En 1995 su interpretación  como la baronesa Eloise Wagner en el documental “El diablo en el paraíso”, y cuatro años después, integrar, junto con Héctor Napolitano, Christian Hidrobo y Ángel Cobo el grupo de jazz La Baronesa y sus amantes, hicieron que para Cristina Morrison resultara difícil desprenderse de ese apelativo, con el que consiguió ser muy conocida en Ecuador.

Ahora, la cantante que nació en Miami pero se considera ecuatoriana -gran parte de su vida  la vivió en Puerto Ayora, Galápagos- vuelve a la palestra pública con su primer disco I love, que ayer presentó en Guayaquil con un concierto y que hoy lo hará en Quito.

Precisamente, según Cristina, la idea de producir el material nació en la isla. Cuenta que fue hace  ocho años que surgió, pero recién el año pasado  pudo cristalizarse, al coordinarlo con su viejo amigo Christian Hidrobo, quien estuvo a cargo de los arreglos musicales.

Para Cristina no había otro que pudiera hacerlo, pues ya conocía su trabajo cuando integró el grupo La Baronesa y sus amantes, que tantos recuerdos le trae de los años que vivió en Puerto Ayora.

Y es que allí conoció al músico Napolitano, quien la ayudó a descubrir su faceta como cantante. “Con él somos amigos desde hace muchísimos años; eramos vecinos en Galápagos. Él siempre me incentivó para que cante y cuando formamos la banda, todo eso se dio”.

De hecho, su amor por el Archipiélago hizo que le compusiera un tema. Incluso muchas de las canciones que forman el material fueron escritas cuando vivió allí.

La intérprete, que tiene como influencias a la canadiense Diana Krall, cuenta que son nueve temas que se pueden escuchar en su disco. Seis de ellos  de su autoría, mientras que los otros  tres son clásicos del jazz.

Entre las canciones de su disco están “Red mafia & jazz” y “What a difference a day makes”, que es una melodía  adaptada a un bolero español: “Cuando vuelva a tu lado”.

Asimismo, explica que I love es un disco de música original con una sólida base de jazz, pero con ritmos latinos. “Es un CD fresco que se deja escuchar, cálido y orgánico y a la vez acústico”, promete.

Un disco con el que vuelve al ruedo, sin dejar de lado su carrera como actriz que, al igual que la música, le ha traído  tantas satisfacciones. Quizás por eso fundó en Quito, en 1996, “El Socavón de Guápulo”, un teatro dedicado a las artes escénicas.

Cristina debutó como actriz a la edad de 16 años. Desde aquel entonces no dejó de estar involucrada en proyectos de cine y televisión. Entre ellos constan “Los Sangurimas”, en el que encarnó a Julia; “Sé que vienen a matarme”, donde interpretó el papel de Virginia Klínger. 

Otros trabajos han sido: “Los monólogos de la vagina”, de Eve Ensler y “Operation sidewinder”, de Sam Shepard,  montajes  que se realizaron en la ciudad de Nueva York, donde también ha desarrollado su carrera como solista; pero, sobre todo, como actriz.