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EE.UU.: “Oligarquía y FF.AA., el poder decisivo”

EE.UU.: “Oligarquía y FF.AA., el poder decisivo”
29 de abril de 2013 - 00:00

La Embajada de Estados Unidos siempre vigiló de cerca la actividad política en Ecuador. El objetivo era establecer si se produciría algún cambio que pudiera afectar sus intereses económicos.

Según los cables diplomáticos del Departamento de Estado, filtrados recientemente por WikiLeaks,  que datan de la década del 70, los estadounidenses siempre se sintieron cómodos con la dictadura militar, tanto durante el período de Guillermo Rodríguez Lara como en el posterior triunvirato.

Un cable escrito el 19 de julio de 1976, clasificado como secreto, resume la situación. “El propósito de este mensaje es hacer un análisis para el Departamento y para otras agencias de las dinámicas políticas en Ecuador. Al haber llegado recientemente desde Washington, me doy cuenta de que tal vez la respuesta en varios sectores sería ‘¿A quién le importa?’. Sin embargo, este pequeño país  ha mostrado una capacidad única, en esta región por lo menos, para causarnos problemas, sean bilaterales (confiscaciones de pesca, GSP, Texaco-Gulf, ADA) y multilaterales (reforma a la OEA, Convemar)”, escribe una persona no identificada.

Y añade: “A diferencia de otras naciones latinoamericanas pequeñas y económicamente dependientes, Ecuador no ha dejado que su debilidad (comparada con sus vecinos) lo detenga en el momento de enfrentarnos cuando ha sentido que sus intereses nacionales lo exigen”.

Más adelante el analista señala:  “Estimamos que la autoridad máxima seguirá siendo amiga de los EE.UU., pero no contaría con el poder necesario para forzar al resto del Gobierno de Ecuador a hacer cambios en su política exterior”. Era la época cuando el país era gobernado por el triunvirato conformado por Alfredo Poveda, Guillermo Durán y Luis Leoro.

En el mismo cable, la Embajada reporta quiénes son los actores clave del juego político ecuatoriano. “Los mayores contendientes al poder en este sistema político son: las Fuerzas Armadas, la élite comercial/industrial/terrateniente, conocida como la oligarquía; sindicatos, los intelectuales de izquierda y estudiantes; el populismo, representado en la actualidad por Assad Bucaram y su Concentración de Fuerzas Populares (CFP). La Iglesia es actualmente un poder latente e ingresa al combate solo para proteger sus intereses institucionales. De estos, solo las Fuerzas Armadas y la oligarquía pueden ejercer poder decisivo. Entre estos dos, tienen por lo menos una aceptación pasiva el uno del otro. Los otros contendientes tienen poder para interrumpir, influenciar y tal vez derribar un gobierno, pero son incapaces de formar o sostener un gobierno que esté opuesto a las FF.AA. o a la oligarquía”.

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Los militares reprimían con dureza cualquier protesta, ya sea de estudiantes, profesores, médicos o choferes de bus. En la imagen del archivo de El Telégrafo se observa la detención de un manifestante.

Luego describe lo que parece ser laprofunda crisis que vivía el Estado ecuatoriano. “La fragmentación del sistema político y el culto al personaje es tan dominante que se refleja en cómo opera el Gobierno, sin importar cuál contendiente se encuentra al mando. Es típico que el mandatario se muestre reticente a tomar decisiones cuando el tema es controversial, porque él no puede permitirse el lujo de alienar a sus aliados si desea seguir en el poder. En vez de que haya un poder unificado y coherente, hay numerosas satrapías que  se encargan de diversas áreas, independientemente la una de la otra. Hay decenas de ministerios que derivan sus fondos de recaudaciones de impuestos, lo cual deja al Gobierno central sin muchos ingresos discrecionales. El Ministerio de Relaciones Exteriores tiene la libertad de actuar como le plazca muchas veces. El Ministerio de Recursos Naturales parece que puede manejar la política del petróleo sin mucha interferencia del consejo superior”.

 Una lectura similar se hace años antes en un cable fechado el 13 de julio de 1973. Ahora el análisis fue sobre el gobierno de Guillermo Rodríguez Lara. Para Estados Unidos, esa administración era corrupta, pero eficiente.

