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El Telégrafo
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Durante 50 años la premisa de ‘neneco’, como lo llamaban, fue “hacer morir de risa y sonrisa” a su público

Les Luthiers se queda sin el humor de Daniel Rabinovich

Les Luthiers se queda sin el humor de Daniel Rabinovich
22 de agosto de 2015 - 00:00 - Por: Marcelo Izquierdo

Los fanáticos del ya mítico grupo humorista argentino Les Luthiers perdieron su eterna sonrisa. Daniel Rabinovich, uno de sus miembros más histriónicos y queridos, falleció ayer a los 71 años aquejado por problemas cardíacos. El mundo es hoy menos alegre.

Su interminable cantidad de seguidores en Argentina, Ecuador, en cada rincón de América Latina y España, lamentó en las redes sociales la muerte de quien durante décadas los hizo “morir de risa y de sonrisa”, como a él mismo le gustaba decir.

Rabinovich estaba hospitalizado desde hace tiempo por problemas cardíacos. Un preinfarto sufrido en 2012 en Uruguay fue la primera señal de un cuadro que se agravó a fines de 2014. Pero el show debía continuar y Les Luthiers siguió con sus funciones de su espectáculo ‘Viejos hazmerreíres’ en el teatro Gran Rex de Buenos Aires, reemplazado por  Horacio Tato Turano o Martín O’Connor. Ayer por la mañana su corazón dijo basta.

Y el mundo del espectáculo está de duelo con el fallecimiento de uno de esos cómicos que llegó hasta la cima del llamado ‘humor inteligente’, creado por este conjunto de amigos a mediados de los 60 (primero como I Musicisti y luego como Les Luthiers) y que se ha mantenido vigente a lo largo de 50 años.

“Venía sufriendo desde hace mucho tiempo por esas dolencias cardíacas, pero a fin de año su estado se agravó”, dijo el agente del grupo, Lino Patalano.

‘Neneco’, como lo llamaban sus amigos, no era tal vez el miembro más creativo del grupo, un papel reservado para sus colegas Marcos Mundstock, Jorge Maronna, Carlos López Puccio y Carlos Núñez Cortés; pero Rabinovich prestó su voz, repentismo y gestos inconfundibles a los sketches más célebres de Les Luthiers. Su inolvidable ‘Monólogo’, en el que lee con suma dificultad un texto sobre la vida de Johan Sebastian Mastropiero -figura imaginaria del grupo- confundiendo palabras con un sentido hilarante, es una de las grandes postales del humor argentino.

Rabinovich llevaba su enorme talento histriónico y participaba en el proceso creativo, pero más en una faceta de aporte -inconfundible y rico- a ideas que traían sus colegas, como él mismo comentó en varios reportajes.

Había nacido el 18 de noviembre de 1943 como Daniel Abraham Rabinovich Aratuz, pero su verdadero apellido era Halevy. Su bisabuelo, originario de Bersavia (hoy Moldavia), no había cumplido el servicio militar porque era rabino, por lo que robó el documento de una persona fallecida, de apellido Rabinovich, para emigrar a Argentina.

“De chico me crié en el Palacio de los Patos, un complejo de viviendas en Buenos Aires, donde viví hasta los 18 años. Allí había varios folcloristas, que me dejaban asistir a sus reuniones. Fue donde por primera vez escuché cantar y tocar la guitarra”, contó en la página oficial del Les Luthiers. Enseguida formó el grupo de folclor Los Amanecidos.

De joven, estudió abogacía y luego la carrera notarial, a instancias de su familia. Pero jamás ejerció la profesión. Se inclinó entonces hacia su vena artística. Tocaba guitarra y violín, además de otros instrumentos salidos de la imaginación del grupo como el ‘calephone’ o la ‘gaita de cámara’.

Su encuentro con los demás integrantes del Les Luthiers se produjo en el coro de la Facultad de Ingeniería  de la Universidad de Buenos Aires, mientras cursaba su carrera en la Facultad de Derecho. El debut fue en 1965 en un festival de la ciudad de Tucumán, norte del país. Allí Rabinovich, Marcos Mundstock, Jorge Marona y Gerardo Masana (el fallecido creador de la banda), con la ‘Cantata Modatón’ que aludía a un laxante de la época, se presentaron con instrumentos musicales novedosos con un estilo inteligente de humor. A partir de allí tuvieron 5 décadas de éxitos en América Latina y España.

El mismo Rabinovich lo definió así alguna vez: “Nos sentamos a hacer un espectáculo y tratamos de que nos salga lo más lindo posible. Convengamos que no es un humor trillado, es un humor inteligente, por decirlo de alguna manera. Lo que nos interesa es que la gente se muera de risa y sonrisa”.

Rabinovich, quien estaba casado y tenía dos hijos, tuvo algunas apariciones en cine y  televisión, en los filmes argentinos Espérame mucho, de Juan José Jusid;  Papeles en el viento, de Juan Taratuto; y Mi primera boda, de Ariel Winogran, en el que compartió cartel con su amigo y compañero Mundstock.

También escribió los libros Cuentos en serio (Ediciones de La Flor, 2003), con prólogo de Joan Manuel Serrat, y El silencio del final, nuevos cuentos en serio (Ediciones de La Flor, 2004). (I)

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