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Santiago Carpio: “Tengo cara de adúltero”

Santiago Carpio y Elena Gui durante una presentación de ‘Pareja abierta’.
Santiago Carpio y Elena Gui durante una presentación de ‘Pareja abierta’.
20 de abril de 2014 - 00:00 - Gerónimo Altamirano

No empezó en el mundo de la actuación desde chico como lo han hecho varios reconocidos actores del mundo. Se descubrió así mismo cuando fue seleccionado como extra para una película que el director César Carmigniani rodaba sobre la vida de Matilde Hidalgo de Procel.

Hasta ese entonces, Santiago Carpio solo había parodiado a su familia en reuniones y tertulias, pero se animó a hacer el casting de la película porque le llamó mucho la atención el conteo del director y el rodar de las cámaras de filmación.

De eso ya han pasado casi 10 años y este lojano, de 34 años, se ha convertido en uno de los actores más versátiles del país demostrándolo en varias obras como ‘Pareja abierta’, original del dramaturgo italiano Darío Fo.

Esta propuesta escénica está a cargo de la directora Marina Salvarezza desde octubre pasado durante el festival de José ‘Pipo’ Martínez Queirolo y desde entonces se ha extendido con éxito a otras ciudades del país.

En medio de los ensayos y trajines propios de su carrera, el carismático actor atendió al equipo de este diario para compartir con sus lectores los inicios de su carrera y los nuevos proyectos que tiene en mente.

¿En qué momento supo que quería actuar?

Estaba trabajando en un canal de televisión en Loja y surgió la idea de hacer un casting para una película de César Carmigniani. Me pusieron un personaje chiquito, pero muy chévere porque me enganchó en la actuación.

¿Antes no había hecho nada?

Nada de nada. En mi casa hacía parodias de mi familia y amigos. Cuando estuve en la película descubrí que me gustaba más de la cuenta. Tengo además una primera profesión que es Arquitectura de escenografía y estudié Comunicación también.

¿También es periodista?

Estoy terminando mi tesis. Con tantos compromisos me demoré un poquito, pero creo que en casi dos meses tendré mi título.

¿Cuándo tomó la decisión de venir a Guayaquil?

Un amigo me convenció. Nunca había venido a Guayaquil, ni siquiera de vacaciones porque en ese entonces había esa ‘cultura’ de decir que si venías te asaltaban. De todas maneras, me vine.

¿Y cómo se las arregló?

Compartí un departamento con otros estudiantes a quienes les tengo mucho respeto y gratitud. Cuando entré a mi primera clase de actuación fue la confirmación de que esto era lo mío.

¿Fue difícil?

Sí, porque recién estaba saliendo de mi tesis de Arquitectura. Creo que esto llegó en el momento preciso. Y sí, me costó muchísimo estar lejos de mi familia. En los feriados ‘vuelo’ a encontrarme con ellos. Tengo muchos amigos en Guayaquil a quienes quiero mucho, pero no son esas personas con las que creciste. Mi familia me hace falta porque soy muy hogareño.

¿Pasó hambre?

¡Claro! Hubo días en donde solo tenía un dólar en el bolsillo. Aprendí a cocinar y, sobre todo, a valorar más las cosas. Esto te marca. Incluso aprendí a valorar más mi tierra.

¿Hizo otras cosas ajenas a la actuación?

Gracias a Dios tuve amigos que me apoyaron y desde el principio me consiguieron trabajo en este medio. Lo que pasa es que no todos tienen -lamentablemente- el apoyo de los padres, porque en este país se cree que ser actor es para morirse de hambre. El apoyo es fundamental porque no todos llegan. De hecho recuerdo que de los 25 que empezamos la carrera, solo nos graduamos cuatro y de nosotros solo yo hago actuación.

¿Cuál fue su primer trabajo?

Fue un comercial que nunca salió al aire (risas).

¿Fue frustrante que no haya salido?

No, pero sí me hizo valorar lo que es aparecer en una escena. Uno valora a los que venimos de extra. Creo que todas las cosas pasan en su momento y a lo mejor, no era el momento para ese comercial. Después vinieron muchísimos más y algunos hasta hoy siguen en la televisión. Aprendí mucho en ese etapa porque me solté mucho. Hice desde un tendero, rockero y hasta un cura (risas).

¿La televisión llegó de inmediato?

Sí, de una entré a trabajar con la producción de ‘El exitoso licenciado Cardoso’, ‘La taxista’, ‘Quien sabe... sabe’ y después vino el teatro.

¿Con tantos trabajos ya pudo independizarse o siguió compartiendo departamento?

