Actualmente padres y madres trabajan y son muchos los abuelos que asumen la crianza de los niños. Las madres adquieren un rol de madre-hermana, los niños tienen confusiones y llaman “mamá” y “papá” a sus abuelos, y a sus padres los tratan por su nombre.

Los conflictos aparecen cuando los padres quieren imponer sus criterios de crianza y los niños se confunden aún más porque no saben cuál es la norma válida. Es cuando empiezan a manipular. Generalmente los abuelos son sobreprotectores mientras que los papás quieren que sus niños tengan mayor independencia. Esas situaciones las trasladan a la escuela, no acatan instrucciones porque no saben en qué consiste la figura de autoridad.

Hay que acoger y agradecer la ayuda de los abuelos, pero los padres son los líderes y ellos son quienes determinarán las normas, valores y la forma de educación. Los abuelos deben ser un apoyo. Es importante lograr consensos y para ello se deben buscar metas y acuerdos para lograr el objetivo común que es la crianza de los hijos.

¿Qué pasa si los padres fallecen y los abuelos asumen toda la responsabilidad de la crianza de los nietos?

Las figuras maternas y paternas no solo están en mamá y papá, pueden ser los abuelos en cuanto cumplan la satisfacción de sus necesidades primarias y emocionales, que los críen con amor. La primera opción son los padres, pero si estos no están, los abuelos lo pueden hacer muy bien. Lo importante es tener disciplina hecha con amor. Este es un proceso de enseñanza-aprendizaje.

Uno de los primeros desafíos para los abuelos es tratar de estar al ritmo del cambio. Deben estar más abiertos a lo que está pasando en la sociedad actual. Tratar de entender cómo se relacionan los niños de las nuevas generaciones, los desafíos y estímulos que deben enfrentar. Es comprometerse a actualizarse, a aprender y a descubrir las nuevas necesidades de un niño.

Es importante estimularlos positivamente, reconocer progresivamente sus aciertos, sus logros, no esperar resultados, sino acompañarles en sus aprendizajes. No hay que esperarlos en la meta, sino acompañarlos en la vida. En la práctica, y en la medida de lo posible, se deben establecer hábitos y rutinas para que los niños puedan construir dentro de cierta estructura sólida su propio desarrollo. Por ejemplo, horarios de comida, hábitos de higiene, alimentación y estudio. A nivel emocional, la expresión afectiva es importante. No basta amar, hay que saber expresar ese amor de manera respetuosa. Todo esto le permite construir seguridad y confianza al niño.