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La Oreja de Van Gogh cautivó a los quiteños
La mezcla de ritmos que saltaban con armonía desde el rock a la electrónica, sin olvidarse de los temas románticos, marcaron el concierto de la Oreja de Van Gogh en Quito, que mantuvo a los asistentes en pie durante todo el concierto, pese a que se celebró en un aforo con asientos.
El quinteto vasco saltó al escenario con la canción "Día cero", de su último disco "Cometas en el cielo" (2010) y la voz de la cantante, Leire Martínez, cortó el silencio del Ágora de la Casa de la Cultura, donde tuvo lugar el concierto.
Vestida con cazadora de cuero negra, camiseta, mallas y botas del mismo color y una falda con lentejuelas plateadas, la intérprete desde el inicio del concierto mostró una energía desorbitada que la llevaba de un lado al otro del escenario sin importarle el mal de altura que sufre el viajero al llegar a Quito, a 2.800 metros en la cordillera andina.
La efusividad de la artista obtuvo respuesta durante todo el concierto, pues pese a que tuvo lugar en un espacio donde había asientos, el público estuvo todo el tiempo de pie, bailando y coreando cada una de las canciones.
La Oreja de Van Gogh actuó en Quito en el marco de la gira de presentación de su último disco "Cometas en el cielo" (2010), que emprendió en abril en España, y con la que el grupo también visita otros países de la región como México, República Dominicana, Puerto Rico, Panamá, Argentina y Chile.
Una tras una, las canciones míticas de la banda, pero también las nuevas fueron aplaudidas, cantadas y bailadas por los asistentes, a quienes no les importó la mezcla de ritmos que saltaban con armonía desde al rock a la electrónica.
Entre los temas interpretados estuvieron: "Esta vez no digas nada", "Cuidate", "Promesas de primavera", "Las noches que no mueren", Paloma blanca" y "La playa".
Uno de los momentos más íntimos fue cuando el grupo interpretó "Rosas" y Leire Martínez dejó un buen rato el micrófono de cara a los espectadores, entonces, las aproximadamente 4.000 voces de los asistentes se unieron en una sola para cantar el tema.
Tras repasar las canciones que catapultaron a la fama al grupo y cerca de dos horas de concierto y de emociones, la Oreja de Van Gogh cerró con tres temas de su último disco, en un espectáculo que cautivó a los quiteños.