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Un colorido musical que llenó de risas a niños y niñas

Apenas cayó el telón blanco que ocultaba el escenario los rostros de aburrimiento de los niños y niñas -en su mayoría no pasaban de los ocho años- que llevaban junto a sus padres cerca de una hora esperando a que iniciara el show, empezaron a desaparecer cuando vieron la colorida Vecindad montada. Sus semblantes cambiaron más con la aparición de la Popis, quien con su muñeca en brazos empezó a llamar al Chavo “dónde estás chavo, chavo....”, lo mismo hicieron Ñoño y Quico cuando salieron en ese orden.

Sin embargo, el Chavo no daba señales de que estuviera por ahí o en su barril, hasta que se escuchó un estruendo y segundos después se lo viera rodando por el piso tras tropezarse con algo por el camino. Al levantarse se juntó a sus ‘amiguitos’ para bailar la coreografía con el tema ‘La Vecindad del chavo’.

Así fue como inició el musical animado del Chavo del ocho, que Roberto Gómez Fernández lleva desde hace casi dos años presentando en Latinoamérica y que llegó a Ecuador con varias funciones presentadas durante tres días en el Coliseo Voltaire Paladines Polo. Esta semana será el turno para que Quito disfrute de la historia del niño barril, sus torpezas y sus ocurrencias que lo llevan a meterse en problemas.

Como cuando ‘sin querer queriendo’ le pega un macetazo al señor Barriga en su llegada a La Vecindad,  igual como pasaba en la serie del sesenta que transmitió por varios años Gamavisión (GamaTV). En escena se encuentra Don Ramón, quien al escuchar la voz del señor Barriga corre a esconderse a su departamento para no pagar la renta. 

Pero en su intento fallido no le queda de otra que saludarlo ‘Que barriga tan grande señor verguenza”, la clásica frase utilizada que provoca las carcajadas de los niños, que no despegaban sus miradas sobre los actores. Quizás por esa curiosidad por saber que había detrás de las coloridas máscaras que ellos utilizaban o de que estaban hechas, los enormes zapatos que tenían, pero sobre todo por los movimientos que realizaban mientras rodaba la pista de sonido del diálogo que decían.

Sin lograr que le paguen la renta el señor Barriga se dirige a tocar fuertemente la puerta de Doña Florinda, quien tampoco le paga. Ofuscado por no ver que su Vecindad le deje ganancias, el señor Barriga tomará la peor decisión de su vida. Lo hace cuando Rufino Malacara, un extorcionador y malintencionado empresario que llega a proponerle que se la venda. Este se las ingenia para convencerlo de que sacará más provecho de hacerlo que al continuar cobrando las rentas. Y así se lo consigue. El señor Barriga acepta y firma.

En el personaje de Rufino fue más evidente los movimientos exagerados que realizaba mezclados con los efectos de sonidos que se ponían, de los demás actores en su caracterización. Unos más definidos que otros como Quico, Don Ramón, lo mismo no ocurría con El Chavo, quien se mostraba poco creíble cuando se desplazaba de un lado a otro.

Otro que sí hacía creíble su caracterización fue el señor Barriga, quien vio opacada su felicidad de vender La Vecindad tras recibir un  ‘pelotazo’  por parte del Chavo, quien volvió a meter la pata cuando en su intento de reanimarlo terminó pegándole con un valde a Quico y a Don Ramón, que provocó que el niño con ‘cachetes de marrana’ rompiera en llanto y posteriormente a que Doña Florinda saliera a darle una cachetada a Don Ramón.

Al despertar del golpe, el señor Barriga reúne a todos, incluido el señor Jirafales quien es el último en aparecer del musical, para decirles que ha vendido La Vecindad y les presenta a su comprador Rufino.

Su decisión genera el descontento de Don Ramón, que al verlo Rufino como un obstáculo lo desaparece ayudado por su asistente el narizón ingeniero Moncada. Cuando esto sucede vuelven a entrar a escenas El chavo, Quico, Ñoño y la Popis, quienes al encontrar el sombrero de Don Ramón tirado en el piso creen que la ‘Bruja del 71’ lo desaparecido con uno de sus embrujos.

Es allí cuando empieza su búsqueda, que los lleva a encontrarlo en el barril, pero sobre todo ha descubrir las verdaderas intenciones de Rufino con La Vencidad. Esa que al final Don Barriga recupera y en la que el Chavo continuará haciendo de las suyas.

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