Es conocido que el parque Centenario de Guayaquil tiene una arquitectura muy particular. Su amplitud y sus esculturas griegas llaman la atención o inspiran a quienes transitan a menudo por este céntrico sector de la urbe.

Tal es el caso del artista José Carbo, quien cuando estaba a punto de terminar sus estudios en el colegio de Bellas Artes Juan José Plaza (1978) prometió que “algún día” pintaría las estampas de esta área verde, especialmente a Poseidón o “pepudo” como él lo llama.

La estatua de este dios griego dominando una serpiente que se enlaza en su brazo levantado, simboliza el dominio de las pasiones una vez alcanzada la madurez, está situado en el gran portón de la calle Pedro Moncayo, diagonal a la Casa de la Cultura del Guayas.

Y es precisamente en ese espacio cultural, en donde 35 años después, el ahora reconocido artista hizo su sueño realidad y exhibe esta estampa como parte de su muestra titulada “Caminos”.

Según este guayaquileño, nacido en agosto de 1959, esta escena en la que se muestra a Poseidón, evoca añoranzas de la niñez cuando sus maestros de bellas artes sacaban a la calle a los estudiantes con sus caballetes a pintar “en vivo y en directo todo lo que había en nuestro alrededor... a la antigua”. “Fue en ese entonces donde comencé a forjar mi camino como artista y como hombre. En esos lugares por la que miles de veces he pasado de alguna manera se han convertido en testigos de mi vida”, sostiene.

Para esta colección, que comenzó a pintar en el 2010 y que terminó este año, Carbo utilizó la técnica del puntillismo, procedimiento de pintura que consiste en poner puntos de colores puros en vez de pinceladas sobre la tela.

Aquí el artista llega a la división de tonos por la posición de toques de color que, mirados a cierta distancia, crean en la retina las combinaciones deseadas. “Utilicé esta técnica como un capricho, porque soy muy exigente conmigo mismo. Siempre he querido plasmar lo común y no ser un pintor como los demás”, enfatiza Carbo, quien en 1977 se llevó el Premio único de escultura Alfredo Palacios en el X Festival Nacional Premio de Mayo.

Durante estas más de tres décadas Carbo ha recorrido varios caminos que lo han llevado por diferentes senderos en los que ha pasado por buenas y malas experiencias, pero en todas ha mantenido su búsqueda por la “expresión del ser humano y sus vivencias”.

Asegura que el ser humano es su máxima inspiración porque es como estar en un gran teatro. “Si miras las expresiones de las personas te das cuenta que son como actores en un gran teatro que es la vida. Se hacen un sinnúmero de obras que parecen nunca acabar porque cada individuo es un mundo y lo afronta de distinta manera”.

Sin embargo dice estar satisfecho “de cierta forma” con sus caprichos artísticos pero “aún me falta por encontrar la excelencia. Estoy caminando y seguiré caminando hasta encontrarla”.

En “Caminos” este pintor, quien ha expuesto en el Mixta Gallery y Hostos Community Collage de Nueva York, Devry Techmical Institute de Nueva Jersey y en el Latin American Culture Centre Gallery de Montreal (Canadá), ha pasmado lugares comunes del centro de Guayaquil en la que es fácil observar a niños jugando por parques, plazas y aceras; ancianos en una charla amena o simplemente paseando por el gran bulevar.

No le importa si comentan que su exposición tiene sitios comunes, puesto que para él, la belleza de las cosas “depende de cómo uno las mire porque yo puedo encontrar belleza en una simple hoja de un árbol o en una simple calle. Todo está de la apreciación y valoración que le damos a las cosas”.

Para el reconocido artista Evelio Tandazo, José Carbo hace tiempo paso de ser su alumno para convertirse en un “colega no solo de la vida sino de las artes”.

Para él, Carbo utilizó a “perfección” el puntillismo y lo hizo de una manera “poco común, porque pintar parques y aceras a la antigua no es un trabajo fácil de hacer. Hay que tener paciencia, entrega y amor por su trabajo. Solo así se hace una pieza de arte de verdad. José se lució con este trabajo”, enfatizó.