Sí. Ya para entonces busqué mi propio espacio. Empecé a darme cuenta que puedo vivir de esto, pero con una gran lucha que comenzó hace algunos años. Yo no toqué puertas, pero recibí llamados en momentos en que estaba preparado. Una prueba de ello fue que al mes de graduarme comencé a trabajar. Dios es muy sabio y te da todo a su momento y no cuando uno quiere.

¿Y la familia?

Ellos estaban muy felices conmigo.

¿Se convirtió en el consentido?

No el consentido, pero sí me dio un plus la actuación. Mi mamá es de las que me pide que le mande fotos y las reparte a todo el mundo. Veo que se sienten muy orgullosos y eso es un motor que los estimula. El que los feliciten es un buen estímulo.

¿Alternó la televisión con el teatro?

No, el teatro llegó en el momento preciso que necesitaba hacer cosas nuevas. Creo que el actor que hace teatro es el de verdad, porque la base de la actuación es el teatro. Me reconfirmé en esta profesión.

¿Cómo llegó a las tablas?

Por una invitación de Luciana Grassi. Me comentó de un proyecto que estaba haciendo con Marcelo Gálvez y me invitaron a hacer ‘Sopla’.

¿Por qué quería hacer otra cosa, cuando prácticamente había debutado en televisión?

Creo que cuando uno se enfrenta a la televisión todo transcurre muy rápido. Grabas todo el día, te vas y vuelves a hacer lo mismo. Se acaba la historia y es como que te quedas en el aire. En el teatro estás tres meses preparando una obra y en ese tiempo, la gozas y la disfrutas. Es otra historia y sientes la emoción del público.

Digamos que se redescubrió en el teatro...

Sí porque me di cuenta que tenía la capacidad de hacer reír al público y también de llorar en el momento preciso. Lo disfruté mucho.

¿Se le permitió aportar con sus matices en las obras?

Cada director es distinto. He tenido la oportunidad de trabajar con infinidad de directores y sé que cada uno es distinto. Muchos actores cometen el error de creerse profesionales y no recibir una sugerencia. Me gusta que me corrijan. El trabajo que hacemos se ve reflejado en el público.

¿Qué pasa cuando sientes que has dado lo mejor en una obra, pero la sala nunca se llenó?

No soy un actor que se deja guiar por la cantidad de público. Algo que he aprendido de gente como Marina Salvarezza, Monse Serra, entre otras, que no importa cuánta gente hay en la sala. No hay que preguntar. Hay que ir y dar lo mejor así sea que haya solo una sola persona porque merece todo nuestro respeto y hay que darlo lo que pagó para ver.

Antes de ‘Pareja abierta’, ¿en cuántas obras ha estado?

En ‘Sopla’, ‘Asesinando a Sara’, ‘Infieles’, ‘Adulterios’ y otras más. Hice una infantil con Prisca Bustamante que se llama ‘¿Y qué pasó después? que en mayo volvemos a hacerla. Me gusta que la gente vaya a verte porque le gusta tu trabajo y no porque sales en televisión.

¿En qué radica el éxito de Pareja abierta?

Creo que la propuesta de Darío Fo es única. la dirección de Marina es excepcional. Con ella he aprendido cosas que no conocía. Soy soltero y ahora veo cosas que no conozco del matrimonio. He sentido al público como en ninguna otra obra. Por ejemplo, veo que las mujeres se ponen con cara de molestas en los primeros minutos de la obra porque piensan que es machista y después, las vemos muertas de risa.

¿Cree que historias como las de Pío Antonini y Antonia las hay en realidad?

Sí. Ahora que estuvimos en Loja la gente se nos acercaba y nos decía que parecía como que habíamos copiado su vida. Es comiquísimo.

¿Qué opina Santiago Carpio de las relaciones abiertas?

No porque la familia y el respeto son muy importantes. No soy curuchupa, pero creo en el valor de la familia.

¿Usted cree que la historia planteada por Darío Fo obedece a una evolución de lo que conocemos como matrimonio o más bien obedece a un tópico narcisista en donde cada individuo busca su felicidad personal?

Sí, creo totalmente que hay una cuestión narcisista porque Pío solo se preocupa de sus necesidades y no le pregunta a su esposo lo que necesita. Ese es un error que cometen muchos matrimonios. Cuando uno esta atacado por la rutina empiezas a pensar solo en ti y hacemos cosas que no están bien precisamente.

Títulos como ‘Pareja abierta’, ‘Infieles’, ‘Adulterios’ y ‘Traición’, de Harold Pinter, son tópicos en los que siempre está enrumbado. ¿Usted los busca o cómo llegan estos papeles?

