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El Telégrafo
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Colorina, una historia polémica y atemporal

Colorina, una historia polémica y atemporal
14 de agosto de 2012 - 00:00

Es conocido que en ocasiones cuando se realiza un ‘remake’ de una telenovela de antaño cosecha el mismo éxito que la original, o en ocasiones lo supera.

Sin embargo, la nueva tendencia que Televisa, de México, tiene de represar estas historias originales se ha convertido en un nuevo acierto para la industria.

Pero lo interesante de esto es que los más beneficiados de todo son los actores, quienes siguen percibiendo las regalías por haber interpretado a esos memorables personajes que llenaron de risas y llantos las pantallas de Latinoamérica.

Tal es el caso de ‘Colorina’ (1980), uno de los “mitos sagrados” de la televisión mexicana, que ha sido contado infinidad de veces y transcrita en millones de blog y web de telenovelas en el mundo entero.

‘Colorina’ es una producción de Valentín Pimstein realizada en 1980, historia original de Luis Arturo Moya Grau, que devolvía al mundo de las telenovelas a Lucía Méndez, quien se había lanzado a la fama internacional gracias a ‘Viviana’, un clásico y suceso indiscutible en todos los países donde se emitió.

El inicio de su tradicional desencuentro con Verónica Castro data de esa época, y el motivo no era otro que los celos profesionales de ambas. Recordemos que casi a la par del estrellato de la Méndez, Castro lograba también el ascenso triunfal con ‘Los ricos también lloran’.

En esta producción Lucía Méndez tuvo de compañero, en el papel principal, a Enrique Álvarez Félix, encargado de dar vida a Gustavo Adolfo; además de José Alonso, María Teresa Rivas, María Rubio, Julissa, Armando Calvo, el actor peruano Fernando Larrañaga, Guillermo Capetillo, entre otros.

Ahora bien, algunos señalan que el papel de ‘Colorina’ estaba destinado inicialmente para Christian Bach, pero no fue del todo cierto.

El rol siempre fue para Lucía Méndez, pero como Valentín Pimstein era un hombre con una amplia experiencia en este tipo de producciones, sabía que Lucía estaba con unos “aires de diva” que cualquier cosa podía pasar. Por eso, siempre tuvo a la mano una segunda opción y esa era Bach, quien se había dado a conocer en ‘Los ricos también lloran’.

La ‘Colorina’ fue una muy bien cuidada producción de primer nivel. Si bien muchos dentro de la sinopsis de la telenovela colocan a la protagonista como una “prostituta”, realmente es fácil darse cuenta que se trata de una “cabaretera” o bailarina de un night club, quien no se prostituye.

Además, nunca hubo una escena de cama o un desnudo. Incluso, la noche en que Gustavo Adolfo y ‘Colorina’ supuestamente hacen el amor fue de los más simplista.

Las escenas que eran objeto de rechazo fueron los diálogos, demasiado chocantes para la época, el vestuario y el chicle con el que pasaban mascando tanto Julissa y Lucía. Además, en ningún momento se plantea algo morboso, las escenas eran sugeridas y eso bastaba para que el público no se sintiera complacido.

La entrada musical estuvo a cargo de Camilo Sesto, quien compuso el tema especialmente para esta historia. La canción, a pesar de no constituirse en un gran éxito, fue sin duda uno de los atractivos de la historia, así como el ver la silla de ruedas de ‘Alba’ subiendo y bajando por aquella gran mansión de la familia Almazán.

En el 2001 ‘Salomé’ es la nueva versión de ‘Colorina’ alizó, en el que todo fue tal cual estuvo planteado en su guión original. Lo único que varió fue su final, demasiado aparatoso pero efectivo. La telenovela fue protagonizada por Edith Gonzáles y el actor Guy Ecker. Esta producción de Juan Osorio tuvo éxito en México y otros países, pero nunca llegó a la altura de “Colorina”.

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