Publicidad
Anna y Miguel también se casaron con la música
Dicen haber nacido el uno para el otro, aunque dentro de ellos existe un amor más fuerte que su propia voluntad al que se entregan por completo y los exonera de cualquier sentimiento de celos: la música.
Y es que para los esposos Miguel Hoyos y Anna Bonnet, la música no solo representa esa estabilidad que han conseguido con mucho esfuerzo, sino que también es la inspiración en que pueden refugiarse y ser ellos mismos.
Ambos tuvieron que enfrentarse a los cuestionamientos de sus padres cuando tomaron la decisión de dedicarse a la música de manera profesional.
A la edad de ocho años, Bonnet, en su natal Mendoza (Argentina), sintió curiosidad por la guitarra y el piano. Esto tal vez porque su madre había estudiado ocho años ese instrumento, mientras que su padre era un fanático de la guitarra, la misma que había tocado en una banda que integró en sus años de juventud.
“A mí siempre me gustó la música, pero ellos querían que la aprendiera como parte de mi formación integral más no como una carrera porque decían que el artista es mal pagado”, comentó Bonnet, quien cuando cursaba el tercer año de Medicina en la Universidad de Cuyo abandonó la carrera para seguir sus sueños.
“Aunque siempre fui buena alumna, llegó un momento en que no me sentía cómoda a pesar de que sí me gustaba. Mis padres por poco se mueren cuando les dije lo que haría”, recuerda.
Está convencida de que “todo pasa en la vida por algo”, más aún cuando al dar el examen de admisión a un instituto de música la situaron en el tercer año por sus sólidos conocimientos de música y piano que había estudiado de niña.
Fue en ese entonces cuando conoció a Fernando Gil, quien se encontraba en Argentina estudiando música y quien la convenció de venir a Guayaquil y probar suerte.
“Siempre he sido una mujer arriesgada y creo que las oportunidades hay que aprovecharlas. No me arrepiento porque cuando llegué a Guayaquil me fue muy bien y por eso le estoy agradecida de por vida a Fernando”, señala.
Fue así como Bonnet se involucra del panorama musical local con los integrantes de Bolaños Jazz e hizo amistad con Francisco Echeverría, otro de sus amigos con quien ha trabajado en reiteradas ocasiones.
Pese a ello, regresó a Mendoza para terminar sus estudios de música que la certifican como pedagoga musical, actividad que ejerció en un conocido estudio y centro de formación del país.
Mientras Bonnet culminaba sus estudios, Hoyos se rebeló y renunció al buen cargo que venía ejerciendo desde hace cinco años en un banco.
Se graduó de ingeniero Comercial por pedido de su padre, quien también se oponía a que se “ganara la vida” con la música.
La historia de Miguel se remonta 16 años atrás, cuando de adolescente vio en la televisión al afamado músico Kenny G y quedó deslumbrado por su talento. “Kenny es un gran artista y su talento me motivó mucho, aunque con el pasar de los años conocí a otros artistas muy talentosos y ahora forman parte de la lista de mis intérpretes favoritos”, dice.
Confiesa que durante sus años de estudio en el colegio Jefferson pasó casi por desapercibido porque fue un adolescente muy tímido y callado.
“Encontré en el saxofón una manera de encontrarse a mí mismo y ser libre. Nadie sabía que yo lo tocaba. Me gustaba hacerlo para mí”, señala Hoyos, quien en la ceremonia de graduación sorprendió a sus compañeros y maestros cuando subió al escenario e interpretó “New York, New York”, dejando a todo atónitos.
“Fue en ese entonces cuando descubrí que había nacido para ser músico. No lo puedo explicar. Les comuniqué a mis padres mi decisión ese mismo día, en el almuerzo que tuvimos y mi papá se molestó”, recuerda.
Todo empezó por Facebook
Los primeros contratos de Hoyos se hicieron a través de un grupo de amigos músicos, quienes le presentaron a Bonnet cuando coincidieron en un contrato.
“Me gustó mucho su voz y al poco tiempo la busqué en Facebook y la invité a salir. Nos fuimos enamorando con el pasar de los años y me siento feliz porque ella es mi artista favorita y mi mejor complemento musical”, señala.
“Poco a poco fuimos convenciendo a nuestros padres de que nuestra decisión fue la correcta y nos hace muy felices. Ahora ya lo aceptan y están contentos por nosotros”, sostiene Bonnet, quien se casó en 2011 con Miguel aprovechando la visita que sus padres le hicieron.
“Nos casamos rápido, aprovechando que mis papás vinieron a Guayaquil. No queríamos nada grande porque somos muy prácticos. Muchos pensaron que estaba embarazada”, enfatiza Bonnet, quien el próximo 4 de abril dará el sí definitivo ante un sacerdote, en Mendoza.
“Esta boda sí la hemos planeado con un poco más de tiempo y tenemos una sorpresa para todos. Miguel debutará como cantante y lo haremos después del valse. Vamos a cantar el tema ‘Cuando quiero sol’, de Presuntos Implicados”, menciona.
Y ese es precisamente el giro que tendrán como dúo musical, ya que tienen pensado grabar un disco al término de este año y Hoyos pondrá su voz en algunos temas.
“Tenemos muchas canciones que queremos grabar en un disco. Muchas personas nos lo han pedido y ya estamos trabajando en la selección de temas y los géneros”, señala Bonnet, quien con su voz ha cantado infinidad de temas clásicos en diferentes ritmos como el jazz, bossa, chill Jazz, chill out, bolero, tango y música disco.
“En abril vamos a realizar una gira chill out con rhythm and blues por varios espacios de Guayaquil y eso por el momento nos tiene bastante motivados porque en Guayaquil esta propuesta musical ya forma parte de los centros nocturnos y cada vez hay artistas que prefieren este tipo de música y nosotros estamos encantados de hacerlo”, enfatizó Hoyos.