No es bueno aceptar lo nuevo porque es inevitable ni promocionar la renovación de algo por el mero hecho de añadirle nuevos componentes a lo ya funcional. Hablando en términos de televisión nacional, aquello es lo que pasa con la más reciente temporada de la revista matutina De Casa en Casa, que ha incorporado al chef Fernando Arévalo, Jasú Montero y el cuerpo de baile Magic Men, además de dar más espacio a Carmen, voz en off del programa. Permanecen en el elenco Ana Buljubasich y Santiago Naranjo, talentos de pantalla que han dedicado buena parte de su vida profesional a TC Mi Canal y sus espacios matutinos. Ni ellos, pensando en especial en Buljubasich, pueden mantener orden en un show que solo por el gusto de renovarse se ha desorganizado y que aunque sus dos horas de duración se sientan ligeras, realmente tiene poca información en ellas. Se agradecen las sonrisas, el baile y la carcajada de Jasú para contagiar alegría al público, pero a ratos distraen del esquema del programa.

Entre risas coquetas y cómplices, humor que dura escasos segundos de cada bloque, De Casa en Casa se diluye en apenas una nota de interés para amas de casa, un segmento de belleza, la preparación de una receta en vivo, las intervenciones de Magic Men, un concurso por SMS y breves notas de farándula que parecen relleno. Hay un buen manejo de las redes sociales para premiar al público cautivo y los presentadores -incluida Carla Sala, que termina su participación en El Noticiero y aparece de súbito en De Casa en Casa- tienen clara la audiencia objetivo. El problema aparece en el desarrollo de la revista matutina que más parece panfleto por su poco contenido o fiesta privada porque la fuerte interacción entre presentadores y reporteros genera tal ruido que la voz del espectador se va limitando y reduciendo.

Es decir, la risa y el baile de Ana, Jasú y Carla, combinadas con las notas de Pamela Sambrano y Henry ‘Bigotes’ Paladines generan una atmósfera de complicidad tan saturada que aunque mencionen al televidente cada segundo ya el programa es casi todo para ellos. Las menciones pregrabadas opacan al programa en vivo donde la gestualidad exagerada o los tonos de voz altos perturban. A Santiago Naranjo tampoco se le ofrece demasiado espacio diario para mostrar qué pasa en Quito.

Tanto Arévalo como los Magic Men y los profesionales de moda, estilo y belleza que colaboran con la revista matutina son muy certeros en sus roles. Tal vez los Magic Men sobreactúan cuando Buljubasich los invita a cantar los números del celular que gana el premio del día. Además, por el horario, de 09:00 a 11:00, no es adecuado que los Magic Men se presenten casi todos los días sin camisa o solo con chalecos y abrigos que luego abren, en cámara, para mostrar abdomen y pecho.

La espontaneidad de Carla Sala y Jasú es buena mientras no le robe cámara a los temas del día, como el correcto uso de la mochila escolar. No es bueno que estas presentadoras bailen en exceso o dominen cada segundo que De Casa en Casa dedica al humor. A Buljubasich y Naranjo hay que darles su espacio como el lado serio del programa, no solo para la diversión. (O)