Cuando se habla de teatro y musicales resulta casi difícil no pensar en José Miguel Salem y su escuela DanzasJazz, que por 25 años ha deleitado al público ecuatoriano con un sinfín de obras que están a la altura de cualquier escenario de las grandes urbes del mundo.

Talento, disciplina y mucha presión es lo que Salem ofrece a quienes comparte con él, día tras día, ya sea en la escuela que alberga a más cientos de alumnos o en los ensayos con reconocidos actores de las obras que presenta y produce para el gusto de todos los amantes del arte.

José Miguel Salem es una persona fácil de situar, puesto que dondequiera que se encuentre la rapidez con la que habla, mientras gesticula, sumada a su frontalidad llama la atención de los presentes.

Cuando era adolescente viajó a los Estados Unidos con el propósito de terminar sus estudios en un colegio militar y luego seguir Economía en la universidad, sin embargo su amor por el arte pudo más y decidió estudiar danza contemporánea y clásica, las cuales le permitieron ser lo que hoy es: uno de los bailarines (aunque ahora ya no baila) más destacados del medio artístico nacional.

Pero llegar a ese sitial no le fue fácil. Primero tuvo que ganarse la aprobación de sus padres, quienes sin saber fueron quienes lo pusieron por ese camino.

Todo empezó una noche de 1977 cuando, con apenas 13 años, acudió al estreno de la obra  ‘The wiz: the super soul musical’, montada por actores negros. “Ya había visto teatro pero no sabía que habían obras más completas con bailes, luces, coreografías, música y todos los elementos que tiene un musical. Ese día me enamoré del teatro y sus musicales”, comentó.

Desde entonces no faltaron las pequeñas obras teatrales para la familia en compañía de sus primos y su hermana. José Miguel ya tenía dentro de él el ‘bichito’ del teatro y había “aceptado” que ahí estaba su futuro.

Regresó al país para cursar el último año de colegio y seguir la carrera de Economía que tanto anhelaban sus padres, pero solo siguió hasta segundo año. Paralelamente tomaba clases de danza a escondidas de sus progenitores. “Mis padres me permitían hacer lo que yo quisiera siempre y cuando tenga las bases de otra profesión que me permita tener ingresos fijos. Creo que ningún progenitor quiere que sus hijos se hagan artistas por temor, porque hay millones tratando de surgir en esta profesión y solo pocos logran el éxito”, indicó.

Viajó nuevamente a Estados Unidos para perfeccionar sus destrezas como bailarín y estudió con los mejores maestros.

En 1987 retornó a Ecuador con la idea de montar un espectáculo. Acudió al Instituto Nacional de Danza Raymond Maugé para enseñar a sus alumnos jazz y ahí montar su obra. “Hice mis primeras presentaciones con gente muy talentosa como Carla Sala y Yesenea Mendoza, entre otras. El espectáculo anual del instituto fue una locura, porque las madres nunca habían visto un espectáculo así. Fue ahí donde dije que eso era lo mío y desde entonces no he parado”, manifestó.

Su primer musical fue en agosto de 1988 con ‘Una noche en Broadway’, que causó furor en el medio artístico nacional, ya que anteriormente “nunca se presentó una obra de este estilo”. Además con ese musical se inauguró en Guayaquil el Teatro Centro de Arte.  

De ahí le siguieron otras producciones como ‘Un cuento de Navidad’ y ‘Calor de luna’, siendo esta última en la que José Miguel demostró todo su poder histriónico. “La obra que protagonicé con Carla Sala fue mi ‘top’ porque el país enteró habló de DanzaJazz y de todo lo que aquí hacíamos. Este lugar se convirtió en la cuna de excelentes actores que no se formaron aquí, si no que demostraron todo ese talento que tenían guardado. Aquí se descubrieron”, sostuvo.

De eso ya han pasado más de dos décadas y José Miguel sigue con la misma línea, aunque adaptando sus obras a las épocas. “Lo que sí no he cambiado es que mis obras son completamente familiares. Nunca hago obras exclusivas para el público adulto. Soy muy familiar”, acota Salem, quien trabaja con sus hermanos, tías y su madre en la compañía que él fundó.

Aún así considera que tiene mucho por hacer y demostrar al mundo lo que puede hacerse en este país. Anhela montar “algún día” el musical ‘Chicago’, el que no ha podido porque no encuentra aún “las estrellas idóneas” que requieren los dos protagónicos.

“Ellas deben cantar y bailar de manera brutal. Deben manejar un humor negro innato. Esos monstruos aún no los encuentro aquí. Pero seguiré trabajando con artistas cien por ciento ecuatorianos. Porque creo en este país y su potencial”.

José Miguel Salem afirma que si tuviera que montar el musical que narre su vida tiene que ser “colorido, alegre, exigente, profesional y bien puesto”, porque esos aspectos siempre lo han definido como artista y como persona.