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Tras su deceso, los medios lo califican como ‘el payaso triste de hollywood’
A Robin Williams le faltó la alegría que proyectaba (Videos)
Robin Williams era capaz de provocar hilaridad y sacar lágrimas. Eso dependía de la película. De hecho, la variedad de sus personajes lo etiquetaron como un actor carismático, que caía bien a muchos de quienes vieron sus películas.
Y parte de ello era su amplia sonrisa, que contrastaba con su realidad personal, especialmente en los últimos días de su vida. No era feliz, más bien estaba deprimido y eso lo llevó de regreso a las drogas y alcohol como infructuosa válvula de escape, una falsa salida de la que había conocido hace años.
La alegría era para otros, no para sí mismo. En una ocasión, el también fallecido actor Christopher Reeve contó que la primera persona que lo había hecho reír tras quedar tetrapléjico al caerse de un caballo fue Williams.
Estudiaron interpretación en la Julliard School y amigos durante toda la vida. Cuando estaba todavía ingresado en el hospital, Williams se hizo pasar por un doctor ruso que quería practicarle una colonoscopia para hacerlo reír.
No obstante, la vida íntima de Williams era distinta. Se sentía vacío, pese a su fama, carisma y dinero, aunque hay quienes afirman que un bache económico fue la causa de la depresión que lo llevó al supuesto suicidio, ahorcado con un cinturón, según las primeras investigaciones.
Curiosamente Williams, quien había cumplido 63 años el 21 de julio pasado, logró sus dos mejores actuaciones con roles de mediador, como una especie de consejero, de inspirador a otros, algo que quizá no conoció él mismo.
En ‘Dead poets society (La sociedad de los poetas muertos, 1989) encarnó a John Keating, un profesor de literatura que promovió la libertad de creatividad de sus alumnos y sobre todo el hecho de aprovechar bien su tiempo en una historia de Peter Weir ambientada en 1959.
Keating había formado parte de la sociedad de poetas muertos en su juventud y cuando sus alumnos descubrieron eso crearon una secuela, encabezados por Todd Anderson (Ethan Hawke) y Neil Perry (Robert Sean Leonard), quien no tuvo la libertad de expresar su arte, a través del teatro (al menos frente a su padre) y se suicidó.
No obstante, Williams obtuvo su único Oscar con un personaje de similar perfil mediador. En ‘Good Will Hunting’ (conocida en Latinoamérica como ‘En busca del destino’, 1997) fue el psicólogo Sean Maguire, el único terapeuta de ganarse la confianza de un indomable Will Hunting (encarnado por Matt Damon).
Maguire cautivó a Will con el relato de cómo conoció a su esposa, pero profundizó su conexión con él cuando descubrieron que fueron abusados durante su infancia.
Quizás al mismo Williams le faltó esa figura mediadora para aliviar sus depresiones, que lo persiguieron en la década del 70 cuando se sumergió en el mundo de las drogas, a través de juergas con el fallecido John Belushi. Precisamente cuando él murió frenó sus adicciones.
“La cocaína es la manera que tiene Dios de decirte que estás ganando demasiado dinero”, decía con ironía.
Era la época en que recién se daba a conocer en la televisión a través de Mork, su personaje alienígena que venía del planeta Ork y por primera vez aparecía en un capítulo de la serie ‘Happy Days’, con Fonzie (Henry Winkler) y compañía, en 1976.
La aceptación que tuvo el personaje permitió que tuviera su propia serie ‘Mork y Mindy’ (1978-1982), con su clásico atuendo de tirantes y camiseta o en traje espacial rojo en que derrochaba hilaridad.
A pesar de la alegría que llevaba a otros fue incapaz de sostener sus propios matrimonios. Estuvo casado tres veces: Valerie Velardi (1978-1988), Marsha Garcés (1989-2008) y Susan Schneider (2009-2014). Con las dos primeras esposas procreó a sus tres hijos: Zachary Pym Williams (1983), Zelda Rae Williams (1989) y Cody Alan Williams (1991).
Tuvo buena relación con sus vástagos, especialmente con Zelda, quien es actriz y fue a quien le dedicó su último ‘tweet’ en vida. No necesitó llegar a los extremos de Daniel Hillard, su personaje en la entrañable ‘Mrs. Doubfire’ (’Papá por siempre’, 1993). Hillard, el personaje de Williams, era un actor de doblaje de voces que estaba divorciado y tenía una orden de no acercarse a sus (coincidencialmente) tres hijos. Su único recurso era disfrazarse de una anciana ama de llaves: la señora Doubfire y lograr que la contraten en su propia casa..
Lo que quizás pocos sepan (de hecho, recién tras su muerte se reveló)fue que en los últimos días de su vida Robin Williams padecía los estragos del mal de Parkinson, según relató su última compañera en una carta.
En ella decía que el actor, nacido en Chicago, no estaba dispuesto o más bien preparado para afrontar su enfermedad públicamente. Solo había hablado de sus rehabilitaciones contra las drogas y el alcoholismo, pero no acerca del párkinson.
Irónicamente Williams, hijo de un ejecutivo de los autos Ford y de una modelo, era el tipo que en la vida real animaba a otros, especialmente a los enfermos, y en la ficción fue el doctor Hunter ‘Patch’ Adams en el filme ‘Patch Adams’ (1998), otra de sus actuaciones recordadas.
Era otra historia en la que el suicidio merodeaba y en la que el personaje de Williams intenta aliviar el dolor de otros con la terapia de la risa. Patch Adams y Carin Fischer (interpretada por Mónica Potter) tenían una relación. Ella había sido abusada sexualmente y solo quería convertirse en una mariposa para escapar de la realidad. Él le dice que puede superar su tormento ayudando a otros. YCarin lo intentó con Larry Silver (Jason Robards), un paciente perturbado que la asesina con una escopeta y que deprime a Patch Adams. El dolor por perder a Carin lo transforma en un ser que cuestiona a la humanidad, a Dios e incluso coquetea con el suicidio, aunque decide no quitarse la vida.
Controversial por algunas frases, Williams aparentemente no estuvo preparado para que se compadezcan de él por su Parkinson. Quería que lo recordarán con sus profundos ojos azules, semicubiertos por espesas cejas, una nariz aguileña que casi topaba sus labios y un mentón prominente. Ah... y una sonrisa contagiante que disimulaba las depresiones que lo llevaron a la muerte.