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Hanna y Barbera crearon un imperio del ‘cartoon’ que aún vive
y ahí opera maquinaria pesada, que en realidad es un dinosaurio que levanta una roca sobre su cabeza.
Y de inmediato suena la alarma que indica el final de una jornada laboral más, claro que en la Era de Piedra y a través del sonido de un pajarraco al que otro tipo tira de su cola que está atada a un cordón, en medio del ensordecedor ‘yaba daba doo’ que sale de la garganta de un Pedro desesperado por irse a casa y que se desliza sobre el lomo de su domesticada bestia prehistórica.
Se embarca en su troncomóvil con rumbo a Piedradura donde lo esperan su esposa Vilma; Pebbles, la hija de ambos; sus vecinos Pablo y Betty Mármol con Bam Bam, el fortachón vástago adoptivo de ellos, además de Dino, otro saurio que es la mascota de Pedro.
En otra secuencia se observa a la Tierra tan diminuta desde el espacio. Al acercarse al planeta una nave vuela sobre una ciudad futurista donde las casas tienen patas interminables que las lleva hacia alturas de rascacielos.
En el interior de la nave va Super Sónico, un empleado que trabaja en una empresa que crea cohetes. Con él va Ultra Sónico, su esposa; Lucero y Cometín, los hijos de ambos. Todos se desembarcan en una cápsula transparente hacia sus destinos, la escuela en el caso de los niños, los centros comerciales en el de Ultra y finalmente la oficina donde Super convierte la nave en un portafolio.
Aquellas secuencias pertenecen a dos de las decenas de series animadas que William Hanna y Joseph Barbera crearon en los estudios que en 1957 fundaron con sus apellidos.
Solo a ellos se les ocurrió adaptar la típica familia estadounidense a los tiempos de las cavernas con
Los Picapiedra, que se emitió entre el 30 de septiembre de 1960 y el 1 de abril de 1966, y luego al futuro con Los Supersónicos entre el 23 de septiembre de 1962 y 27 de octubre de 1987.
Hanna y Barbera también son autores de entrañables personajes como El oso Yogi; el azulado perro Huckleberry Hound, El lagarto Juancho, Leoncio y Tristón, La hormiga atómica, Canito y Canuto, Don Gato y su pandilla, Tiro loco McGraw, Loopy de Loop con su eterno acento francés; Maguila El gorila, Jossy y las melódicas, Scooby Doo, El lobo Hockley y otros en una lista que parece interminable.
Hanna, un ingeniero de profesión (14 de julio de 1910, Nuevo México-22 de marzo de 2001, Los Ángeles), empezó su carrera en la animación durante la Gran Depresión de 1929. Lo hizo más por supervivencia porque la crisis dejó sin sus trabajos habituales a muchos. Él se integró al estudio Harman-Ising, responsable de los ‘cartoons’ Merrie Melodies y Looney Toones de donde surgieron personajes como Porky, el Pato Lucas o el conejo Bugs Bunny.
El dibujante y productor de cine y televisión obtuvo experiencia cuando colaboró en los animados Captain and the kids en la década del 30.
Hanna pasó a la Metro Goldwin Meyer y allí conoció a Barbera (24 de marzo de 1911, Nueva York - 18 de diciembre de 2006, Los Ángeles) en 1937.
Barbera había intentado convertirse en el caricaturista de la revista The NY Hits Magazine, pero la Gran Depresión también lo afectó y debió trabajar en un banco, pero sin descuidar sus bocetos que promocionaba y que consistían en una sola viñeta. Sus obras fueron publicadas en Redbook, The Saturday Evening Post y Collier’s Weekly.
Él no solo dibujaba. También tenía talento para escribir historias y le pidió consejos al mismísimo Walt Disney acerca de la industria de animación, pero el creador del ratón Mickey nunca le respondió a sus cartas.
El arte siempre acompañó a Barbera, quien se formó en el Art Students League of New York y el Pratt Institute.
Cuando Hanna y Barbera juntaron sus talentos nacieron dos de sus personajes más antiguos y célebres: Tom y Jerry, cuya trama era la típica persecución del gato al ratón, pero con situaciones hilarantes que casi siempre perjudicaba al felino. El éxito era su carencia de diálogo, salvo el caso de los personajes secundarios, y más bien se centraba en las gesticulaciones que se basaban en el ‘slaptick’, ese recurso de comedia donde los porrazos son protagonistas de cada secuencia.
La primera vez que aparecieron estos personajes fue 1940 en el corto ‘Puss Gets the Boot’ donde originalmente Tom se llamaba Jasper.
Tom y Jerry fueron tan famosos y a la vez los primeros animados que interactuaron con actores reales como Gene Kelly y Esther Williams.
Hanna, además de estudiar ingeniería civil, siguió periodismo hasta 1929 en que la Gran Depresión truncó ese plan, aunque que finalmente se vio envuelto a través de la animación.
Como dúo Hanna y Barbera ganaron siete premios Oscar y ocho Emmy con sus dibujos animados que ahora son considerados como íconos culturales porque sus personajes han generado ganancias como juguetes, libros, películas y otros recursos de mercadeo.
Su primer trabajo con la compañía se remonta a 1957 con Ruff y Reddy, que gira en torno la amistad entre un perro y un gato antropomorfos y parlantes. Aquello rompió esquemas porque ambos animales han sido estigmatizados como enemigos irreconciliables.
Aunque en 1966, Hanna-Barbera Productions fue cedida a Taft Broadcasting (rebautizada como Great American Communications en 1987) por 12 millones de dólares, ambos siempre estuvieron vinculados pero como presidentes hasta 1992 el año en que la empresa pasó a Turner Broadcasting System en otros 320 millones.
Como presidentes ellos supervisaban los productos, pero la salud de ellos empezó a deteriorarse hasta morir: Hanna de cáncer a la garganta y Barbera por causas naturales, pero dejando como legado a personajes y series como Los Picapiedra que ha sido traducida a 80 idiomas y de la que con desparpajo solían decir: “a cada hora del día alguien en algún lugar del mundo está mirando Los Picapiedras”. Y tenían razón, ahora el YouTube mantiene vivo el imperio que crearon Hanna y Barbera.