GamaTV se ha convertido en el canal VHF con el mayor número de estrenos en los recientes meses y uno de ellos es el híbrido La Fiesta del Fútbol, liderado por el conductor y humorista Roberto Manrique (no confundir con el actor nacional de televisión y cine).

El show es una mezcla de espacio de variedades con chispas de sensualidad y un informativo sobre el fútbol ecuatoriano. La cara seria e informativa es la periodista María José Gavilanes, que a veces cae en el juego de Manrique y sus otras tres compañeras, de reír fuerte y bailar al son de cualquier tema que les pongan de fondo para ambientar. El equipo de presentadoras lo completan las exestrellas de realities Fanny Garcés y Michelle Álvarez, junto con la argentina Natali Masinari, quienes, al parecer, equiparan fiesta con subir el tono de voz lo más que se pueda. No gritan, pero sí llegan a opacarse unas a otras, o a Gavilanes y a Manrique, dejando muy callados a los invitados de turno -generalmente, un futbolista en actividad y una modelo o presentadora de televisión-. Además, por ser un show en vivo se dan errores, como el paso de personas frente a la cámara, dejar los micrófonos abiertos en lo que se demoran en poner al aire claquetas para segmentos o mandar al corte; y eso desmerece la prolijidad que Manrique quiere imponer en La Fiesta del Fútbol -domingos, de 22:30 a 23:30-.

Otro error común en los primeros cuatro programas ha sido el volumen demasiado elevado de la música de fondo, lo que opaca a la voz en off y corta la efectividad de este recurso. El juego de básquet con minipelotas de fútbol que concluye con el baño de una de las presentadoras, oficialmente Álvarez, en un mediano jacuzzi, tampoco tiene mucho sentido, ya que es tiempo muerto en el show. La primera semana ayudaron miembros del equipo de producción embocando las tres pelotas para que Álvarez se desvistiera y entrara al jacuzzi junto a un integrante de la producción, lo que ni congeló ni adelantó el tiempo aire del programa. Para evitar silencios innecesarios, en los dos últimos programas participaron grupos musicales femeninos para animar la fiesta.

Solo a Masinari y Gavilanes se las percibe comprometidas con que el programa tenga contenido. Álvarez, Garcés y Manrique están claramente enfocados en la algarabía, la jarana y la celebración exagerada. A veces los juegos se explican entrecortadamente y de mala manera a los invitados que participan en ellos.

El momento culminante del show de cuatro segmentos es el fútbol tenis entre el equipo local, que consta de Manrique en la piel de su célebre personaje el Jeque árabe y una de las presentadoras contra la pareja de invitados. A veces, ese segmento se disminuye en tiempo, ya que el programa se escapa de las manos de los conductores, que parecen siempre estar improvisando al calor del momento. Es como si nadie supiera qué va a pasar después, pero se deja la cámara encendida para obtener algo.

El formato del programa no es nuevo, ya que tuvo tres temporadas especiales, al calor de algún evento futbolístico mayor, en Cabledeportes desde 2013. El único elemento constante ha sido Roberto Manrique y su otro yo, el Jeque árabe. Esta vez ni eso alcanza para darle chispa a una aguada fiesta. (O)