Octubre del 2013. Medios especializados en espectáculo publican con grandes títulos el escándalo: “Justin Bieber se acostó con una prostituta en Panamá”. La noticia da la vuelta al mundo en menos de 24 horas y en algunos diarios, incluso, se recogen declaraciones de la trabajadora sexual protagonista, en las que afirma que además de haber sido generoso con sus honorarios, el cantante compartió un poco de marihuana con ella.

Ese es el más reciente de los escándalos en los que la estrella del pop más famosa del momento se vio involucrado directamente, pero no es el más controversial. La palabra ‘polémica’ está dentro de la lista de términos favoritos de este artista, de 19 años, que cuenta con más de 46 millones de seguidores en Twitter.

La vida de Justin no ha sido fácil. En los últimos cuatro años este artista, que mañana canta en el estadio Olímpico Atahualpa, pasó de ser un chico con una vida normal que se desarrollaba en Ontario, Canadá, a convertirse en un famoso que ha vendido millones de discos después de que el productor Scooter Braun lo descubriera gracias a los vídeos que colgaba en YouTube.

Ha estado envuelto en miles de noticias. Entre las más relevantes están: aquella en que cantó desnudo a su abuela, cuando arrolló y se peleó con un paparazzi, cuando otro murió por intentar tomarle una foto y otra en que una supuesta admiradora publicó en una red que estaba embarazada de él.

Más recientemente, Alemania lo multó con 1.500 dólares por los cuidados que en esa nación se le dieron al mono capuchino, que dejó abandonado después de que le impidieran ingresar con él a ese territorio, por no presentar papeles de vacunación e importación. Actualmente, la mascota vive en un zoológico germano.

¿Es normal que alguien reciba la fama de esta forma? Él mismo ha dicho en entrevistas que aunque suene pretencioso, ser una estrella de la música nunca fue su sueño. “Simplemente soy un amante de la música y he tenido un talento especial desde pequeño. Aprendí a tocar batería y guitarra solo, a oído, y siempre me gustó cantar”, declaró recientemente.

Eso, sin embargo, no es excusa para hacer que la sociedad entienda sus peculiares formas de expresarse ni justifica el que haya caminado sin camiseta por Nueva York a inicios de año, o pasado semidesnudo por el departamento de Migración del Aeropuerto de Vladislao, en  Polonia, en el marco de su gira Believe.

Otra de sus ‘joyas’ fue el día en que visitó la Gran Muralla China. En esa ocasión fue noticia, porque en lugar de recorrerla a pie le pidió a sus guardaespaldas que lo cargaran, lo que da cuenta de lo sobreprotegido que puede llegar a ser.

No solo los paparazzis dan a conocer los polémicos movimientos de Justin Bieber. En actos de arrebatos, él mismo se echa ‘la soga al cuello’ a través de redes sociales. De hecho, para algunos especialistas gran parte de su fama se debe a que tiene una relación casi en tiempo real con sus fans, pues es un asiduo visitante de las redes sociales.

En su cuenta de Instagram, por ejemplo, subió en junio pasado un vídeo con ojos llorosos y movimientos torpes en el que celebraba, muerto de risa, el hecho de que pueda subir audiovisuales a esa plataforma mientras trataba de elaborar una frase coherente: “Bueno, locas noticias… Me acabo de ente… ja ja ja… No, no. Voy a seguir, voy a seguir. Locas noticias, amigos. Hay, hay, hay video en Instagram. No, no, ja ja ja”.

Se dijo que estaba bajo efectos de marihuana en ese post y en otro en que aparece comiendo cereal de la misma forma. Él mismo corroboraría esa información cuando fue invitado al programa de entretenimiento Saturday Night Live, en donde, disimuladamente, pidió disculpas por consumir drogas y dijo que está arrepentido durante su actuación en un sketch de ese espacio.

Súmele a eso 20 tatuajes y un cariño hostil a sus fans demostrado en dos ocasiones históricas: cuando tomó el celular de una seguidora se lo guardó en la entrepierna  y se lo entregó a otra, y la vez en que escupió a varias ‘believers’ desde un balcón.  

Ajena a la actitud controversial de su hijo, Pattie Mallette, quien lo tuvo a los 18 años y debió criarlo sola, dijo recientemente a la prensa que confía en la madurez de Justin: “Cuando los niños alcanzan cierta edad cambia la forma de educarlos, es difícil dejarlos ir. Su vida era mi vida y ahora he tenido que dejarlo ir un poco y le permitió ser independiente”. Indicó que mucha gente cree que no le interesan los chismes sobre su hijo, pero que está segura de como lo ha educado y de sus valores.

De dónde sale su lado oscuro

Revisando la cuenta de Instagram de su mentor, Scooter Braun, se puede notar que Justin Bieber es simplemente un reflejo de él. El perfil de este productor, de 31 años, está lleno de imágenes en las que se da cuenta de la vida acelerada que llevan ambos. Sube fotos con señales obscenas y en juergas con alcohol muy a menudo.

¿Qué tan influyente puede llegar a ser Scooter para Bieber? La psicóloga Norma Pineda cree que el hecho de que Justin no se haya criado con la imagen de un padre puede ser determinante en su comportamiento. “Si se tiene como consideración que el productor es la imagen que el adolescente tiene como ejemplo a seguir, se podría decir que, efectivamente, muchas de las cosas que hace son para agradarle a él”, señala la profesional.

Marcos Guerra, consejero estudiantil del centro educativo Mundo de Sueños y máster en psicología, no está de acuerdo con Pineda. Él considera que ya a los 19 años no se puede tratar a alguien como adolescente. “La vida de un joven como Justin Bieber se terminó de formar en los últimos años, hasta cuando él cumplió 18. No se puede culpar a nadie de su proceder. Cuando un joven recibe valores desde su hogar no ocurren este tipo de polémicas”, opina, y cree que el hecho de que no haya habido una figura paterna en su vida influye pero no es determinante.

Lo que ocurra con Bieber -profesionalmente hablando- después de la fama mediática que posee ahora dependerá de la forma en que lleve su vida. “Nunca es tarde para madurar”, lanza con tono de esperanza Guerra. Por ahora, Justin seguirá preocupado en lo de su tour, que hoy se escuchará en la Capital, y tendrá como próxima parada Brasil, el sábado.