Creo que tengo cara de adúltero (carcajada) Traición llegó en otro momento de mi carrera y haberlo presentado en el Teatro Sánchez Aguilar que ahora es como el espacio en el que todo actor quiere estar por las bondades que ofrece. Fue una gran experiencia trabajar con todo el equipo de esa obra.

¿Santiago Carpio perdonaría una infidelidad o haría lo que hizo Robert?

Lo que pasa es que Robert era muy calculador y no tiene nada que ver conmigo. Soy bastante sano en ese sentido. Él se vengó de una manera inteligente y eso solo lo haría una mente maquiavélica y yo no la tengo. No soy así, pero no sé por qué me buscan para estos papeles. Creo que tengo el perfil (más carcajadas).

Tanto Darío Fo como Harold Pinter son premios Nobel. ¿Parece ser muy selecto con su trabajo?

¡No, nada que ver! (suelta otra carcajada). En el monólogo que estoy preparando es de un autor nacional y antes hice un cuento infantil. Me gusta experimentar escénicamente. Ahora me ofrecieron algo completamente distinto porque tiene una sal nacional

¿Cómo se llama?

‘El monólogo del pipí’ (risas). Verán un Santiago Carpio defendiéndose solo en escena. Es la historia de un sexólogo que tiene problemas con su pene y no puede ayudarse. Es muy cómico lo que va ocurriendo durante este proceso. Es una obra de Ramón Serrano... hombre muy talentoso.

¿Estos tópicos lo siguen?

Parece que sí (risas). Ramón me dijo que soy el único actor que puede arriesgarse a hacer este personaje.

¿Quién dio más lata, Pío o Robert?

Robert, porque es un tipo que no se arrepiente. Pío es un desgraciado pero se arrepiente. Robert es muy frío y eso me cuesta porque soy muy cálido, amiguero y no pienso en esas cosas que hace Robert.

Tanto ‘Pareja abierta’ como ‘Traición’ fueron escritas por autores diferentes y en espacios de tiempo distantes, pero abordan temáticas actuales. ¿Quiere decir que el matrimonio no ha evolucionado?

Es increíble ver cómo estos autores proyectaron todo lo que iba a pasar. Estas historias pasan en la vida real y es sorprendente. Creo que el análisis que Fo y Pinter hicieron fue una proyección bien analizada.

Matilde Hidalgo de Procel, Ángel Felicísimo Rojas, Benjamín Carrión, Eduardo Kingman, entre otros, son ilustres lojanos ¿A esta lista hay que agregar el nombre de Santiago Carpio?

¡No, eso es muy fuerte! (se sonroja) Una buena amiga me dijo eso hace poco y creo que aún me falta por hacer. No solo por mi tierra sino por el país porque quiero llevar teatro a donde nunca han visto teatro. Tengo amigos que me molestan y me dicen que en Loja tengo un monumento y que todas las calles tienen mi nombre. (risas)

¿Y el cine?

Estoy en un proceso de crear un guion para una película que me gustaría producirla. Un proyecto que tenía con mi tío Bolívar Tello (+), quien era ambientalista y me decía que unamos nuestras profesiones para hacer una película con toque ambiental. También tengo una propuesta para protagonizar la que sería la primera película nacional de ‘corte light’, con Ana María Balarezo.

En los últimos años, usted ha coqueteado con la actuación dentro del cine, teatro y televisión... ¿Está en búsqueda de una identidad?

No. Solo que me gusta probar de todo. Dios nos da muchas capacidades para desarrollar espacios diferentes. Hice televisión y a lo mejor más adelante volveré a hacerlo. No me quiero desligar nunca del teatro.

Usted es un hombre de teatro y recientemente lo vimos en Nueva York, que es una ciudad de teatro... ¿Algo se está cocinando por ahí?

¡Broadway! (risas) Recibí una invitación de los lojanos residentes en Nueva York para presentar un proyecto que hice con mis estudiantes de teatro sobre leyendas urbanas. Eso dio pie para que me invitaran a llevar ‘Pareja abierta’ a esa ciudad.

¿Con quién comparte sus éxitos?

En este momento estoy soltero. Las cosas pasan por algo. Estoy concentrado en mi trabajo. No me cierro al amor y sé que la persona adecuada va a llegar. Estoy en una etapa de mi vida en donde me gustaría ser papá. Alguna vez me leyeron las cartas y me dijeron que voy a tener nueve hijos, así que me toca ponerme a trabajar para poder mantenerlos (risas).

¿Le gusta que le lean las cartas?

No soy muy escéptico, pero hay cosas que han coincidido (risas).

¿Cuándo sube al tablado nuevamente?

25, 26 y 27 de abril en el Centro Cultural Sarao y después iremos a Manabí, Azuay y lo del exterior.

 

 

 

 

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