El humo sobre la tarima avizoró la llegada de ‘La Guzmán’, mientras sus músicos y su corista ya se pusieron en posición, en el Ágora de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Un micrófono cayó desde el techo – como en los escenarios más grandes- y la cantante apareció.

Con un vestido negro totalmente provocativo y una Alejandra más radiante que nunca inició el encuentro con ‘Como ladrones’. Las potentes guitarras, bajo y batería hicieron despertar hasta el más cansado. Le siguió la clásica ‘Bello’. En medio de la interpretación de esa canción, la cantante -con su peculiar voz roca-  gritó:  “¡Bienvenidos Rockeros!” y la energía aumentó.

“Esta es la primera vez que cantó en Quito”, dijo emocionada, mientras se quitaba la chaqueta tres cuartos – de seguro dos canciones bastaron para entrar en calor-. Y es que su show estuvo lleno de movimiento. Saltó y bailó por todo el escenario.

Llegó la hora de ‘Dime de verdad’, una de las canciones que le dieron éxito en el 2000. Sus letras no tienen un cánon determinado, bien puede hablar de amor eterno e ilusiones, como de desamor y despecho.

Las luces se apagaron de nuevo y  un fondo rojo se divisó en la pantalla gigante. Los acordes fueron, en ese momento, más bien sensuales- y ‘La Guzmán’ apareció en medio, demostrando sus dotes de bailarina mientras cantó ‘Ven’, una invitación al atrevimiento y a la pasión.

Ella no tuvo problemas en cambiarse de zapatos en pleno escenario, pues para su performance usó zapatillas de ballet.

Los ánimos se conjugaron  con el juego de luces y la potente voz de la mexicana. “Dicen que hay que amar como si nadie te hubiese hecho daño, como si fuera tan fácil. Esta canción es para los enamorados” aseveró.

En ese mismo momento sonaron  los acordes de ‘Volverte a amar’ , una canción por demás romántica. Y es que durante la velada las emociones variaron a cada momento, cuando los ánimos de los asistentes intentaron ponerse nostálgicos, enseguida el ritmo subió de tono y todos no pararon de ‘rockear’ y saltar.

Controversial y atrevida como siempre, Alejandra mostró toda su sensualidad con su vestido negro– que dejaba mucho a la imaginación- mientras interpretaba ‘Toda la mitad’.

La vida de la mexicana se ha caracterizado por los altibajos emocionales y de salud que ha tenido. Por producto de sus constantes intervenciones estéticas casi pierde la vida tras una complicación. De eso habló un poco y solo concluyó que “hay que saber levantarse cuando se cae”. Ese fue el preámbulo de ‘Ángeles caídos’ – prácticamente su himno de superación.

Nadie sostuvo  las ganas de llorar, pero de nuevo el vaivén de emociones hizo que los ánimos suban. ‘La Guzmán’ tomó un tambor y le dio un toque más tropical y movido a la noche, la percusión caló hasta los huesos para pasar al tema ‘Quítatelo, un reggae con el que invitó a encontrar el sentido de la vida, dándose un respiro dentro de la rutina. Una invitación a soltarse el cabello y liberarse, como dice la canción “Ser feliz les sale barato”.

El rock & roll volvió al escenario con ‘Mala Hierba’- canción que caracteriza  el estilo de la cantante. A esta le siguió ‘Yo no soy de nadie’ dedicada para los solteros, aunque según ella no regresaría a su país sin la compañía de un ecuatoriano. Una de las tantas bromas que atravesaron su show.

En medio del concierto  hizo un tributo a sus padres Silvia Pinal y Enrique Guzmán de donde inició la dinastía artística y el legado que ella se muestra orgullosa de poseer.

El rock & roll no se detuvo y la cantante de 46 años mostró sus facetas múltiples. Tocó otra  batería en el tema ‘La playa’ como homenaje a su padre.

Otra vez el vaivén hizo calmar los ánimos, con las versiones acústicas de ‘Yo te esperaba’ y ‘Bella’.

Llegó la hora de la esperada ‘Reina de corazones’ y ‘Hacer el amor con otro. El final de este vaivén de emociones se acercó y fue el turno de ‘Un grito en la noche’ con el que se despidió, ya cerca de la medianoche.