Ecuador, 04 de Mayo de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

El rocolero que pegaba tacones y tocaba en un piano de cartón

El rocolero que pegaba tacones y tocaba en un piano de cartón
17 de agosto de 2011 - 00:00

Alci Acosta no usa el flequillo de Justin Bieber para captar la atención. Tampoco usa trajes apretados como los de Lady Gaga, pero tiene un magnetismo semejante al de esos mega artistas pop.

Con un formal y oscuro traje, del que sobresale un crucifijo en la solapa derecha, el cantante colombiano alborota a la gente que alcanza a reconocerlo por donde transita. Son personas que en algún momento de sus vidas saborearon, quién sabe cuántos vasos de licor con sus canciones cargadas de despecho en alguna cantina o quizás otro sitio.

Son canciones con las que se identifica el populacho de distintas generaciones. Y el ahora setentón Alci Acosta causa aún ese efecto, sin proponérselo.

Dice que su estilo es el bolero, pero en su Colombia natal consideran a La copa rota, El último beso o La cárcel de Sing Sing y otras, como melodías de despecho. Él le agrega: “Despecho sofisticado”. En Ecuador simplemente son canciones rocoleras.

Nacido hace 72 años en la localidad colombiana de Soledad,  Alcibiades Alfonso Acosta Cervantes (su nombre completo) relata que antes de ganar esa fama hizo de todo un poco para “ganarse el pan”.

Desde los 8 años ayudó a su padre Luciano Acosta a confeccionar tacones para zapatos de mujer. “Fue  muy duro porque para su elaboración se utilizaba machete, aún me quedan cicatrices en las manos. Era bastante artesanal”, recuerda  el artista que hoy, a las 19:00, se presenta en el Malecón de  Santa Elena como parte de un festival.

Acosta heredó la música de su abuelo Víctor Cervantes, quien tocó en La Cumbia Soledeña. 

“Los Cervantes no solo eran sinónimo de taconeros, sino también de músicos. Y yo no podía ser la excepción”, dice el cantante que a  los 14 años tomó sus primeras clases de piano, teoría y solfeo con la  profesora Ana Carrasquilla. Ismael, el primo de Alci, lo motivó.

“Ella tocaba en la misma orquesta que integraba  Ismael. Luego ella me consiguió un cupo en Bellas Artes”, recuerda.

En esa época tomaba dos buses en los que viajaba dos horas a la escuela, que estaba a tres kilómetros de  Barranquilla. Luego tuvo un piano de cartón.

El septuagenario artista se inició en Los Sonoros Costeños, orquesta integrada por sus familiares. Con su piano tocaba guaracha, cumbia, porro y boleros como ‘hobbie’.

“Un día llegaron unos señores para proponerme que tocará el piano en cabarets, desde las diez de la noche hasta las cuatro de la mañana.  Aunque tenía 19 años ellos se comprometieron con mis padres para llevarme y traerme a casa”, cuenta Acosta, quien luego integró  El Señor Linares y  Los Jóvenes del Ritmo. Según Acosta, eran orquestas que tocaban como La Sonora Matancera.

En 1963, cuando tenía 25 años, el ícono de la música rocolera, empezó como cantante en la orquesta Nuncira Machado. Dos años después se convirtió en solista. “En esa época Cristóbal San Juan me dijo que poseía un estilo bastante original y  que mi voz era brillante. Me comentó que tenía una serie de canciones inéditas y que  quería que me aprendiera una  y buscara alguna disquera  para grabarla”, relata.

La primera canción fue Odio gitano, que grabó para el sello Tropical en 1965.

Dos años después Acosta tuvo la  oportunidad  de grabar tres LP con Julio Jaramillo, que entonces había ganado bastante prestigio en tierras colombianas.

De esos materiales se desprendieron Mi muchachita, Lágrimas de sangre, Parece que fue ayer y otras.  “Nos conocimos en Zeida,  que hoy  se conoce como Codisco. Los directivos de esa casa disquera nos propusieron juntar nuestras voces. Para mí fue todo un honor haber grabado con él, un hombre tan profesional y muy buen compañero”, refiere.

Asegura que el “Ruiseñor de América” representa un lugar importante en su carrera. “A raíz de eso fui contratado en México. En esa tierra mi nombre no era conocido, pero sí el de Julio, entonces como los mexicanos son jodidos, me llevaron a grabar con mariachi”, dice.  Su amistad  le dio la oportunidad de venir muchas veces al Ecuador (no recuerda cuántas) con un carisma intacto, al punto de que sin usar los flequillos de Justin Bieber o los trajes de Lady Gaga aún alborota a sus seguidores que tantas veces han bebido con su música.

Para estar siempre al día con lo último en noticias, suscríbete a nuestro Canal de WhatsApp.

Contenido externo patrocinado