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El Telégrafo
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El sombrerero loco marcó el inicio de Giovanna Andrade como actriz

El sombrerero loco marcó el inicio de Giovanna Andrade como actriz
02 de septiembre de 2012 - 00:01

Para Giovanna Andrade, el hecho de maquillar su rostro completamente de blanco, llevar unos pantalones de hombre, peluca de color rojo y un peculiar sombrero de copa, -además de comportarse como una demente para caracterizar al personaje del Sombrerero loco, de Alicia en el país de las maravillas- no solo la ayudaron a romper su timidez. Aquella experiencia también le sirvió para descubrir su capacidad para meterse en la piel de otros cuando tenía 12 años.

Este fue uno de los primeros personajes que interpretó la actriz, quien es recordada por su papel como ‘La Niña María Gracia’ en El Cholito, como parte de las clases de arte que recibía en el colegio Alemán Humboldt y de lo que, tiempo después, emprendió como una carrera, una que la ha llevado a experimentar en el teatro, la telenovela, cine y ahora como presentadora de los programas N’Boga y De Mujer a Mujer en Telerama. Esta última faceta que, si bien ha hecho que se aleje de la actuación, le permitió aprender a ponerse delante de una cámara, pero ya no como un personaje, sino como ella misma.

¿Qué recuerdos le trae el Sombrerero loco?

Estar al frente de mis compañeros de salón toda maquillada. Era una loca de ‘miércoles’, que disfrutaba mucho al poder salir de eso y seguir siendo Giovanna, la que va a la clase. Un personaje muy loco a quien se le ocurría unas cosas disparatadas, hablaba de algo y luego se olvidaba. Ahora entiendo lo fundamental que era, de peladita lo disfrutaba, pero no tenía el grado de analizar cuán importante era cada personaje.

¿Cómo surge la propuesta de interpretar ese personaje?

En el colegio Alemán Humboldt, donde yo estudié, fomentaban bastante el arte en los niños. Hacían mucho teatro y por ende participé en cada una de las obras. Después del Sombrero hice otra del Fantasma de la Navidad; también formé parte del coro. La primera vez que canté fue el tema “Que canten los niños”, a mí me tocó la estrofa que decía “yo canto para que me dejen vivir. Para mí eso fue lo máximo, porque me sentía la protagonista.

Entonces usted también le hace al canto...

Claro (risas) en el baño soy una profesional. La actuación me ha ayudado a desarrollar mi voz, proyectarla y que no tenga gallos.

¿Qué pasó después de su etapa colegial?

Mis padres me enviaron a Inglaterra. Fue el típico viaje que te regalan después de graduada, Mi papá había vivido allá y quería que aprendiéramos el idioma inglés. Fui con mis dos hermanas, con quien pasamos dos años.

¿Y la actuación la olvidó?
Allá había teatro callejero, donde se juntan personas que teníamos eso en común.

¿A qué más se dedicó allá?

Trabajé de camarera. Soy la mejor mesera del mundo. Cuando veo a las meseras que están mal peinadas y llevan un plato a tu mesa me parece de mal gusto. Aprendí a cuidar mi imagen, ganarme la gente, servicio al cliente lo puedo hacer bien. Y es comunicar.

Al regresar a Ecuador, ¿cómo se da su debut como actriz?

Fue a los 19 años, con el papel de María, en Yo vendo unos ojos negros. Cuando regresé a pasar las vacaciones el señor Alvarado Roca llegó a la casa de mi amiga por la amistad con el papá de ella. Me dijo que mis ojos eran hermosos y que estaban haciendo un casting, en el que buscaban una chica con mis características. No lo tomé tan serio. A esa edad no estaba esperando que me aparezcan oportunidades. Y aunque él (Alvarado Roca) me vio la cara de incrédula me llamaron para una reunión con Ana Alvarado y me empezaron a hacer casting para todo.

¿Y qué pasó después?

Llegó el director que era un argentino, con su esposa Mariela Alcalá y ellos vieron todo el casting. Al principio iba a hacer otro papel, el de Priscila y no el de María, pero cuando faltó la chica que haría a la protagonista me pidieron que ayudaran con sus líneas. Comprendí que cuando son para ti las cosas pasan.

¿Se llegó a identificar con el personaje?

En parte sí porque era muy salvaje, andaba sin zapatos, porque yo antes viví en el campo, mi familia tenía haciendas y estaba acostumbrada a eso. No se me hizo nada difícil. María me ayudó a darme cuenta que la actuación era lo mío.

Tras ello sale embarazada y vuelve tres años después con el papel de ‘La Niña María Gracia’...

Tuve la suerte de regresar con trabajo seguro para la telenovela El Cholito. Fui la única que hizo el casting para el papel de la Niña María Gracia, que me permitió ganarme el cariño. Me ha dado bastante por todo lo que fue la producción, quizás porque por dentro de nosotros sabemos que tenemos un cholito dentro, somos guayacos.

¿Cómo fue para usted su incursión en el cine con ‘Retazos de vida’?

Fue una producción increíble, el elenco que tuvo en particular a William Levy, una persona bien humana, más allá de lo guapo que es. Lo que él refleja es lo de adentro. Allí aprendí que el cine es otra cosa. Teatro pero repasado siete mil veces en una escena antes de grabar.

En cuanto al teatro, ¿qué diferencias percibe y qué pasa por su mente?

Es una adrenalina total. Debes de tener una acción de principio a fin. Te puedes equivocar, pero debes saber salvarlo para que el público no lo note.

De su paso por Divinas, ¿qué sacó de provecho?

Divinas me dio la oportunidad para desarrollarme como conductora. A mí se me hizo fácil, porque me conectaba al compartir con el embarazo, tenía mucha tela para cortar. Era un programa de variedades dirigido a la mujer y en él podía interactuar más. Y aunque al principio hablarle a la cámara me costaba muchísimo, mis compañeros me dieron mucho apoyo. Divinas me dio la seguridad de que sí lo podía hacer.

¿Al cambiar el concepto del programa, qué no le atrajo para seguir?

Cuando lo cambiaron a farándula inicialmente  me tocó salir por mi embarazo, pero decidí no volver porque allí no me sentía cómoda. Para quedarme callada y no opinar. No era lo mío. Dios me ha enseñado que no me tengo que desesperar y creer que es lo único.

¿Llega entonces la propuesta de N’Boga y De Mujer a Mujer?

Sí a los diez meses de dar a luz, en julio me incorporé al programa. Siempre me llamó mucho la atención N’ Boga, porque era un noticiero en el que te daban noticias empresariales, temas ecológicos, de tecnología, cultura cuando no había mucho boom del teatro y aquí te lo demostraban que había muchas opciones. Me parecía un espacio interesante al que no dudé en aceptar la propuesta. Y para tomarle más confianza a estos dos programas he tenido que dejar de momento lo que más me mueve: la actuación.

Entonces se aleja de ella, ¿qué tiempo estará fuera de su mundo?

Por ahora paré con el teatro. Después de hacer Asesinando a Sara y La casa de Bernarda Alba, que se estrenó la misma semana que empecé con la animación de en N’Boga y De Mujer a Mujer, me sentí muy presionada. Tenía que dejar a mi bebé por los ensayos a full que tenía y como actriz no dejaba de pensar en el personaje. Sin embargo, con los años entendí que no debo dejar que nada me enferme. En septiembre tengo previsto retomarlo con una nueva obra.

¿Cómo usted define cada día que vive?

Para mí la vida es una calle por la que debemos transitar, ponernos metas, horizontes, pero sin forzarlos. Ser feliz con lo que hago. Uno mismo tiene que ser su motivo del día a día.

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