“El nivel de corrupción parece estar en aumento y en un ritmo bastante rápido y es más visible en la cuestión del petróleo y la compra de armas. La aparición de la corrupción es una historia relativamente nueva en este régimen. Sus efectos (de la corrupción) son socavar la confianza del público.  Esta corrupción debe acelerar la degeneración del régimen”, escribe una persona que tampoco se identifica.

Pese a esa situación, Estados Unidos consideraba a la dictadura de Rodríguez Lara como un gobierno eficiente. “Él y sus colegas parecen estar preparados para aferrarse indefinidamente al poder. Un logro notable ha sido la estabilidad del Gobierno y el aumento de la eficacia de la administración pública, después de más de una década de emergencia política. El presente Gobierno ha proporcionado la administración más efectiva que la mayoría de ecuatorianos recuerde. La actividad política tradicional se ha mantenido en un punto muerto. Los pocos políticos civiles activos no tienen popularidad y el Gobierno ha sido capaz de acosarlos en el silencio de la inmunidad. Y en esto el registro del Gobierno no ha sido nada bueno”, escribe el embajador norteamericano de la época, Robert Brewster.

El diplomático luego traza un perfil de Rodríguez Lara. “No hay duda de que la personalidad de Rodríguez es la clave del gobierno militar. Aunque físicamente no es impresionante, su capacidad intelectual (todo esto raro en el Ejército ecuatoriano), su elocuencia y su instinto de comando parece ser lo que le ganó una posición prominente. Todavía hay frecuentes informes de golpes de los comandantes ambiciosos, pero todos los rivales más problemáticos de Rodríguez parecen haber sido neutralizados, al menos por el momento”.

Brewster explica que para ese entonces no había una persona capaz de reemplazar a Rodríguez, salvo en la Marina. “Solo la Armada, que tradicionalmente es uno de los cuerpos de oficiales más educados, ofrece algunas posibilidades interesantes. Uno de ellos es el almirante Alfredo Poveda, contundente, competente y sereno. Otro, bastante más oscuro, es Renán Olmedo, gobernador de la provincia del Guayas. Al tratar con guayaquileños díscolos, Olmedo  ha demostrado inusual contundencia y comprensión política. Poveda parece ser bien aceptado, al menos por sus colegas de la Armada, y ocupa el más alto cargo del gabinete ministerial. Olmedo, por otro lado, es un solitario cuya sucia hoja de vida ha creado reserva entre sus compañeros. Pero las perspectivas son, en cualquier caso, para la continuación de Rodríguez como presidente hasta que él mismo decida renunciar”.

Brewster acierta en su prognosis porque sería Poveda quien reemplazaría en 1976 a Rodríguez Lara en un triunvirato militar.
Pero los análisis de Estados Unidos no solo eran sobre el Gobierno sino sobre la oposición civil, que Washington consideraba dispersa y sin apoyo popular.

El 3 de agosto de 1973 un cable estudia el “Frente de Restauración”, una iniciativa política donde confluían los principales grupos políticos de la época: liberales, velasquistas y el CFP.

“El contraste entre la apatía política que existió hasta hace poco y este incremento repentino permite una mirada más dramática y significativa  de lo que probablemente es. Hay que recordar que el Frente está compuesto por un grupo heterogéneo de políticos tradicionales que representan, en su mayor parte, los grupos disidentes. No tiene ningún programa común que no sea un fin al gobierno militar. Carece de apoyo popular. En la actualidad no se ve como una alternativa seria al actual Gobierno”.

Para la Embajada, la única alternativa seria era Assad Bucaram, líder de Concentración de Fuerzas Populares (CFP). “Si bien esto es solo una especulación, puede ser que a largo plazo la pobreza del gobierno militar y del Frente, como revela la actividad política, puede tener el efecto de hacer que Bucaram y el CFP sean la única alternativa de cambio en Ecuador”. De hecho fue el CFP que ganó las elecciones presidenciales de 1979, cuando el país retornó a la democracia.

Para Estados Unidos, eso ocurrió porque el ex presidente Velasco Ibarra, que había sido derrocado por Rodríguez Lara, era un  cadáver político. El 20 de agosto de 1974, Brewster analiza un encuentro clandestino del partido velasquista en la que resultó electo como máximo dirigente Alfonso Arroyo. “La declaración política no ha tenido ninguna resonancia popular. El velasquismo, sin Velasco, es, por supuesto, un cascarón vacío”.

“A la edad de 80 años y después de cinco presidencias tormentosas, el ‘profeta’, puede haber sido relegado al basurero de la historia en la creencia popular”.

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