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Reflexiones de un romántico setentón
Es una propuesta que otorga al espectador una amalgama de sentimientos. Esa es la mejor forma de describir la obra ‘70 y 20 (el ocaso de un seductor)’, que el grupo La Mueca estrenó el fin de semana pasado en el teatro del Ángel con Gabriela Armas, Marcelo Gálvez y Juan José Jaramillo.
En un guion en el que la ternura, la reflexión y la risa se conjugan de manera armónica, el resultado es una fina y entretenida historia que deja a más de uno con el profundo pensamiento de cómo será la vida cuando las canas asomen.
Marcelo encarna a Tebby, un abuelo a quien los achaques de la tercera edad no le impiden soñar con una compañía sentimental, que añora desde el momento mismo en que se quedó viudo y que lo hace a veces desvariar por el recuerdo de su esposa.
Al modesto departamento de este señor de 70 años, y con previa cita, llega su nieto (Juan José) con la novia (Gabriela). La pareja espera pasar un momento a solas, pero el divertido Tebby se las ingeniará para que eso no suceda, pues queda flechado con la presencia de la joven.
Lejos de parecer un argumento escandaloso, ’70 y 20…’ tiene como atractivo el énfasis que realiza Marcelo Gálvez -a través de su personaje- para rescatar aquel romanticismo perdido ya en el siglo actual, ese que se vale de poesías y tangos para arrancar suspiros, y que no por ausentes están obsoletos.
Debo abordar la composición de un viejo cómico sin ridiculizarlo, pues es en el fondo el héroe de la obra
Marcelo GálvezLos tórtolos tienen menos de un día de conocerse, lo que alarma a Tebby por cómo se mueven las cosas en el amor ‘en estos tiempos’. Por ello emprende una aventura conquistadora, que deja boquiabierta a Su, el personaje de Gabriela.
El público que acude a la propuesta de La Mueca reflexiona con cada frase que lanza el anciano. Una de las más impactantes es: “La juventud de ahora no entiende que el cuerpo de una mujer es como un templo sagrado”. La pronuncia al darse cuenta que su nieto y Su, sin conocerse bien, pretenden intimar.
La joven analiza las observaciones de Tebby a la par con el espectador. El personaje de Marcelo insta a la mirada introspectiva de la forma de llevar las relaciones sentimentales y exhorta al rescate de la pureza a la hora de amar.
Quien no está contento con este esfuerzo longevo es Puchi, el personaje de Juan José, pues se ve obligado a salir de escena constantemente por alguna ‘eventualidad’ que surge del ingenio de su abuelo para poder quedarse a solas con Su, como la de enviarlo a buscar un preservativo previo sermón de responsabilidad sexual, otra daga para el público, que con una dosis de humor fino recepta muy bien el mensaje.
A decir de Marcelo Gálvez, esta es una obra que enfrenta dos generaciones y dos filosofías de vivir: “La de un viejo, poético, romántico, sutil, y la de un joven apasionado, atlético y buen mozo”.
Se trata de una “ruptura de la línea convencional de teatro que viene observándose en nuestra ciudad. Un espectáculo que a más de uno traerá un sinnúmero de agradables sorpresas artísticas y humanas”, asegura Gálvez a través de las redes sociales.
Este experimentado actor reconoce que trabajar a su personaje no fue fácil. “Debo abordar la composición de un viejo cómico sin ridiculizarlo, pues es en el fondo el héroe de la obra”, cuenta. Para lograrlo, Marcelo utilizó un método teatral denominado memoria emotiva. Trajo a su mente el recuerdo “de dos viejos extraordinarios y encantadores”: su padre, Lucho Gálvez, y el actor Raúl Varela. “Ellos fueron dos verdaderos seductores que enamoraban con sus palabras con la calidad y altura de su pensamiento”, argumenta.
Hay un trasfondo de dolor en esa evocación, confiesa, pues ambos son seres entrañables que recuerda con añoranza y al mismo tiempo siente que les da vida en escena.
De la obra rescata la química entre los tres personajes y la calidad profesional de todo el equipo de esta obra que dirige Oswaldo Segura. ‘70 y 20…’ termina de una forma sorpresiva, algo que ningún espectador imagina, lo que le da una característica que debe resaltarse: no es predecible.
Tati Interllige, una de las cabezas de la producción de este espectáculo, comenta que se trata de una adaptación que fue moldeada a nuestra idiosincrasia, sin alejarse del espíritu poético que creemos perdido, pero que está latente en la sensibilidad de la gente.
La obra estará en tarima todo el mes de junio. Si usted desea conocer el desenlace, puede acudir a las funciones de los viernes y sábados, a las 21:00, o a las de los domingos, a las 20:00. El teatro del Ángel está ubicado en Bálsamos 620 entre Ficus y Monjas.