Los primeros 8 días de la emergencia por el terremoto suscitado el 16 de abril, a las 18:58, dejaron importantes lecciones de lo que hacen bien o hacen mal los departamentos de noticias de los canales VHF al cubrir un desastre natural y sus efectos. Existió también innovación debido a las dificultades técnicas en las áreas de grabación y transmisión, lo que permitía dar mensajes de unidad y solidaridad nacionales aunque eso no sea lo más apropiado para una cobertura periodística.

Entre los aciertos, desarrollar más notas en estilo de reportajes o crónicas visuales, con historias humanas y a veces incluso mensajes, darle más espacio a los reporteros de comunidad y no abusar del recurso del flash informativo sino trabajar los llamados reportes especiales. Lo último fue arma de doble filo ya que influyó en el trabajo de dosificar la información que también deben cumplir los presentadores, reporteros, corresponsales de los informativos de cada canal porque a veces los noticiarios emitían demasiada información sobre el terremoto y la emergencia en un solo día, incluso alargando los espacios para noticias por 15 o 30 minutos.

Se dio una saturación informativa aunque el terremoto era en efecto noticia del momento. Aunque no existieron notas exclusivamente basadas en ruedas de prensa y boletines oficiales sí se limitó la contrastación de historias que venían de redes sociales. Considérese que por motivos de manejo de emergencias los informativos empezaron a tocar el tema del terremoto hasta primeras horas del día siguiente. A veces las notas eran más invitaciones a colaborar de una u otra manera con los damnificados que informaciones de la cotidianidad alterada en la zona cero o áreas afectadas. En canales afines en línea informativa se cometió el error de hacer un directo conjunto con el corresponsal de cada uno poniéndose el micrófono el uno al otro.

Los errores principales fueron excederse en el uso de tomas cerradas de gente llorando o de niños y mujeres en situaciones de riesgo, a pesar de lo necesario de plasmar una devastadora realidad. Leyes internacionales sobre los niños y la familia, además de la Ley Orgánica de Comunicación, sugieren evitar que estas situaciones primen en pantalla. Debido a lo propio que debe ser el manejo del tema de los sismos el vocabulario en los informativos diarios se volvió repetitivo.

Otro error fue agarrarse mucho del deseo de promover la solidaridad y las notas que positivamente jugaron con la musicalización empezaron a generar saturación audiovisual. En el fondo se hablaba de mantenerse unidos ante una tragedia y de ayudar a los damnificados, pero en la forma era la misma historia una y otra vez. Nuevamente perjudicó el alargue en la duración de los noticiarios.

A veces la espectacularidad del hecho empujó a solo destacar dramas humanos y descuidar el servicio, la expansión del tema y las tareas de reconstrucción. A algunos reporteros, de seguro por las condiciones, se los oía gritar al micrófono o hablar más rápido de lo normal. Al término de los noticiarios el mayor acierto era simplemente estar en el lugar de los hechos manejando una vorágine de información y fuentes. (O)