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El delirio de Jesús con un toque rockero (GALERÍA)
El Teatro Nacional empieza a llenarse de gente, todos buscan los mejores lugares. La banda se coloca en su lugar mientras suena el primer llamado. Siguen entrando y les sorprende la segunda y la tercera llamada. Es hora de empezar.
A las ocho y media del miércoles suenan los primeros acordes de la guitarra eléctrica. En un primer momento, todo es confuso, las luces zigzagueantes y el humo dan esa sensación, mientras los bailarines salen a escena.
El letrero de ‘Jesucristo Superestrella’ momentos después es llevado por un grupo de policías (tienen un toque nazi, según sus gestos y vestimenta). En este instante aparece Judas de entre el público, increpa a Jesús por tanta popularidad y carisma.
El ‘Mesías’, acompañado de sus fans que lo aclaman, tiene una especie de coqueteo con María Magdalena, a quien se le nota su pasión por él.
Todo sigue a un ritmo acelerado, los acordes eléctricos de la guitarra y el bajo acompañan cada diálogo -cantado por supuesto- de los personajes.
Judas arremete contra María Magdalena, contra su profesión, contra su cariño, le reclama a Jesús su simpatía por ella. Él, por su parte, la defiende. “Si estás libre de pecado, arroja la piedra...”, le responde.
Todos están totalmente atentos, es que no hay cómo perderse un detalle. De repente bajan del cielo (mejor dicho del techo del teatro) los sumos sacerdotes de Galilea, conspiran en contra de Jesús, deciden que debe morir.
Los últimos siete días de vida del ‘Salvador’ son recreados en el escenario, aparece él reclamando la paz en el ‘templo de su padre’. Lanza cosas y expulsa a vendedores y prostitutas.
Todos salen corriendo despavoridos, quizá nunca vieron a Jesús -que promulgaba la paz- entrado en cólera, gritando y finalmente llorando. Finalmente solo, quizás asediado por los miedos que intentan comérselo vivo. Que piden ser salvados y se arrastran como gusanos. Jesús grita: “¡Salvaos vosotros..!”.
Agobiado -posiblemente por la presión de ser tan popular, dada su condición de Hijo de Dios- pide al Padre que el calvario se realice de una vez, antes de que el arrepentimiento cambie la historia.
¿Qué habría pasado si se arrepintiese en el momento preciso?
Nadie lo sabe, lo cierto es que el rumbo siguió, al menos en la obra. Judas pacta la traición a su maestro con Caifás. El primer acto se termina. Luego de 15 minutos de receso.
El telón se vuelve a abrir, detrás la ‘Última Cena’ recreada por el elenco. Jesús y Judas discuten airadamente, la traición es percibida, siempre lo supo. La escena en que Jesús ora en Getsemaní tiene a todos expectantes. El momento de la detención ha llegado. Los policías arriban al lugar. Judas se acerca a Jesús y lo besa. El símbolo de la traición ha sido consumado.
En esta obra no podían faltar los reporteros -es que se debe estar en todo-. Esos detalles le dieron el toque moderno a la historia contada desde muchas visiones y durante cientos de años.
Herodes le da el tono picaresco al musical. Vestido estrafalariamente y con una bata rosa, increpa al Mesías y se burla de él. Concluye que la única estrella es él.
Jesús, finalmente, es llevado a Pilatos para ser juzgado, aunque nunca le hallaron delito alguno. Recibe los azotes designados, mientras el representante de Roma se lava las manos de sangre inocente. Los azotes fueron uno de los momentos más intensos de la obra, riffs de guitarra acompañaron el ritual de castigo. El verdugo de cabello largo y botas de cuero disfrutaba de su encomienda.
Finalmente es llevado a la Cruz, sus simpatizantes lloran su desgracia; mucho más María Magdalena. El designio de Dios ha sido cumplido.
En esta nueva edición existieron cambios en el aspecto escenográfico y de iluminación. El reparto -dado el crecimiento de la familia- ha cambiado sustancialmente, sobre todo luego del fallecimiento de uno de los hermanos: Ricardo.
La dirección musical estuvo a cargo de Felipe y Martín Terán. Felipe, por su parte, empezó en la música en el proyecto de los ‘Hermanos Diablo’, para luego saborear el éxito con el recordado grupo ‘Contravía’. Martín – más joven- se ha lanzado a la palestra musical con un disco en solitario, con el que obtuvo buenos resultados con el público ecuatoriano.
Juan Carlos, director general y escénico de la obra, relata que el reto del montaje fue lograr el nivel de calidad que un clásico como esta obra demanda. Esto contando además con lo que implica manejar alrededor de 50 personas en escena, aunque el hecho de que la mayoría del elenco esté dentro de una misma familia le da el toque diferente.
En la obra se resumen las contradicciones, los enfrentamientos personales y de pensamiento de Jesús con su discípulo traidor, Judas. El argumento parte desde la llegada del ‘Hijo de Dios’ a Jerusalén y termina en la crucifixión; sin embargo, no se toca el tema de la resurrección. Estos enfrentamientos no están reflejados en los escritos bíblicos, por lo que se acerca un poco más a la psicología de Jesús.
La primera vez, el montaje demoró alrededor de cuatro meses en cristalizarse, por lo que la familia Terán realizaba constantes ensayos. Esta vez la obra les ha tomado solamente cinco semanas, ya que los cambios se han podido manejar debido a la experiencia.
El elenco está integrado por Martín Terán (Jesús), Francisco Terán (Judas), Cristina Terán (María Magdalena), Fausto Terán (Caifás), Miguel Terán (Anás), Felipe Terán (Pilatos), Mateo Terán (Simón), Gabriel Jaramillo Terán (Pedro) y Juan Carlos Terán (Herodes).
Dentro del marco musical están: Felipe Proaño (batería), Horacio Valdiviezo (guitarra), Daniel Paredes (guitarra), Andrés Herbozo (bajo) y Jorge Grijalva (piano).