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La Cinta italiana ‘Fuocoammare’, dirigida por Gianfranco Rosi, se alzó con el Oso de Oro
Latinoamérica muestra tres cintas sobre la Amazonía en el festival de Berlín
La 66a. edición del Festival Internacional de Berlín que premió el sábado con el Oso de Oro a la película italiana Fuocoammare, dirigida por Gianfranco Rosi, fue el escenario para que el cine latinoamericano, representado esta vez por Colombia, Brasil y Argentina, mostrara su voz más auténtica, en una época de producciones multinacionales que apuntan comercialmente a un mercado global.
El problema enfocado por el actor francés Gerard Depardieu, que presentó dos películas en Berlín, al deplorar -en referencia a la oscarizable The Revenant- las películas ‘cada vez más anecdóticas y falsas’ rodadas en el ‘fabuloso confort’ de las superproducciones.
Con la Amazonía y el campo como protagonistas, Latinoamérica llegó a Berlín con tres filmes: El abrazo de la serpiente, cinta del colombiano Ciro Guerra, candidata al Oscar y por lo tanto con la proyección mediática que esa nominación provoca.
Lejos de la alfombra roja, se ubica Antes o tempo nao acabava (Antes el tiempo no terminaba), de los brasileños Sergio Andrade y Fabio Baldo, una película que muestra a la Amazonía bajo un enfoque deliberadamente humano y local.
‘Creo que era importante enseñar la región amazónica desde nuestra propia perspectiva’, dijo Sergio Andrade, nacido en Manaos en 1967. La película cuenta las aventuras del indígena Anderson (Anderson Tikuna) en la zona de fractura de dos mundos, el tradicional de su tribu -con sus ritos y supersticiones, no siempre benignas- y el de la ciudad devoradora de individuos, con sus tentaciones y sus oportunidades. Anderson sabrá sobre el sexo casual con un mestizo que conoce en una discoteca o el amor heterosexual con una mujer blanca.
“El filme es un intercambio de deseos entre un indio que quiere experimentar el mundo urbano blanco y los blancos que tienen una simpatía con la causa indígena, otros que la explotan o que la burocratizan”, dijo Andrade.
Fabio Baldo, codirector paulista, explicó que su preocupación era ‘no tratar al personaje de forma exótica o estereotipada’. “Tratamos de mostrar la humanidad del personaje, en esa zona de transición entre tradición y modernidad”.
Una ruralidad apegada a las tradiciones pero igualmente amenazada es el sensible e inquietante clima en el que se desarrolla el filme argentino La helada negra, largometraje de Maximiliano Schonfeld, quien ya había abordado el tema en Germania (2013).
En la provincia argentina de Entre Ríos, las cosechas de granjeros de origen alemán instalados hace generaciones se ven amenazadas por devastadoras heladas, que la presencia de una misteriosa joven parece sin embargo ayudar a neutralizar.
Protagonizada por Lucas Schell y un elenco de otros habitantes de la localidad de Valle María, a 60 km de Crespo, ciudad natal de Schonfeld, el filme explora la supervivencia de este grupo en un entorno casi apocalíptico y la esperanza que genera la aparición de Alejandra, interpretada por la brasileña Ailín Salas, figura deliberadamente exótica en el set. La premisa de Schonfeld es que “son los lugares, en este caso la granja y las personas, las que te dicen cómo hay que filmarlos, y de qué manera”.
Para el casting estuvo viajando por aldeas y pueblos antes de armar el “tejido” del filme, resultado de un diálogo “bajo y sereno” con el mundo que se dispone a rodar. “Pienso que el alma no se deja ver tan fácilmente, hay que tener paciencia y sobre todo trabajar mucho”.
Su película tiene una proyección mística y proclama la validez de la tradición como respuesta de supervivencia. La salvación, estima Schonfeld, llega de la mano de la esperanza, la fe y el conocimiento que generó a lo largo del tiempo. En el ámbito urbano, señaló, “las tradiciones no desaparecen, sino que van ocupando capas más complejas en la vida de las personas”.
Joven cine latinoamericano cosechó premios en la Berlinale
Varias películas de jóvenes realizadores de Chile, Argentina y México presentadas en secciones paralelamente al Festival de Berlín ganaron premios en sus respectivas categorías.
El nuevo cine chileno se llevó la mejor parte. La película Nunca vas a estar solo, de Alex Anwandter, obtuvo el Premio Especial del jurado de los Teddy, que recompensan al margen de la Berlinale a los filmes de temática homosexual. La producción, basada en una historia real, es un duro alegato contra la red de opresión y violencia que sigue pesando en Chile contra los homosexuales.
La película Rara, de la chilena Pepa San Martín, se llevó el Oso de Cristal del jurado internacional de la sección Generation Kplus. Esta comedia dramática aborda la intolerancia de la sociedad chilena con los homosexuales. Esta vez desde el punto de vista de una pareja de lesbianas y sus problemas para mantener a las dos hijas de una de ellas.
Mención especial mereció la mexicana Aurelia y Pedro, de Omar Robles y José Permar. El argentino Mariano Biasin se llevó el Oso de Cristal del jurado infantil por su corto El inicio de Fabrizio. Finalmente, el chileno Roberto Doveris logró un Gran Premio y una mención especial por su película Las plantas. (I)