los US$ 300 millones, para 1976 ¡esa cifra se había multiplicado por cuatro!
iii. Concomitante con las tendencias económicas anteriores, el endeudamiento -público y privado- no tardó en dispararse, sobre todo en la segunda mitad de esa década. En su política de endeudamiento agresivo el Estado tenía su propio aval ante los acreedores internacionales -los petrodólares-, en tanto que las empresas privadas locales, siguiendo la misma lógica del endeudamiento, tenían al Estado como su garante de última línea. Así se cerró ese círculo vicioso que estallaría años después. Veamos algunas cifras al respecto: en 1971, la relación deuda externa/PIB era de apenas 4,1%, en principio, una proporción muy baja y holgada de manejar para cualquier gobierno responsable. Esta proporción se mantuvo más o menos estable hasta 1975 (4,8%). Sin embargo, cuando el boom petrolero estaba en su apogeo, las cosas tomaron un giro que se volvería fatal: en 1976 esa proporción subió al 5,7%; en 1997 alcanzó el 7,5%; en 1978 trepó al 16,9%, y al cierre de 1979, es decir, cuando los militares emprendieron la retirada de Carondelet hacia sus cuarteles, la relación deuda externa/PIB había alcanzado la impresionante cifra de 28,6%. ¿Quién responde por esto? Bueno, tendríamos que preguntarle a mucha gente, pero los más indicados pudieran ser los ministros de Finanzas de aquellos días. Por ejemplo, los economistas César Robalino Gonzaga, actual director ejecutivo de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador, y el escritor Santiago Sevilla quizá tienen algunas respuestas para ilustrarnos mejor...
4. El control del mercado del dinero.-
Mientras las frágiles finanzas públicas de los 70 seguían un camino de endeudamiento castrense-petrolero desde el Ministerio de Finanzas, el manejo monetario no iba lejos. Si bien estaba enclaustrado políticamente en la Junta Monetaria-Banco Central, la veda dictatorial afectaba formalmente, no realmente, al interés privado. Ejemplo ilustrativo: si bien el Decreto Supremo No. 197 (abril 5, 1972) suprimió el derecho a voto de todos los representantes privados en la Junta Monetaria, adentro, en la ejecución de la política monetaria-cambiaria del país operaban, como funcionarios dominantes, prominentes representantes salidos de la empresa privada. Como muestra de fe veamos el siguiente cuadro que elaboré con datos del propio Banco Central:
La conexión entre la política fiscal de endeudamiento (Finanzas) y la política monetaria y cambiaria (Junta Monetaria-Banco Central) no fue siempre muy fluida ni concordante durante las dictaduras militares. Hubo mucho juego de intereses, presiones constantes y pujas soterradas entre los distintos grupos de poder operando entre el boom petrolero y la limitación política. Esos intereses, sin embargo, tenían vasos comunicantes entre la gestión fiscal y financiera del Estado, donde se decantaba el manejo económico real del país. Por ejemplo, en octubre de 1972, la Junta Monetaria autorizó al Banco Central que emita bonos de estabilización monetaria para “limitar la liquidez en la economía. Este instrumento de política monetaria es creado para contrarrestar el aumento del circulante derivado del inicio de las exportaciones petroleras”. Como siempre, todo eso sonaba lógico y casi inobjetable desde el punto de vista de la teoría económica. Pero ahí mismo se abrió el cauce histórico que luego puso al Estado de rodillas, cuando empezó a secarse el torrente de petrodólares y tanto el Estado como muchas empresas privadas habían hecho del gasto, del consumo y del endeudamiento un modelo de negocios que benefició a pocos en ese momento y afectó a muchos después. Ahí participaron algunos personajes que incluso hoy dan lecciones de buena gestión, de buenas costumbres y de moral pública. Saque cada quien sus conclusiones al mirar la foto adjunta (en portada), tomada de un libro conmemorativo del Banco Central del Ecuador.