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Nuestras debidas disculpas
Por Orlando Pérez
DIRECTOR
Marilyn Manson es un artista. No es clérigo ni profesa ninguna religión. Por eso el coliseo General Rumiñahui recibió a cerca de 20 mil seguidores de su música y de su propuesta estética. Y como tal respetamos su libertad para ejercer su arte y proponer sus ideas. Por eso El Telégrafo rechaza y deplora el uso hecho por uno de nuestros periodistas al espacio editorial e informativo para colocar ahí sus prédicas religiosas. Hemos publicado y dejar pasar por el mismo reconocimiento que hacemos en el resto de secciones y páginas: la libertad de expresión y pensamiento.
Lo que no vamos a dejar pasar es el uso particular para expresar, en un diario público, en Estado laico, posiciones muy particulares, que no coinciden con el pensamiento ni la filosofía editorial de una empresa que respeta la Constitución, valora la diversidad de opiniones. Si lo hace en su cuenta personal, blog, twitter o facebook entenderíamos y hasta admiraríamos que lo haga desde esa condición.
¿Desde cuándo un editor se atreve a calificar a una ideología de lamentable? ¿Cuáles son las ideologías no lamentables? ¿Es posible asumir como ideologías de menor o mayor calidad moral? ¿La crítica artística, de arte, cultural puede cimentarse desde valores sobre lo “bueno” y lo “malo”?
No haber publicado, como ocurre en otros medios, habría significado un “escándalo” para calificarnos de censuradores y hasta de intolerantes. Si la profesión de fe o de una religión particular se quiere hacer pública en las páginas de este diario, al editor Rafael Veintimilla le manifestamos con todo respeto, por su calidad profesional, que la haga sobre la base de la crítica en una columna editorial, pero no usando los espacios informativos para rechazar una expresión artística que tiene seguidores y pensadores.
Lea el análisis de Rafael Veintimilla aquí