Sin proponérselo, los pelos parados que Jaime Arellano lució la noche del miércoles, durante el concierto que ofreció Marcos Witt en Durán, terminaron convirtiéndose en el ‘gancho’ para que el cantante estadounidense fijara su atención sobre él y bromeara pidiéndole una oración.

“Señor dale pelos a Marcos Witt”, exclamó el ganador de varios Grammy en medio de las risas de los presentes.
Pero más allá de su pinta que por unos minutos mostró a un Witt bastante bromista, Jaime, quien una hora antes abrió su concierto, fue elegido por el mismo cantante como representante de los músicos salmistas y así recibir la oración de éxitos a su carrera. Esto, a modo de la famosa patadita de suerte que todo cantante recibe cuando inicia.

Jaime definió este momento como “un gesto hermoso que marcó mi vida de manera especial, para ya no esperar cosas y saber que Dios te tiene algo preparado”. Este fue solo uno de los muchos que se vivieron en el recital con el que Marcos celebraba sus 25 años de carrera y con el que adelantó se despedida de los escenarios, para emprender una nueva etapa en su vida. “Este será uno de los últimos conciertos que realice y es el más histórico”, dijo casi al finalizar su presentación.

Y por ese mismo concepto que imprimía el recital, Witt no olvidó ningún detalle en su colorida presentación, la cual estuvo llena de una carga  visual, con vídeos que eran proyectados en una pantalla grande del escenario y que daban a conocer acerca de sus inicios musicales.

Un pequeño de 12 años fue quien se encargó de presentarlo pasada las 22:00, tras la intervención de la venezolana Mónica Rodríguez, invitada por Marcos.

Con una carga de energía y vitalidad el ganador de un Grammy saltó al escenario vestido con un traje café, corbata y zapatos tenis, para ubicarse frente a su piano y soltar las primeras canciones de su repertorio. ‘Gracias Señor’, ‘Tú y yo’ y ‘Enciende una luz’. Para esta última pidió a los asistentes que alcen sus celulares.

Posterior a ellas, Witt continuaría presentando sus inicios musicales a través de vídeos. Así en uno de ellos, un melenudo Witt aparecía sentado cerca de un piano relatando cómo entre pataletas y llantos aprendió a tocar ese mismo instrumento en la casa de su madre, en Durango.

De esta manera Witt alternaba la interpretación de sus temas, desde los más viejos hasta los actuales, con la proyección de los vídeos sobre su carrera.

En ellos resumía cómo llegaron a su vida dos importantes personas que cambiarían el rumbo al apostar por su talento. “Cuando ofrecí a los 17 años mi primer concierto frente a 80 personas conocí a Juan Saloso, el compositor más prolífico de la música cristiana. Después conocí a Rick Vela y a su esposa Cinthya, quienes creyeron en mí y me ayudaron a grabar mi primer material”.

Fue entonces que a modo de un homenaje a Juan, el cantautor -acompañado por sus siete músicos- soltó algunas de sus canciones más populares, entre ellas ‘Me has cambiado’ y ‘Yo quiero ser un adorador’.

Pero no solo fueron relatos de su vida musical los que se proyectaban en la pantalla. También hubo mensajes de felicitación  por parte de sus amigos artistas que se habían entregado a Dios.

Uno de ellos fue el dominicano Juan Luis Guerra, quien manifestó: “es un placer para mí estar contigo en esta celebración. Tu has sido un testimonio de vida. Recibe todo lo que el Señor tiene guardado. Me dijiste que querías aprender a cantar bachata, solo tienes que alargar las palabras y sentir todo con ñoñería”.

Precisamente, esos pasos fueron los que siguió Witt cuando al son de las congas y el güiro soltó uno de sus temas más populares, ‘Remuévame’, al ritmo de bachata, siendo este uno de los tantos géneros que experimentó durante su recital.

Y es que si algo que caracterice a Witt es su versatilidad a la hora de lanzar una nueva canción. Así se la pasó todo la noche yendo desde lo más suave, como el jazz, las baladas, hasta lo más tropical con ‘En los montes y en los valles’, canción con la que ‘amagó’ cerrar su presentación.

Durante la intervención de este tema, Jaime con su pinta, y sin proponérselo, se convirtió en el centro de las miradas de los asistentes, pero sobre todo para para Witt, quien le dio la bendición de Dios.